Amo a mi barrio

Este dibujo lo hice desde mi ventana aprovechando unos momentos de ocio: un conocedor de Arica con un poco de imaginación y buena voluntad podrá identificar los edificios Ticnamar, Lastarria (casi enfrente de mi casa), la Clínica San josé, la Iglesia SSCC, el Terminal Rodoviario, el Balneario Chinchorro y los cerros de Chuño. A ver si un día convenzo al Tomás Jr. para que le coloque color con el Photoshop, haciendo clic aquí podrán ver la versión fotográfica que hice hace algunos años desde donde mismo.

Arica todavía es una ciudad de barrios y el mío se llama Cotacotani (lugar de lagunas en aimara) y consiste en una veintena de casas de clase media y media-baja que construyó originalmente Habitacoop para profesores. Hay tres casas bonitas y el resto son (somos) las típicas ampliaciones hechas por los propietarios de manera más caótica e improvisada.

Se trata de un barrio de frontera, entre el lujoso Magisterio con sus casas de 400 metros cuadrados y la población Cerro La Cruz, que es una de las más pobres de la ciudad. Con una vista privilegiada se domina toda la ciudad y los robos casi no se conocen: a pesar de estar cerca de la Corte de los Milagros los ladrones siempre nos han respetado. Mi casa ha estado abierta durante los 8 años que vivo acá, cualquiera puede entrar con solo empujar la puerta pero nunca han robado. Bueno supongo que el Beppy con sus intimidantes ladridos ayuda en algo pero no demoraría 10 segundos en hacerse amigo de los ladrones, es un perro demasiado social.

El vecindario es variado; algunos profesionales, militares, el dueño del mejor taller de pintura de autos, algunos cesantes y un par de jubilados. En la cuadra siguiente una mujer con lengua de víbora tenía un almacén, y se dedicaba a difundir chismes por todo el barrio, era la favorita de mi suegra que también es una arpía en potencia y llegaba con los cuentos a la casa. Parece que le hicieron boicot porque hace como un año atrás tuvo que cerrar.

Lios matrimoniales son muy frecuentes y en casi toda la cuadra se ven separaciones, cambio de esposa o esposo y mudanzas apresuradas, según mi vecino -recién separado- "parece que pasó un regimiento por el barrio y lo dejó maldito". Este mismo vecino tenía el hábito de hacer ruidosas fiestas que duraban toda la noche, cosa que enfurecía a la Pilar (que tiene que levantarse temprano). Bueno, en alguna fiesta algo pasó y el matrimonio se fue al diablo. Ahora está todo muy tranquilo.

También hay rencillas típicas de vecinos. Cuando vivía solo yo solía ser una especie de Flanders y vivía haciéndole favores a todo el mundo, con la llegada de la Pilar y mis suegros todo cambió y ahora me atreví a mandar al diablo a un vecino que me despertó de mi siesta preguntando si "le podía ver su computador". Mi suegra también pone lo suyo intrigando y reclamando contra los vecinos. Pero nada serio, al final siempre terminamos como amigos.

Ahora se acercan las fiestas de fin de año y por tradición yo quemo un mono con un par de neumáticos el 31 de diciembre, todos los vecinos se asoman a mirar, nos encontramos, nos damos unos estúpidos abrazos y se nos olvidan las querellas, todos muy amigos, por eso amo a mi barrio.