05 diciembre 2005

Una historia de fin de año


Se acercan las fiestas de fin de año, motivo de gran jolgorio aunque no tengo muy claro como las pasaré este año; hay mucha incertidumbre y todavía estoy al borde del trampolín sin decidirme si salto o me quedo donde mismo.

¿Sabían que en la universidad me decían Mr. Scroodge?, el caso es que yo nunca hago regalos de navidad ni de cumpleaños aunque tengo mucho gusto en recibirlos, como dice la biblia "es mejor recibír que dar". En la casa ya están semi-acostumbrados pero no han podido sacarse el peso de la tradición de encima así es que igual me regalan cada año un short o un par de calcetines, mientras yo me los pruebo ceremoniosamente les digo, "me lo merezco, sin duda me lo merezco" y me divierte mucho ver como todos patean la perra pensando seguramente que al año siguiente si que no me van a regalar nada.

Bueno, la historia es la siguiente: creo que fue el año 1991 el día de año nuevo, ya había pasado mi desgraciada aventura en Bolivia y las relaciones con mi primo estaban pésimas, yo tenía una tienda con 4 vendedoras, el crédito cortado y una montaña de deudas que crecía como bola de nieve, a esas alturas ya no vendíamos nada y estaba haciendo caja desesperadamente para pagar parte de los sueldos. Mi primo trataba de presionarme económicamente lo que solo iba a precipitar el rompimiento definitivo, ni muerto le iba a dar el gusto por unos cochinos pesos. En definitiva lo único que tenía para celebrar el fin de año era una botella de cachaca que me había regalado mi amigo Gastón que tenía el negocio de al lado. El 31 de diciembre no se veía nada bueno.

Entonces apareció el chico Medalla, mi amigo y compañero de la U que andaba igual que yo de pobre pero al menos sin deudas, se sentó en mi oficina y me dice ¿que hacemos?. Era poco menos del mediodía así es que -después de asaltar la escuálida caja- fuimos a comprar limón, azucar flor y hielo con lo que preparamos una tremenda jarra de caipirinha, bien azucarada para que la pasaran mis vendedoras. "¡uuuuy jefe está suavecito!" decían mientras nos zampábamos al seco los vasos y olvidando todos los problemas, no hay duda: el alcohol es la medicina del alma.

Y las chicas se empezaron a emborrachar, al poco rato hacían fila para ir a vomitar al baño y cuando entraba alguien a comprar gritaban "¡llego otra vieja cu@#~€!, perdón señora ¿se le ofrece algo?", nosotros muertos de la risa, en plena competencia de canto y al fin, en el negocio se armó una completa bacanal. Como a las tres de la tarde cerramos y de ahí no me acuerdo más, no sé como habran llegado las niñas a sus casas, porque lo que es yo, me quedé dormido ahí mismo encima de un montón de ropa.

A la noche nos fuimos a bailar con la Pilar, el Alfredo y la Alejandra a la "disco-ceviche" el lugar más ordinario y barato de la ciudad, recuerdo que me gasté los pies bailando, como estaría de borracho, total, apres moi le deluge.

Y después vino el diluvio, poco antes de mi cumpleaños me llama por teléfono mi primo y mientras estaba hablando se me borró la película y me fuí derecho al suelo, desperté al poco rato, le hice una caricatura (no la he podido encontrar) y se la mandé a mi primo junto con una carta llena de insultos. Por fin me tiré a la piscina.

Las vendedoras se portaron de la manera más noble, me ayudaron hasta el final e incluso salieron a vender en la calle para que pagara mis deudas más urgentes, me demoré más de un año en pagarles y jamás me hicieron drama, todo lo contrario siempre buscaron el modo de ayudarme a salir del atolladero: la Marisol, Cecilia, Lily, Paola, siempre me acuerdo de ellas con cariño. A la flaca Lily me la encontré muy elegante en ZOFRI hace como un mes atrás, le va muy bien como vendedora de una lujosa tienda de perfumes. Mis mejores deseos para ellas, donde sea que estén.

3 comentarios:

  1. la verdad es que ademas de trabajar juntos nos hicimos muy amigos, la pasamos muy bien esos años y fui buen pirata (repartía el botín) cuando estuvimos bien

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  2. Tomás, lo mejor de la historia de los containers, fue que te mandaste el medio trabajo hermano..jajaja. Eso se llama verle la cara a alguien. Pero sabes, lo que me marco más de la historia, fue la foto tuya con Tomas v2.0. Pensar en ese momento: soportar la tormenta, o apretar cuea, debe ser muy complicado. Y eso pasa generalmente cuando uno está más cagado. Viví algo similar, y aunque ahora me rio, ese momento de "hacerse la prueba del cuero", es terrible.
    Buena tu experiencia, y mejor que la relates. Eso vale más que 10 libros de economía.
    Saludos.

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  3. "Nadie sabe para quien trabaja" eso deberían enseñarlo en economía práctica 101 jajaja

    Bueno, tal como dices uno después se ríe pero en el momento las ve negras, tu que has pasado por algo parecido sabes de lo que hablo. En fin, lo bueno es que se pierde el miedo, si ya pasé por eso no me cuesta nada hacerla de nuevo, estoy dispuesto a partir de cero otra vez en cualquier momento, no quedé asustado ni mucho menos, al contrario.

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"Send me a postcard, drop me a line
Stating point of view
Indicate precisely what you mean to say
Yours sincerely, wasting away
Give me your answer, fill in a form
Mine for evermore
Will you still need me, will you still feed me
When I'm sixty-four"