18 septiembre 2008

Temporada de conejos


Hacía años que no comía conejo, que carne más rica. Estábamos en Tacna tomando una jarra de cerveza con mi buen amigo Edgar -algo que ya se nos está haciendo un hábito- y hablando de un proyecto que tiene que presentar el viernes, al calor de las Lager se nos ocurrió buscar en Internet algunas fotos de arquitectura mediterranea para preparar unos bocetos, Edgar es arquitecto y dibuja muy bien, y así nos fuimos a la casa de los padres de Fernando a pecharles Internet. No pudimos llegar en mejor momento porque estaban preparando un conejo a la marmita, con puré de manzanas y papas. Para que les cuento, estaba exquisito, especialmente con el vino tinto que andábamos trayendo.

Más de 15 años que no comía conejo, cuando viajaba en auto entre Arica e Iquique, a veces paraba en Huara donde el restaurant de camioneros de Zenón, preparaba unos conejos -o tal vez gatos- que  tenían un sabor muy fuerte pero me gustaban mucho, el famoso picante de conejo-gato de Zenón. El que comí anoche en cambio tenía un sabor muy suave y la carne tierna, me explicaba la madre de Fernando que es porque son animales caseros, criados para la olla. Los silvestres tienen ese sabor fuerte que es el que yo recuerdo.

Al salir de la oficina muchas veces nos vamos con mi amigo al Bocatto, a tomar unas jarras de cerveza, conversar y admirar el minerío que llega por esos lados, es un lugar de oficinistas, nada especial, su único atractivo es que está a la pasada y tiene mesas en la calle. Recuerdo que antes era mucho mejor y probablemente más caro, ahora está al alcance de nuestras sedientas gargantas, la cerveza en Tacna es bastante cara.

Muy cerca del Bocatto hay un par de chifas muy buenos, también típicos lugares de oficinistas donde por unos US$ 3.50 me comí  un espectacular plato con nombre poco atractivo: tallarín completo. Lo pedí sin estar muy convencido y me llegó una montaña de carne, pollo, camarones, huevos de codorniz, brócoli, morrones, cantidad de verduras de toda clase, deliciosamente saltadas sobre un nido de tallarines chinos. La preparación deliciosa y a la vista donde un cocinero chino flaco como un alambre hace saltar la comida entre las llamas del wok, es un lugar excelente y se puede comer desde US$ 2 más o menos, los dueños y cocineros son todos chinos, el lugar se llama Shangai y queda en calle San Martín frente a la Plaza de Armas.

He descubierto que las picadas para oficinistas en Tacna son de lo mejor, gran parte de la gente allá trabaja en la Municipalidad o el Gobierno Regional y nadie se escandaliza cuando a eso de las 10 AM el Ex-Lira, un antiguo y famoso local que está cerca de la Municipalidad se llena de funcionarios que pasan a comerse una triple (empanada con queso, pollo, carne, salchichas y no se que más), es el desayuno típico de los corbateros, una triple con un jugo de naranjas envasado.

En fin, así va corriendo mi triste vida, entre taxis y buses, viajes para allá y acá, sacadas de vuelta, cumpleaños y jarras de cerveza, en Tacna me llevo bien con todos y -si no fuera por la desgracia de tener que trabajar- todo andaría a las mil maravillas. Ojalá que pueda hacer alguno de mis proyectos allá para arrendar una casita y llevar a mis amigos a esa ciudad donde la jarana es una forma de vida. Esperemos con fe en el porvenir, como dice el Himno de Arica.

Ahora mismo la Pilar anda en el centro comprando lomo vetado, chorizos y carbón para que hagamos un pequeño parrillazo acá en la casa: se gana poco pero se come mucho, beberé con moderación porque mañana están de cumpleaños dos compañeros de oficina y ya organizamos la correspondiente parrillada. En nuestra oficina somos como 25, la mayoría ingenieros civiles constructores y arquitectos, que son casi tan buenos para el trago como los ingenieros eléctricos, tenemos un grupo muy bueno siempre buscando algún pretexto para juntarnos a celebrar.

La vida es circular, todo pasa por un ciclo y vuelve adonde empezamos. Recuerdo que cuando trabajaba en la Zona Franca de Iquique era muy parecido a estos tiempos: viajes, sacar la vuelta, cerveza. Hasta que no me aguanten más y me echen por flojo tal como me pasó cuando trabajaba en la Casio, que hacer, es la suerte del pobre nomás, hoy es temporada de conejos, mañana tal vez será de patos.

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