14 junio 2010

La madre del cordero

Se puede entender la falta de estrategia en las empresas, como comentaba Ulschmidt los de abajo en cada empresa no están -y no tienen por que estar- comprometidos con los objetivos estratégicos, visión y misión de los dueños ¿por que les va a importar? ¿por que van a compartir la visión?. A pesar de todos los discursos que me dieron en el curso de dirección de capital humano yo hace muchos años que dejé de comprar el discurso de ponerse la camiseta de la empresa, eso podía funcionar hasta los sesenta o setenta cuando existía el modelo de empresa paternal, familiar, pero con la administración moderna, en un mundo donde la competitividad equivale a supervivencia y la movilidad laboral es enorme, todos esos cuentos de que somos como una gran familia son solo eso: cuentos.

Las empresas, igual que las personas, tienen como primer deber mantenerse vivas, es decir competitivas y en la competencia global no existe el fair play. China es el país más sucio del mundo capitalista en cuanto a relaciones y abusos laborales, avalados por el propio estado, India lo sigue de cerca y esos son los motores de la economía con los cuales debemos competir o desaparecer. Podemos pasar horas elucubrando lindos discursos, pero la realidad es esa y los que se han negado a enfrentar esa realidad, desde los obreros automotrices de Detroit hasta los empleados públicos de Grecia, están pagando muy caro su política del avestruz.

La consecuencia de esto es que las empresas de modelo patriarcal se han hecho cada vez más inviables. En la nueva realidad el trabajo es una mercadería, un servicio como cualquier otro y el trabajador de una empresa no es distinto del dueño de un taxi o nuestro peluquero, que fijan sus precios y ganancias de acuerdo a mecanismos de mercado, muy pronto nos tendremos que olvidar de todo el intrincado sistema de protecciones, fueros y sindicatos, porque siempre habrán países sin nada de eso con los que tenemos que competir. Esa es una de las consecuencias inesperadas de la globalización de la que poco se habla porque no es políticamente viable discutirlo abiertamente.

Cuando yo tuve mi tienda a fines de los 90, durante algunos años fuimos como una pequeña familia con mis vendedoras, además de la relación de trabajo éramos amigos y llegó un momento -un año completo, cuando ya estaba fuera de competencia- en que yo estuve sufriendo por pagarles el sueldo sin despedir a nadie. Cuando finalmente me fui a la quiebra se portaron de manera estupenda, nadie me reclamó ni menos pusieron denuncias por la plata que les debía, al contrario, me ayudaron a liquidar saliendo a vender a la calle aunque me demoré un año en pagarles. Recuerdo con mucho cariño esa época y la gente pero ahora, que entiendo algo de administración, me doy cuenta de las estupideces que me llevaron a la quiebra, ese modelo no era viable.

En el mundo global los trabajadores tienen una mercancía llamada "trabajo" y la ofrecen al mejor postor, si trabajan un minuto más o rinden un miligramo más esperan ser recompensados en efectivo, no con felicitaciones ni relojes de oro. El empresario por su parte contrata un servicio, que debe ser conveniente para el negocio porque su primera obligación es mantener el buque a flote. Me parece que es un modelo correcto y justo, que sincera la multitud de protecciones y subsidios cruzados que se fueron tejiendo por décadas para trabajadores y empresarios, el que gana al final con todo esto es el consumidor que hoy puede comprar cosas que 50 años atrás estaban reservadas para los millonarios.

Sin embargo persiste el problema de la estrategia, para ganar en un mundo competitivo hay que tener una estrategia y, lo que es peor, implementarla. Sin estrategia solo se puede sobrevivir temporalmente pero a la larga viene otro mejor y nos hace desaparecer. Pero ¿como implementar una estrategia si ya no hay razón para que los trabajadores tengan lealtad y compromiso con la empresa? El único deber de los trabajadores al menos de los de abajo, es vender su servicio, hacer bien la tarea por la que le pagan y punto. Pedirles que compartan la vision, misión y objetivos estratégicos de la empresa que los va a despedir apenas dejen de ser convenientes es ridículo, y creo que es un problema que no he leído ni escuchado en ninguno de ms estudios de administración y negocios. Creo que ahí está la madre y hasta la abuela del cordero. Hasta mañana.

7 comentarios:

  1. Es bien complicado ese tema y bien cierto. Pocas empresas, solo grandes, ofrecen "carrera" y para más algunas no son reales carreras sino un nicho burocrático en el Estado o en una de esas mega empresas estatales o para-estatales ya dominadas por los sindicatos.
    Lo demas es complejo y conviven muchos modelos: el patriarcal, la terecerización y subcontratación de todo-lo-que-NO-es-imprescindible-hacer-uno-mismo (este es un gran modelo, en verdad), la informalidad, la explotación, la precariedad laboral, los profesionales que saltan de empresa en empresa sin lealtad como Ud. dice (aunque estos son una secta privilegiada).
    Hay empresas que contratan personal temporal y hay cooperativas de trabajo (algunas fraguadas) que contratan toda la mano de obra de una empresa.
    Para mi hay redes interempresas que sustituyen la formalidad de la empresa. Pongamos su tribu, los informáticos los llamaremos, de la que muy modestamente una vez formé parte. Ud. tiene compañeros de Universidad que le pasan datos para su primer trabajo, quizas le consiguen uno. Luego lo llama otro de otra empresa. La gente que va conociendo en distintas firmas y es del ramo y sigue en contacto con usted lo llaman si les caía bien y lo consideraban eficiente. Ud. no hace carrera con la empresa misma sino con esa "red" de técnicos que son sus pares, que pasan a ser sus jefes en algunas ocasiones o sus empleadores cuando se ponen su propia companía o sus socios o sus colegas o sus subordinados. Es bueno hacerse buena fama con tal red más que con la firma A o B. En el caso de los profesionales universitarios - un grupo reducido, lo admito, pero importante - creo que el modelo implícito es ese. Yo, mientras trabajé en mi profesión, no fui a parar a ningún lado donde no me hubieran convocado mis amigos.
    Ahora cómo haría una empresa mediana para aprovechar eso en vez de combatirlo... no se.

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  2. Ulschmidt, si tienes razón, pero lo que a mi me complica no es tanto desde el punto de vista del trabajador (que siempre ha sido más o menos lo mismo) sino desde el punto de vista del empresario y los gerentes, creo que para ellos la globalización ha abierto un problema que -hasta donde yo conozco- no ha sido tratado ni menos solucionado por el estudio de la administración.

    Desde hace pocos años apareció todo esto de la necesidad de una estrategia para mantenerse con vida en el mundo competitivo, Peter Drucker y Michael Porter se hicieron millonarios vendiendo sus ideas de comparar los negocios con la guerra, sin embargo hay algo que parece que no se ha tomado en cuenta: para implementar una estrategia se necesita alineamiento y es imposible alinear a los trabajadores en tiempos de globalización. Las estrategias de las empresas son de mediano y largo plazo mientras que las de los trabajadores son de cortísimo plazo.

    Parece que mientras exista China con su mezcla de corrrupción y tiranía laboral, todas las teorías de los gurus de la admistración se quedarán solo en eso: en lindas teorías. Para competir primero hay qe tener a lo menos armas igual de poderosas que el enemigo, no se puede pelear a mano limpia contra ametralladoras.

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  3. Es cierto eso. Ahora, acá, en Sudamerica, tenemos bolsones de gente que quiere trabajar por poca plata y no puede. No debería ser una situación deseable, ya se, pero peor es que ni siquiera trabajen.
    En Buenos Aires todas las semanas una redada en los barrios textiles deja unas docenas de bolivianos indocumentados expuestos como trabajadores semi esclavos en los talleres. A la vez la industria textil gime llora y se arrastra pidiéndo trabas para que la importación china no ingrese.
    No se porque no puede haber "zonas francas laborales" fronterizas para que una industria maquiladora se desarrolle. Con trabajadores en cooperativas de trabajo, que pacten algo distinto que los sindicatos, o con sindicatos específicos de esa situación. Es impolítico, pero en la realidad ocurre igual, malamente, por migración indocumentada y empresas informales. Mejor sería legalizarlo.

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  4. La estrategia empresarial se parece a una estrategia de guerra, pero hecha con mercenarios.

    Un dia contigo, otro con tu rival.

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  5. Ulschmidt, yo creo que con China, India y cualquiera que venga más adelante ya nos estamos acercando muy rápido a las zona franca universal del trabajo.

    En los setentas nos parecía hororrosa la idea de libertad de precios ¡como los empresarios van a cobrar lo que se les ocurra! en Chile, uno de los primeros países donde se colocó los propios empresarios la rechazaron espantados al principio. Lo mismo pasa con la libertad de sueldos y salarios, en poco tiempo más vamos a ver como lo más normal que empleados y empresarios pacten libremente los sueldos sin ninguna restrricción sindicl ni regulación del estado, porque es una necesidad de supervivencia.

    Nervio así es y me parece que es lo correcto, los trabajadores simplemente venden su servicio a la empresa, no tndrían por que tener otra clase de lealtad que la de un contrato comercial común y corriente, que dura mientras ambs partes estén de acuerdo

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  6. la unica estrategia que se aplica y esto ya es una cosntante es la de la fuerza apalstante.....solo concentrando toda la fuerza se puede plasmar , en hechos,una estrategia.

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  7. Esa era la teoría de las "economías de escala" inspirada en la victoria de USA de la segunda guerra mundial y la prosperidad de posguerra.

    Esa idea quedó desacreditada a principios de los 80 cuando el pequeñísimo Japón empezó a sacar a USA de los mercados mundiales: primero en la electrónica de consumo y luego en lo automotriz. La fuerza y el tamaño no son suficientes y casi nunca necesarios en la actualidad.

    Por algo los gurus que hablan de estrategia organizacional han ganado tantos millones

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