28 abril 2011

Los diamantes dan los mejores ejemplos

Estaba recordando los cursos que más me han impresionado y me doy cuenta que todos tuvieron en común una primera clase sorprendente. Por ejemplo en 1981 cuando Tito Torres nos hizo la primera clase de electro magnetismo, no partió desde lo más simple para terminar el curso con las ecuaciones de Maxwell, al contrario, partió escribiendo las ecuaciones y todo el semestre fue un largo comentario, hacia atrás y hacia adelante tratando de entender lo que significaban.

En 1980 cuando Jorge Hevia nos hizo el primer -y único- curso de economía que teníamos como electrónicos, no empezó como se acostumbra, hablando de la competencia, el monopolio, las curvas de oferta y demanda y todo eso, sino que partió hablando de las teorías del valor y de la paradoja de los diamantes y el agua. Para alguien que nunca ha pensado en esas cosas es natural que se impresione, aunque no entendí ni una palabra del resto del curso y no se como lo aprobé, lo de las teorías del valor me quedó dando vueltas para siempre.

Algunos creemos que los valores son inventados por las personas, que no tienen existencia propia sino que son solo una forma de expresar las preferencias que tiene cada cual, la identificación de valores con preferencias les dan, creo yo, un alcance más universal y flexible. Algunos prefieren las papas, otros el arroz, esos son los valores. Y si yo prefiero las papas, como es el caso, no tengo por que pensar que el arroz debe ser malo o inferior, simplemente a mi no me gusta tanto como a otros, o no me gusta nada.

Otras personas creen que existen valores naturales, que son características objetivamente superiores y se afirman en que son universalmente aceptados, que han existido desde siempre o en alguna razón de fe que dice que en la Biblia tal o cual así aparece y por eso debe ser verdad. Ejemplos de esos valores pueden ser la bondad, la vida o cualquiera de esas cosas que promocionan la mayoría de las religiones.

Los que creen en los valores naturales tienen necesariamente un set más restringido porque siendo "naturales" deben ser excluyentes. Pocos se atreverían a afirmar que comer papas es lo correcto mientras que los que prefieren el arroz están en un error, a cualquiera le parecería algo absurdo. Por eso deben restringir que no todas las preferencias son valores, algunas son meras opiniones -decía Platon-mientras que otras son verdades.

El proceso para diferenciar las opiniones de las verdades es bastante arbitrario. Los religiosos la tienen más fácil por que les basta citar algún capítulo o versículo de su libro sagrado favorito, por definición declararon tener la fe que todo lo que dice el libro es verdad indiscutible, "verdad revelada" como le llaman. Así el asunto se simplifica bastante: es verdad porque le creo y yo le creo porque es verdad, además todo el mundo sabe que es así, ha sido así desde siempre y lo será hasta el fin delos tiempos, alabado sea el Pulento.

Los filósofos naturales (que creen que existe un sistema de valores buenos y malos por naturaleza) argumentan más o menos igual que los religiosos, haciendo alguna clase de razonamiento circular basado en afirmaciones a priori. Yo no les creo nada, más bien lo veo como una expresión de la egolatría y arrogancia de las personas, que disfrazan sus propias preferencias de valores universales, para evitar que los cuestionen y poderlos imponer a los demás.

No creo que exista ni un solo valor natural, pienso que lo que llamamos valores naturales son meras preferencias, tan buenas, malas o cuestionables como las papas y el arroz. No veo gran diferencia.

Bueno, pensaba en todo después de releer un buen artículo sobre la historia de la escuela austriaca de economía donde Juan Carlos Cachanoski cuenta como partió todo de un grupo de profesores muy poco apreciados, incluso von Mises tuvo que enseñar ad-honorem porque no tenía la menor oportunidad de que lo nombraran profesor en una universidad de habla alemana.

Lo novedoso es una idea de los austriacos opuesta a todo lo que se enseña en microeconomía hata hoy: no son los costos y la demanda lo que fijan los precios sino al revés:

A partir de la teoría de la utilidad marginal los austríacos llegaron a la conclusión de que no son los costos los que determinan los precios (..), sino que, por el contrario, son los precios de los bienes finales los que determinan los (...) costos.

Es una idea bien difícil de aceptar intuitivamente ¿como va a ser la demanda la que determina los costos?, se supone que los costos son en gran parte fijos, bien determinados de antemano. Miren como sigue el argumento:

Ningún empresario puede pagar por los factores de producción un precio superior al que los consumidores están dispuestos a pagar por el bien final. Los bienes de producción adquieren valor porque los bienes finales son valorados.

Bueno, eso tiene sentido, nadie produce algo con un precio tal que no encuentre demanda, pero sigamos con un ejemplo mucho mejor, dado por el propio Menger, papurri de la escuela austriaca:

"Si un diamante fue encontrado accidentalmente o si se lo obtuvo de una mina de diamantes con el empleo de mil días de trabajo es completamente irrelevante para su valor. En general, nadie, en su vida cotidiana, pregunta por la historia del origen de un bien para estimar su valor, sino que toma en cuenta solamente el servicio que el bien le brindará y al que tendría que renunciar si no tuviese el bien a su disposición”.

Como ven, los diamantes siguen dando tema para los mejores ejemplos. Primero fue la paradoja de los diamantes y el agua y ahora este, díganme si no está bueno. Hasta mañana.

3 comentarios:

  1. De todas esas paradojas de precios relativos no puedo olvidar la de los bienes de Giffen. Se trata de algo que se consume menos cuanto menos vale. Al parecer era la harina de maiz - o las papas, o el arroz - en el siglo 19 en Inglaterra. Era el alimento central del obrero inglés y cualquier otro era mas caro. Pero los tenía hartos, y cuando bajaba de precio les sobraban unos pesos y comían alguna verdura, algun pescado. En cambio, cuando aumentaba de precio - y como seguía siendo la fuente más barata de carbohidratos - había que gastarse todo en harina.

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  2. Justo! cuando un profesor de economía dice "si alguien me aparece con una curva de demanda con pendiente positiva se va de este curso" y no falta el vivo que le saca la paradoja de los bienes Guiffen y lo anula.

    Yo creo que eso -aunque sea un caso raro- muestra que los intentos de modelar y matematizar la economía tiene una especie de error básico.

    Todo eso de las curvas de oferta, demanda, costos y equilibrio que se presentan como "leyes" parece que son casos frecuentes nada más pero los precios son mucho menos simples que un equilibrio entre las curvas,

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  3. Además se me ocurren varios ejemplos de bienes Guiffen por lo que eso de la pendiente negativa de la demanda no tiene por que considerarse una ley.

    Por ejemplo en los servicios profesionales, los médicos que cobran más caro suelen tener más clientes porque se presumen mejores y eso se repite en casi todos los servicios profesionales, que podrían considerarse bienes Guiffen sin problema.

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