12 enero 2012

De que libertad estamos hablando

Hace unos días tuve un intercambio de opiniones con unos amigos social demócratas -que se dicen liberales- sobre el significado de la libertad. Creo que es fundamental la diferencia como entienden la libertad los igualitaristas y como la entienden los libertarios y es un asunto que bien vale una entrada en este Club de Ociosos, en fin, aqui voy.

La primera forma de entender la libertad se conoce como el concepto negativo: en su forma más extrema dice que la libertad es la facultad del individuo para hacer lo que se le antoje sin que nadie se lo impida por la fuerza. Esto es lo que se conoce como libertad individual, en contraposición con el concepto social de libertad que veremos más adelante.

La libertad individual es la que tiene un tipo en una isla desierta, donde puede hacer absolutamente todo lo que se le antoje sin que haya nadie que se lo impida. Claro que al vivir en sociedad este concepto se hace inviable: supongamos que a nuestro hombre libre se le antoja matar a su vecino para quedarse con su bella esposa, o algo por el estilo. Vivir en comunidad automáticamente implica restringir nuestras libertades individuales.

La idea de la libertad individual o máxima libertad negativa, implica que los hombres debería tener las máximas posibilidades de hacer lo que se les antoje sin que nadie los restrinja, en la medida que ellos no restrinjan ni perjudiquen la libertad de los demás. Esa es la idea de los libertarios, que la libertad individual es un bien que el estado debe cuidar antes que ningún otro, reprimiendo a los que tratan de imponer su voluntad sobre otros por medio de la fuerza.

Para esto el estado debe tener un conjunto de reglas claras, conocidas y perfectamente predecibles por todos, no sujetas al capricho ni la intrpretación de nadie. Así es como Hayek definía el estado de derecho. El estado de derecho debe ser tan predecible que puede volverse contra el propio estado si este rompe las reglas.

Contra esta idea de la libertad negativa existe la libertad positiva de los igualitaristas, que en su forma más extrema dice que los hombres deberían ser libres para hacer lo que deseen sin restricciones. Esta idea es absurda porque por más que yo desee correr a la velocidad de la luz o viajar a otras galaxias jamás tendré la capacidad para hacerlo. Entonces los igualitaristas la suavizan diciendo que es una forma "más amplia" que la "mera" libertad negativa y que se trata de que toda persona esté en posición de hacer todo lo que sea capaz de hacer.

Por ejemplo los pobres son "menos libres" que los ricos porque no pueden comprar lo que se les antoja, los analfabetos son menos libres que los que saben leer porque no pueden aprovechar el conocimiento almacenado en los libros, alguien de poca inteligencia es menos libre que el inteligente porque no puede comprender muchas cosas, etc.

La libertad positiva es mucho más amplia que la negativa, pero tiene un pequeño problema: que las dos clases de libertad no pueden coexistir. Y no es difícil imaginar por qué, para que los hombres estén en posición de hacer todo lo que sean capaces es fundamental sacrificar primero las libertades individuales porque la libertad positiva no admite pobres y ricos, inteligentes y tontos, etc.

El concepto de libertad positiva lleva al igualitarismo que es por definición contrario a las libertades individuales. Para que todos sean iguales -en el escenario ideal- es indispensable aplastar a los que rinden más y subir a los que rinden menos, la igualdad jamás se da de manera espontánea, debe ser impuesta por la fuerza.

Como veíamos al principio la libertad individual absoluta es inviable viviendo en sociedad, la libertad social es más imposible todavía, porque necesita de intermediarios que impongan, calculen y administren las represiones y ayudas necesarias para que todos hagan lo que se creen capaces. De paso la libertad social necesita aplastar libertades individuales.

Aunque ninguna de las dos es posible en su forma extrema los sistemas políticos y sociales pueden estar cargados para uno u otro lado y si me preguntan a mi, prefiero mil veces ser libre para intentar lo que se me antoje con mínima interferencia antes que ser ayudado por un tercero si fracaso o aplastado por el mismo si me va bien: el resultado de un sistema así solo puede ser una vida mediocre y miserable, como la que normalmente dan las sociedades igualitarias.

7 comentarios:

  1. RONmas PAULdanovic... me daría igual que se robara hasta el gato, si hiciera su trabajo.

    Además, si ya avisó y lo eligen, ya no es su culpa.

    Usted es el hombre.

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  2. ¡Ah como ROBARÍA! Con un payloader Caterpillar, me llevaría todo para mi casita.

    (Me acordé de eso de "Buchi es el hombre" jaja)

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  3. Si, pero no olvidemos que todo se mezcla. En China los igualitaristas mas iguales que los demás - o sea, los que encontraron la libertad de escalar en el Partido - decidieron darle entrada a los libres m´s eficientes de Occidente para que tomen mano de obra barata local - que no tienen sindicatos ni huelgas ni es muy libre de nada porque en una sociedad igualitaria esas cosas no hacen falta - lo que permite bajar los costos y competir a escala mundial y desemplear operarios industriales en la libre Occidente dejando en déficit a los estados igualitaristas socialdemócratas, o sea, el igualitarismo chino ayuda a los libres ricos a combatir el igualitarismo europeo, bueno, mas o menos.
    Todo depende del Devenir de la Historia.

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  4. Claro, no existe la libertad ni la igualdad en estado puro, son preferencias como las papas y el arroz. Los estados más igualitaristas se las arreglan en encontrar espacios de libertad (generalmente en sectores ilegales, informales, vista gorda para los poderosos, etc.) y los más libertarios igual necesitan policías, tribunales y cárceles. No se puede ser puro en este cochino mundo, aunque todos tiramos para uno de los dos lados.

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  5. estas reflexiones suyas se conectan con la discusión tributaria chilena de hoy?
    Es notable que los políticos en el gobierno no quieran aumentar los impuestos. Aquí siempre quieren.

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  6. ...y los de la oposición también siempre quieren, para su tajada, pero quieren que la culpa la tenga el gobierno

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  7. Ulshmidt, la discusión tributaria que tenemos hoy es la más surrealista del mundo: está empujada por los grandes empresarios y por el presidente, en cierto modo muestra que los empresarios están aprendiendo algo de microeconomía y entendieron perfectamente que los mayores impuestos no los van a pagar ellos sino los clientes.

    Pasaron varios años en Chile antes que los empresarios se avivaran y se dieran cuenta que -hasta cierto punto- mayores impuestos a ellos no los afectan porque se traspasan inmediatamente a costos, como debe ser por lo demás.

    Yo creo que el presidente -doctorado en economía en Harvard- también debe saberlo pero le importa un comino, es un tipo obsesionado con las posiciones de poder y calcula que subir impuestos le traerá popularidad a su gobierno. Su pensamiento estratégico es tan mediocre que no se da cuenta que eso no funcionará ni siquiera en una lógica de poder. Lleva varias equivocaciones en ese sentido y sigue con lo mismo, por eso es tan impopular.

    En todo caso la entrada no tenía ninguna relación con el asunto tributario, es parte de una serie de entradas cortas sobre cosas que me han llamado la atención de la economía austriaca.

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"Send me a postcard, drop me a line
Stating point of view
Indicate precisely what you mean to say
Yours sincerely, wasting away
Give me your answer, fill in a form
Mine for evermore
Will you still need me, will you still feed me
When I'm sixty-four"