A este señor le debo mucho

Hace tiempo quería grabar una entrevista o algo así con Gabriel Abusleme y como no me gusta dejar cosas pendientes nos fuimos con el Tomás Jr. para hacer la nota. La luz era pésima y no nos acordamos de sincronizar el obturador al fluorescente así es que quedó con un horrible parpadeo ¿cuando iré a hacer un video bien hecho? la próxima semana vamos con Ian Thomson a Tacna a filmar a la estación y espero que esta vez no me equivoque de nuevo. Moraleja: mientras no me compre algo básico para iluminar solo debo tomar imagenes con luz del día. Moraleja 2: tengo que poner cuidado en los detalles, no hay nada más frustrante que terminar un par de horas filmando y ver que salió todo malo y que no se puede arreglar en la edición.

Quiero hacer un par de entrevistas más a Abusleme, tal vez una conversación más relajada, aunque no tanto porque si nos ponemos a hablar de las historias que sabemos seguro que terminemos presos por injurias, esta entrevista fue muy improvisada y le pregunté lo primero que se me vino a la cabeza, para la próximas voy a preparar algún tema. Abusleme es una enciclopedia en muchas cosas, hay pocos lugares del mundo donde no haya estado y yo aprendí prácticamente todo mientras fue jefe mío en la ZOFRI, creo que vale la pena intentar unas entrevistas un poco mejores.

La Zona Franca de Iquique fue mi verdadera universidad, donde aprendí casi todas las cosas medianamente importantes que se hoy. En los ochentas, cuando yo vendía computadores Casio y también programas, Chile era un país tremendamente provinciano -más que ahora- y en Iquique empezamos a conocer gente de todos los rincones del mundo: japoneses, chinos, americanos, hindues, pakis, en fin, la ZOFRI no solo fue un asunto comercial sino también cultural y humano.

La gente que conocí en esos años era lo más extraordinario, algunos aventureros de esos años hoy son multi millonarios, otros -la mayoría- están quebrados, es la ley de los grandes números. Entre la gente extraordinaria recuerdo a mi otro jefe, Zvi Posner, un judío que estuvo en campo de concentración siendo niño, peleó en la creación del estado de Israel, fue ingeniero aeronautico y aterrizó en Arica para el puerto libre. El colombiano Roberto Hernandez fue otro personaje de novela de aventuras, las historias y aventuras que tenía eran para llenar varios libros. El señor William Wilcheck, a quien tuve el gusto de conocer en su oficina del piso 75 en el Empire State, cuando vino a Iquique quedó marcando ocupado con la cazuela de ave que probó en Pozo Almonte, se llevó de vuelta la receta y la comía regularmente en Nueva York, otro gran aventurero.

En fin, un montón de gente buena y unos cuantos de la otra. Los buenos amigos que hice en la Casio de Japón y nuestro increíble embarcador chino, Brittany S. Choi. Varias veces he conversado con gente que trabajó en la Zona Franca en los ochentas y siempre concordamos que ese raro mundo de aventureros, millonarios y contrabandistas nos enseñaron más cosas que lo que habríamos aprendido en cualquier universidad. A mi me sirvió para adquirir eso que en Chile llaman "pachorra", después de esos años nunca me sentí menos que nadie y aunque no soy arrogante por fuera, tengo un orgullo desmesurado que me permite pararme delante de un Rey y vrlo como un tipo igualito a mi. Creo que eso fue lo más valioso que me dejaron mis años en la Zona Franca, junto con el gusto por la aventura.

Porque las zonas francas siempre atraen a toda clase de gente con gusto por la aventura, adictos al riesgo, contrabandistas y comerciantes que un día los vemos muertos de hambre y al año siguiente millonarios, para volver a perderlo todo y partir de nuevo. También mucha gente de negocios grandes y grandes tomadores de riesgo, ese gusto por la aventura y el desprecio de un trabajo seguro es otra de las grandes cosas que le debo a haber trabajado en la ZOFRI.

Y a Gabriel Abusleme también le debo muchísimo, aprendí incontables cosas trabajando a su lado y construimos una buena amistad. Pero la deuda más grande que tengo con él es cuando me echó de la empresa por flojo. Después de algunos años yo estaba podrido y casi no iba a trabajar. Además andaba todo el día de mal genio, hasta que me llamó y me dijo "mira Tomás, hace tiempo que andas idiota y la cosa es bien sencilla: te tienes que contratar en la empresa, recibes un sueldo y cumples con los días de trabajo como todo el mundo o te vas".

Fue como si me hubiera mentado la madre. Mi indignación fue tan grande que ese mismo día metí todas mis cosas a unas cajas de cartón y me mandé a cambiar de vuelta a Arica, seguro de que la empresa se iba a hundir sin mi. Pasamos como 7 años sin hablarnos, nos íbamos en el mismo avión y era como si fuesemos transparentes. Que ridiculez más grande. En algún momento a principios de los noventas nos volvimos a poner en la buena y ahora, mirando en retrospectiva, me doy cuenta de que de todas las cosas buenas que le debo, la mayor es haberme echado. De no haber sido por eso quizá hasta el día de hoy sería un esclavo amarrado a un mugroso sueldo. De solo pensarlo me dan escalofrios. En verdad le debo muchísimo.

 P.D. Abrí un nuevo blog con los videos de descarte para que los vean los visitantes de Arica in a Nutshell, se llama Arica without Makeup, videos y este es uno de los videos que contiene: