01 julio 2017

Refrito del sábado: lo peor de la ciudad




Anoche andábamos donde Don Floro comimos parrillada bajadas con  unas botellas de vino y piscolas. Celebrábamos la vuelta a Arica de nuestro amigo Julepe, después de muchos años de labor académica en Santiago.Los mismos chistes de siempre, repetidos una y otra vez, todos muertos de la risa como si fuera primer vez que los escuchamos ¡que bien se pasa entre amigos! Pensaba en la gran película que podría haber hecho Ettore Scola en la parrillada de anoche. El refrito que va a continuación lo escribí el 24 de septiembre del 2004 y se trata de lo mismo.

Después del 18 me junté con un amigo que hace tiempo que no veía, en realidad estaba un poco enojado después de dos sablazos consecutivos (me había pedido plata que nunca me devolvió), ya le había cortado la línea de crédito y no quería que me pillara volando bajo nuevamente. En verdad uno le acepta muchas cosas a los amigos (yo al menos) por el solo y misterioso hecho de que me caen bien. Ni siquiera a la Pilar o a Tomás Jr. les perdono cosas que habitualmente aguanto a los amigos.

El caso es que me llamó sorpresivamente para avisarme que había comprado carne, y que en unos minutos estaría en mi casa, así fue como apareció y tuve que hacerme a la idea de que las celebraciones aún no terminaban. El asado resultó un desastre porque el maldito fuego no quería prenderse, los consejos expertos de mi suegra y una tia nos pusieron de mal humor y cuando al final lo encendimos y colocamos la carne, la leña (porque yo había insistido en hacerlo con leña en lugar de carbón) se consumió en unos minutos dejando la carne cruda y sin fuego.

En fin, al mal tiempo buena cara así es que tuvimos que encender fuego nuevamente en medio de los comentarios burlones del consejo de ancianas ("yo le dije, pero siempre ha sido porfiado como un burro") y las respuestas sarcásticas y amargadas de nuestra parte ("si no está haciendo nada, por lo menos cállese"). Finalmente después de mucho tiempo y esfuerzo terminamos de asar los pedazos de carne, pollo y chorizos que quedaron como en la época de las cavernas, mitad crudos, mitad carbonizados.

Como había pasado tanto rato que al final igual los comimos, "el hambre es la mejor salsa" solía decir mi papá. Todo mal, menos el trago y la conversación porque nos tomamos innumerables cervezas, vino tinto y además aprovechamos de hablar -mal- de todos los amigos ausentes, como corresponde.

Es muy curioso esto de los amigos, nunca he comprendido bien el mecanismo de como las personas llegan a caerse bien, incluso tratándose de gente absolutamente incompatible o inconveniente. Algunas personas basan la amistad en la conveniencia y exigen lealtad, esa es una tontería, muchos de mis mejores amigos son mentirosos y desleales, creo que algunos me venderían por cincuenta pesos, otros son esnob siendo que me carga el esnobismo, o son drogadictos cuando yo desprecio a la gente incapaz de controlarse, otros amigos son mitómanos o enfermizamente indecisos, cosa que me desespera en la gente común.

Pero en fin, por alguna extraña razón me caen bien y me gusta juntarme con ellos, que diablos, si son mis amigos, aunque sean de lo peor son los mejores para mi. De ese extraño y variado zoologico humano que son mis amistades conversábamos sobre dos tipos extremos, uno es un excelente profesional de universidad de prestigio, pero que sobrevive apenas día a día, haciendo trabajos por una miseria de plata, lo más curioso es que cuando le ofrecieron un trabajo estable y bien pagado en la burocracia estatal no lo dudó un momento en rechazarlo "no gracias, no estoy para eso".

Otro amigo en cambio es un dínamo humano, vendedor nato que ha ganado muchísima plata escalando durante toda su vida, hiperkinético, perfeccionista con dos perfectos infartos; al hablar con él, uno se llena de entusiasmo, tiene el aura típica de los grandes vendedores y es por donde se le mire un tipo que ha obtenido éxito en la vida. Ahora que tiene de todo comenzó a pensar en la calidad de vida, pero resulta que ya no puede parar de trabajar, viaja una semana al mes al extranjero, asesora a un político en Santiago y el tiempo que le queda se desespera buscando algo que hacer en su lujosa casa de campo cerca de Santiago.

Estos dos tipos extremos me hacen pensar en la diferencia entre el éxito social y la felicidad, en fin, no se quien vivirá mejor pero dudo que el flojo se vaya a morir de un infarto, como es probable que le toque al otro. Son dos formas extremas de pasar por este valle de lágrimas.

7 comentarios:

  1. Una disgresión. Yo siempre he sabido que los yankees cocinan la carne a la llama, o algo así, como sobre el mismo fuego. Eso se ve en las películas cuando hacen sus "barbecues".
    Mientras que nosotros - y doy fe que los uruguayos y los brasileros del sur - la cocinamos sobre brasas que se sacan de un fuego aparte. en Arica cómo lo hacen?

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  2. ... a mi siempre me gustó una frase de Borges sobre la amistad entre su padre y un tipo que caía de visita. Decía algo así como "esa amistad varonil que empieza por no hacer confidencias y termina por no hablar casi de nada"
    En su caso estos tipos leían le diario juntos, cada uno en su silla, y apenas cruzaban palabra. Yo no llego a tanto, pero tengo reuniones de amigos donde prolijamente se habla de política nacional, economía, el clima, fútbol y muy raramente de nada personal. He estado esquivando temas personales por décadas con algunos amigos.

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  3. Ulschmidt, como acá somos argentinos wanabe, todos se jactan de hacer el asado "al estilo argentino", lo chistoso es que unos juran que el estilo argentino es sobre las brasas y otros que es sobre la llama, unos dicen que es con pura sal y otros con unos menjunje. Y todos aseguran que ese es "el verdadero estilo argentino", siendo más chilenos que los porotos con riendas.

    Es muy cierto que las mejores amistades son las que no se cuentan confidencias, ni apoyos morales ni nada de esas tonteras. Los verdaderos amigos solo se juntan, pueden pasar sin hablar de nada, hablando cosas intrascendentes o bien repetir mil veces las mismas tonteras, porque la amistad de verdad no necesita discursos, uno se siente bien solo con la compañía, ahora si es con un trago, mate o lo que sea, tanto mejor.

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  4. El encendido del fuego, por cierto, es un drama. El último momento humillante lo pasé durante unas breves vacaciones donde había un asador colectivo, por decirlo así, a disposición de los turistas. Unas damas muy urbanas, liberadas de maridos y amantes, estaban al lado mío, y ya tenían en marcha flor de fuego. Yo me puse con mi pila de carbón, unas ramitas que me costó juntar, unos papeles, y no conseguía encenderlo.
    Es uno de esos momentos en que por simple lógica uno debía pedirle un par de brasas a las vecinas para iniciar el propio fuego, pero naturalmente mi orgullo gauchesco me impidió hacerlo. Las muy guachas, que miraban muy fijamente mis esfuerzos incendiarios vanos, no me lo ofrecieron nunca. Estoy seguro que se divertían muchísimo conmigo.
    En casa tengo un tacho sin fondo, un simple cilindro abollado, que coloco sobre la pila de leña o carbón. Sirve de chimenea, la abolladura le vino a dar un "efecto venturi" muy interesante. Hace un gran tiraje y enciende siempre. Pero no puedo andar con mi tacho-chimenea por todo el mundo.

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  5. Encender el fuego es uno de los misterios más grandes que existen, a algunas personas no se les prende ni a paioa el asunto.

    Nuestro recordado amigo NN (muerto hace algunos años) tenía un estilo único: tomaba una bolsa de carbón, le abría una puntita, luego sacaba un cigarrilo Camel y lo prendía, sin apager el encendedor prendçia la punta de la bolsa y la dejaba tirada en la parrilla "vamos a tomarnos un trago muchachos" y se olvidaba del asunto, en un par de minutos y el fuego ardía como el diablo.

    Yo durante muchos años fui negado para encender el fuego, ahora con los años lo enciendo sin dificultades, mi secreto es empapar unas servilletas con aceite,hago unas bolitas y las tiro entre el carbón, no me falla

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  6. ve? ahí hay una idea.
    - residuos de aceite de cocina, o de aceite de talleres, el clásico saldo del cambio de aceite automotor que los talleristas echan en cualquier lugar que no deben seguramente.
    - residuos de papel diario, de papeles de oficina, de cartones, aserrines, otro saldo destinado al reciclaje.
    - impregnado de uno en otro, cortado y formación de las bolitas.
    - empaquetado en una pequeña bolsa plástica
    - adherido a la bolsa de carbón con el logo "INCLUYE INICIADOR DE FUEGO"
    - con la leyenda adicional "elaborado con materiales reciclados. Ecológico. "
    Bueno, pero seguro que es un trabajo bárbaro. Que otro desarrolle el proyecto !

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  7. Denigrante pero buen negocio, cuando prendemos fuego en la parcela hacemos las bolitas con aceite puro de oliva, hecho en casa, eso si que es gourmet. La leña de olivo también arde como el diablo y dura mucho prendida.

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"Send me a postcard, drop me a line
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Will you still need me, will you still feed me
When I'm sixty-four"