20 abril 2019

Refrito del sábado: el miedo torero

Esta entrada es un refrito de mayo del 2010, es decir tiene 9 años y habla de un tema que siempre me ha interesado que es la cobardía. Hay muchas clases de cobardía y yo sufro de algunas -como todos supongo- pero hay algunas cobardías que yo no tengo, como esa de "el cobarde muere muchas veces, el valiente solo una" como escribió Shakespeare. 

Una de las razones por las que me encantan los toros -además de la estética- es que en casi ninguna otra parte uno puede vr a un tipo enfrentándose voluntariamente a una muerte horrible. Entrar de frente sobre un toro que viene al galope para ponerle las banderillas y esquivarlo en la última fracción de segundo es algo que no se ve en ninguna otra actividad o espectáculo. La cara de los torero cuando empiezan una tarde es extraordinario, especialmente cuando hacen una faena brillante.En fin, vamos al refrito

El miedo torero
Ya se acerca el 21 de Mayo, buena fecha para hablar de valientes y cobardes. Conversábamos, años atrás con un amigo sobre el curioso caso de personas que habían peleado en guerra o trabajaban en asuntos muy peligrosas y eran exageradamente miedosos. Se supone que los que están constantemente en peligro deberían ser calmados y valientes en la vida cotidiana, pero en general parece que ocurre todo lo contrario. Viven asustados.

Todos admiran la valentía, pero es un asunto muy difícil de definir, en su libro Muerte en la Tarde -sobre las corridas de toros- Hemingway escribó cosas muy interesantes sobre valientes y cobardes. Frente a un toro de lidia un hombre a pié puede estar perfectamente seguro, incluso darle la espalda o tocarle el hocico sin correr peligro si el tipo conoce a los toros, pero la gracia es que el torero escoge cuanto peligro va a correr y si es bueno se acercará a la muerte de manera voluntaria, tanto como sea posible.

Según Hemingway, que como aficionado conoció muchos toreros, existen distintas clases de valor. Hay personas de temperamento frío o estúpido, que no son capaces de sentir miedo porque su mente es muy básica, así pasa con muchos asesinos que corren grandes riesgos o los tipos que pelean a sablazos dentro de la cárcel, esos tienen el valor ciego de un toro, inconscientes del peligro como si estuvieran borrachos o drogados. La valentía de un estúpido no tiene mucho mérito.

En el otro extremo hay tipos que no pueden dominar su imaginación, se los comen los nervios y son tan extremadamente cobardes que no pueden controlarse. Hemingway cuenta de un gran torero gitano que entraba en crisis de pánico y salía arrancando cuando sentía que un toro lo miraba feo, pero que cuando estaba en su día era capaz de hacer las faenas más arriesgadas y perfectas que ninguno. Era tan cobarde que frente a un toro empezaba a temblar y no podía sostenerse, entonces inventó el toreo de rodillas que con el tiempo se transformó en un estilo popular.

Yo soy cobarde -como la mayoría de la gente supongo- pero no nervioso, he estado a punto de matarme un par de veces y no pienso, me quedo impávido, me asusto cuando ya pasó lo más peludo, tampoco pierdo la calma para los temblores ni nada de eso. Pero la cobardía me aparece en los sueños, a veces sueño que estoy en peligro y ahí me despierto preocupado.

La valentía del momento no me parece gran cosa, cualquiera se envalentona en un momento. El tipo más valiente que he conocido fue mi amigo Jaime Mancilla, al que la diabetes se lo fue comiendo de a poco durante años, le cortaron un pie, luego las dos piernas y le empezaron a cortar los dedos de la mano, nunca lo vi asustado y aunque debió haber estado muerto de miedo mantuvo la buena cara y la risa hasta el día de su muerte.Eso si que es ser recio.

La cobardía en cambio tienen muchas formas y la peor es la cobardía moral: andar buscando a otros para echarles la culpa de sus propias debilidades, justificarse a lo Bart Simpson "yo no fuí" puede ser muy divertido en un caricatura pero en la vida real me parece propio de gusanos. Entiendo perfectamente que alguien se asuste y reaccione mal por el miedo del momento, el cementerio está repleto de héroes y soldado que arranca sirve para la otra guerra pero eso de traspasar su propia cobardía a otros es de lo peor.

Días de sol en Arica, todavía no enciendo el cálifont en las mañanas y ando día y noche de manga corta, esto se pone bueno y ojalá tengamos muchos años más así. El 2 de abril empiezo a hacer clases a la nueva versión del ex Chile Joven, me encantan esos programas de capacitación porque me recuerda cuando yo tenía 18 o 19 años y andaba muerto de hambre sin la menor idea de que iba a ser de mi miserable vida.

Tiempo atrás estaba retirando mi licencia de conducir cuando me encuentro con Paola, una de mis alumnas de los años 90, me contó que había seguido estudiando y ahora era asistente social y estaba trabajando muy bien en Antofagasta. Cuando vino Ingrid a Arica andaba visitando a personas afectadas por los polimetales para su documental y me contaba que la atendieron con bastante desconfianza, por casualidad salió mi nombre y la entrevistada había sido alumna mía del Chile Joven, a partir de eso todo se arregló porque me recordaba con mucho cariño. ¡Como no me va a gustar hacer esos cursos!. Los haría igual aunque no me pagaran un peso, claro que eso no se lo cuento a nadie.

Vengo llegando del Restaurant Lo Nuestro en playa Chinchorro, donde mi amigo N.N. me invitó a disfrutar del opíparo buffet, es increíblemente bueno y además el dueño es otro amigo, Sergio Focacci. Felicitaciones Sergio porque tienes uno de los mejores restaurantes de Arica, además que los precios son excelentes. Bien comido y mejor tomado ahora procedo a retirarme a mis aposentos. Hasta mañana.

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