30 marzo 2006

Degustador de parrilladas



Varios años atrás, a principios de los 90 pasó a saludar a mi oficina un amigo detective, desde que entró noté que andaba muy molesto, hasta que finalmente me dijo "compadre, por aquí hay un muerto, hay olor a muerto". Yo pensé que me estaba haciendo alguna broma, le dije que no olía nada pero el tipo seguía inquieto y con mucho desagrado, "no, no, si yo conozco bien ese olor asqueroso", le dije que tal vez habría un ratón muerto o algo así pero nada, insistía que había un finado y se fue convencido que por algún lado cerca había un muerto.

Ese día le pregunté a cada uno de los que entraron a la oficina y nadie sintió absolutamente nada, hasta que me olvidé del asunto. Y al día siguiente encontraron al muerto; un tipo que se había ahorcado en el departamento del lado, seguramente cuando estábamos conversando o poco antes ¿como pudo oler nada si el tipo estaba recién muerto?, ese era uno con condiciones extraordinarias para su trabajo. Después se fue trasladado con un buen puesto y nunca más supe que había sido de el.

La mayoría de las personas trabajan por obligación en lo primero que encuentran, o donde mejor les paguen y simplemente hacen lo que pueden dentro de sus capacidades. Algunos son flojos, inútiles, otros son aplicados y trabajadores pero hay unos pocos que parece que nacieron para el trabajo que hacen, son rara avis, pero de haberlos, los hay.

Yo he conocido unos pocos de esos como mi amigo el detective. Conozco dos soldadores y un pintor de autos que también tienen el don, un par de profesores de matemáticas -Galleguillos y Dávila- que eran una máquina de enseñar: claros, perfectamente ordenados, pacientes. Rodrigo Nuñez que donde pone el ojo pone la foto, certero, impecable. Hay médicos que también tienen esa fama pero la única vez que fuí a uno fue donde el doctor Sakurada para que me volara un lunar así es que no tengo experiencia personal.

Mi amigo Eduardo, pirihuín de pipa, tiene el don de la cocina: nada le queda malo, mientras prepara parece que va derecho al desastre, porque experimenta y se arriesga con cosas que nunca ha hecho, no sigue un stock de recetas, y como tiene el don, al final todo lo que toca le queda rico.

En cambio en otras profesiones jamás he encontrado a alguien certero. Conozco muchos mecánicos y algunos muy buenos con las manos, pero ninguno con el don de diagnosticar: sino que van tanteando por el costoso método de prueba y error. Lo mismo con los albañiles o abogados, nunca he conocido a uno que le achunte, a puros palos de ciego nomás.

¡Que lindo es ver trabajar a estos tipos que tienen los dedos para el piano! todo lo que hacen parece fácil y les sale bien ¿por que será?. Así es que yo me puse a averiguar cual podría ser mi don en el caso en que me viera en la penosa obligación de trabajar, y lo descubrí: mi don es ser degustador de parrilladas, como la que me comí anoche. Esa debe ser mi vocación.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

"Send me a postcard, drop me a line
Stating point of view
Indicate precisely what you mean to say
Yours sincerely, wasting away
Give me your answer, fill in a form
Mine for evermore
Will you still need me, will you still feed me
When I'm sixty-four"