Cuando yo era un chiquillo, hacerse millonario de manera rápida y segura, sin correr riesgos y a partir de un capital muy pequeños parecía una idea estúpida, incluso en gran parte de mi larga vida adulta era algo que no se le habría ocurrido a nadie con una mínima inteligencia.
Crecí en la idea que el camino para ganar plata era trabajar mucho, ahorrar mucho e invertir bien. Por eso mismo nunca me interesó la plata.
Siempre pensé que para enriquecerse había que trabajar duro, cosa que no me hacía maldita gracia. Jamás creí que valiera la pena trabajar o esforzarse para tener un buen pasar.
Pero a fines de los años ochenta apareció por Arica un primo millonario, con quien no nos veíamos desde que yo era niño, y se quedó espantado ante mi estilo de vida ocioso y sin ambiciones. ¿Y qué haces para vivir? fue lo primero que me preguntó.
Yo estaba cesante desde 1986 más o menos, le dije que me defendía vendiendo programas de computación y haciendo asesorías esporádicas en los tribunales y los regimientos, eso me alcanzaba para pagar la pieza que arrendaba y comer.
No lo posía creer, me preguntó con espanto ¿Y qué pasa si te enfermas? ¿Y si un mes no tienes para pagar la pieza o para comer? ¿No has pensado en casarte y hacer familia?
En verdad esas cosas ni se me habían pasado por la cabeza.
Siempre supuse que si me enfermaba me tendría que curar solo o morirme, que siempre me las podría arreglar de alguna forma para tener un techo y comida y ni pensar en una familia, en esos años ese panorama era mi peor pesadilla.
Me dijo que tenía que estar loco, que era un irresponsable y que tenía que trabajar con él. Quería instalarse en la Zona Franca de Iquique con un galpón así es que me propuso que buscara un local grande y bien ubicado en Arica, él me lo iba a arrendar por un año y lo llenaría de mercadería. Yo le devolvería con las ventas.
Eran los años del furor de la ropa usada importada y en Arica podía organizar el contrabando hacia Perú y Bolivia, cosa en la que tenía mucha experiencia porque me dediqué a eso cuando me echaron de la Casio. Me dijo "vas a ganar plata sin hacer nada", lo recuerdo como si fuera hoy.
Con ese potente argumento me convenció y "como se dijo se hizo". Partí como avión vendiendo decenas de miles de dólares al principio, me divertí mucho, quedé como gerente de la importadora en Zona Franca y por un par de años fui un respetable hombre de negocios.
Para acortar una historia larga en menos de tres años llegó el desatre: apareció Fujimori y la economía peruana dio un giro por completo y yo, igual que todos los comerciantes de Arica de esos años, sufrí la quiebra más espantosa.
Bueno, ya les he contado de eso pero necesitaba repetirlo para dar contexto a la entrada de hoy.
Resulta que cuando empezó el Siglo XXI empezaron a verse cosas raras en el mundo. A mediados de los noventas un tipo que tenía exactamente mi edad de apellido Gates, se convirtió en el tipo más rico del mundo.
Pero después empezaron a aparecer muchos más de la nada. Un don nadie como Steve Jobs no solo hizo una gran fortuna sino además se convirtió en el primero de una larga serie de gurues que nos enseñaba que cualquiera con una buena idea -y sobre todo con un buen cuento- podía hacerse billonario.
Y con el tiempo surgieron otros aparecidos: Jeff Bezos, los tipos de Google, Mark Sukerberg, Elon Musk, Jack Ma y tantos otros que sin ninguna trayectoria empresarial acumulaban enormes fortunas. Es algo que no se había visto nunca antes, al menos que yo recuerde.
Muchos simplemente fueron estafadores de alto nivel que fueron vendiendo un cuento tras otro, ofreciendo cosas imposibles que invariablemente hacían menos de lo que se prometía, pero con una promoción masiva la gente empezó a creer que se trataba de visionarios con una inteligencia extraordinaria.
Y claro, nadie -o casi nadie- se hace tan millonario sin su cuota de habilidad, pero las verdaderas causas de estos éxitos fueron una mezcla de oportunidad, suerte y auto promoción.
La cosa es que detrás de esa primera línea de verdaderos billonarios, apareció un ejército de oportunistas, gurus de bajo presupuesto ofreciendo lo mismo. Veo por ejemplo en Youtube algunos videos con títulos como
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En fin, para qué sigo. El caso es que los payasos y charlatanes que aparecen dando consejos con una seguridad envidiable.
Y para qué hablar de los influencers y coach de "Trading" o los charlatanes que han dedicado su vida a hablar de las maravillas del Bitcoin.
Dicen que el Bitcoin está en máximos históricos -lo que es cierto, bordea los 100 mil dólares- y por eso afirman muy serios que hay que apurarse a comprar que ahora está subiendo, lo que es una estupidez increíble pero todavía encuentran incautos que creen.
Dicen que si alguien hubiese invertido 100 dólares en Bitcoin en la fecha xx, hoy tendría un millón de dólares. Esa es otra estupidez del mismo calibre que afirmar que si alguien hubiese apostado 10 mil dólares al número que acaba de salir en la ruleta, o si hubiese comprado el número que ganó la lotería, etc.
Obviamente que en inversiones muy arriesgadas y con enormes variaciones la ganancia es también enorme, pero siempre y cuando ganes, y por uno que gana 500 o más lo pierden todo. Eso si que no lo dicen.
El azar solo sirve como entretención, como negocio de largo plazo siempre termina mal.
La Segunda Ley de la Termodinámica -una de las pocas leyes prácticamente indiscutidas de la ciencia- dice que la entropía de los sistemas cerrados siempre aumenta, es decir se hacen cada vez menos predecibles. Tratar de hacer predicciones a largo plazo es apostar comtra la naturaleza.
Lo curioso es que mucha gente que nació con el Siglo XXI y hoy están en sus treintas, tienen esa creencia en la magia.
Están convencidos que si Steve Jobs pudo hacerla ¿por qué no ellos? Claro que no paran un segundo a pensar que por cada Steve Jobs hay cien millones que se arruinaron.
Como decía al principio, jamás me interesó ganar plata, mucho menos pensar en el futuro, como hacen muchos esclavizándose a un trabajo que odian, solo para tener una seguridad cuando viejos y "no depender de nadie".
Sin embargo de manera inesperada, sin tener ninguna intención de acumular, siempre he ido acumulando y he llegado a tener más seguridad que muchos de mis amigos al llegar a los setenta. Porque esto de no preocuparse por el futuro a veces puede ser lo mejor para nuestro futuro.
Como nunca tuve ingresos fijos me preocupé de vivir muy frugalmente, así es que jamás he gastado un peso más de lo que tengo. Más todavía, siempre he mantenido un fondo de reserva por si las moscas.
Como simpre me preocupó no tener donde dormir, a la primera oportunidad me compré una casa, al contado, y con los años la he ido arreglando.
Como el día que me enferme no tendré un centavo para ir a un doctor, a medida que avanzo en edad he tratado de moderar los excesos, hacer ejercicios, comer mejor, en fin. En verdad cuento con los dedos de una mano las veces que he ido a un médico en mi vida, y me sobran dedos.
Y ahora que hasta tengo mis modestos ahorros, estoy jugando al micro inversor. Para el día que el dólar llegue a luca, como lo pronostiqué hace tamtos años, tengo separados 400 dólares para cambiarlos a pesos, entonces abriré una cuenta dos al la AFP y los pondré allí.
Ya le he infiltrado mis ideas al Tomás Jr. que -cuando le comenté lo de los dólares. me dijo que él también tiene su cuenta dos, con cuatro chauchas pero eso es lo de menos, el hábito de ahorrar es lo importante, es como la lectura, una vez que le tomas el gusto ya no lo dejas.
Que los idiotas sueñen con hacerse ricos de la noche a la mañana o se sacrifiquen trabajando, yo tengo todo lo que necesito y un poco más, sin haber movido un dedo en mis casi 70 años de vida. Si estiro la pata esta noche o esta semana, no tendré mucho de que arrepentirme.
Vaya, sin querer Don Tomás, resultó más cristiano que los mismos cristianos. Es que al final, si uno lo ve de ese modo; muchas de nuestras preocupaciones nacen de esas ganas de poseer más y más, y si bien no me opongo a que la gente pueda adquirir los bienes que deseen, deben también asumir las consecuencias de estos. ¿Quién les dijo que ser millonarios y poseer mucho iba a ser color de rosa? La vida tiende a ser más compleja y todos tendremos momentos donde reiremos y otros donde sufriremos. Finalmente, y con temor a sonar cursi, creo que la familia, amigos y pareja son finalmente el mayor tesoro que uno tiene. No hay nada más reconfortante que tener a personas en quienes confiar y que te apoyen en momentos difíciles.
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