Ya es definitivo que al gobierno de Donald Trump tendrá mayoría en ambas cámaras, yo creo que eso es muy bueno. Sea como sea el desempeño del gobierno no se verá obstaculizado ni paralizado por esos odiosos empates que se producen cuando un gobernante no cuenta con mayoría en el parlamento.
Y si el gobierno resulta malo ya no tendrá a quien echarle la culpa y en el intento de reelección puede perfectamente ser echado a patadas por un gobierno y parlamento totalmente contrario.
Yo creo que esa idea de los "check and balances" donde gobierno y oposición terminan empatándose es nefasta y explica una gran cantidad de los problemas y el desprestigio que tiene la democracia, porque las responsabilidades se diluyen.
Un mal presidente se puede excusar con que "no lo dejan gobernar".
Y como el trabajo de toda oposición política es precisamente ese -no dejar que el presidente gobierne- los enfrentamientos entre el ejecutivo y legislatuvo paralizan al país, confunden a los votantes y al final nadie tiene la culpa del estancamiento.
Acá en Chile vemos el efecto nefasto de estos enfrentamientos entre ambos poderes y además le tenemos que agregar otro problema gigantesco que es la fragmentación política en decenas de pequeños partidos que no representan a nadie.
Yo recuerdo muy bien como esa fragmentación fue la causa principal de la crisis política hasta los años setenta, los chilenos bromeábamos con eso de los partidos "con diez militantes y una campanilla" que al final se convertían en poderosos árbitros para desempatar las elecciones.
Recuerdo la USOPO, el MAPU, la Democracia Radical, el Partido Agrario Laborista, los Estanqueros, el Partido Democrático Nacional, la Izquierda Radical y muchos más que ahora se me escapan. Todos esos partidos callamperos solo representaban a algún "líder carismático" y a su grupito de amigos.
El Gobierno Militar, a partir del diseño de la Constitución de 1980 tuvo como propósito solucionar todos esos vicios que hicieron colapsar el antiguo sistema y estableció el sistema electoral binominal, que incentivaba a la formación de dos grandes partidos, al modelo de Inglaterra, Estados Unidos y otras democracias más sólidas.
El "fin al binominal" fue parte de la invasión y toma que hicieron los políticos para apoderarse del sistema de acuerdo a sus intereses y eternizarse en el poder pèse a no tener representación popular. La idea era que el binominal "no era representativo".
Como chiste no podía ser más triste porque si hay un sistema que no representa al electorado es el actual, con decenas de partidos políticos que son verdaderas Pymes, donde hay tipos como Luis Winter que -con suerte- representan a su mamá y a su grupo más íntimo de amigos.
Pero no me quiero meter en la representatividad porque hace muchos años Kenneth Arrow demostró matemáticamente que las elecciones perfectamente representativas son imposibles (el Teorema de la Imposibilidad de la Democracia)
Lo que considero importante es otra cosa: cómo los políticos han ido tomando el control del sistema de acuerdo a sus propios intereses, para mantenerse en el poder incluso si son rechazados por los votantes.
La eliminación del sistema binominal, cambiándola por un sistema proporcional, tal como el que tuvimos hasta los años 70 del siglo pasado significó un enorme retroceso que nos tiene como estamos hoy, con partidos pyme como los Humanistas, Liberales, Regionalistas y otros tan absurdos como los que existían en los sesentas.
Otro cambio fundamental que pudrió nuestro sistema político fue el financiamiento estatal de los partidos. Este fue un invento de la izquierda que alegaba que -por ser "partidos de la clase trabajadora"- no podían competir en igualdad de condiciones con los "partidos de la clase alta".
Este argumento es la máxima expresión de la hipocresía en un mundo donde resulta ridículo hablar de partidos de clase, y muestra perfectamente como los políticos profesionales se dedican a robarnos a todos para su propio beneficio.
En la mayoría de las democracias sólidas del mundo como Estados Unidos y países de Europa, los partidos políticos se financian exclusivamente en base a cuotas y donaciones de sus militantes y simpatizantes, con la única obligación estricta que es la transparencia: cada donación debe ser pública.
Pero en nuestra "copia felíz del Edén" la cosa es muy distinta, porque aparte de las donaciones, es el gobierno quien -con plata de nosotros los giles- paga los gastos de cada partido y paga una suma a los candidatos por cada voto que obtienen en una elección.
Así se da la situación insólita que los ciudadanos estamos obligados a financiar con nuestros impuestos a tipos que despreciamos, que consideramos ladrones y crápulas.
Esto ha creado grandes oportunidades de negocio e incentivos para hacer partidos y ser candidatos con el objeto de enriquecerse personalmente.
Tipos sin ninguna probabillidad de ser electos se consiguen las firmas y se presentan regularmente como candidatos presidenciales, para darse la gran vida con las lucas que les pasa el estado por cada voto que consiguieron: Marco Enriquez Ominami, Franco Parisi por ejemplo.
Y para un grupito de amigos que encuentran la oportunidad para formar un partido político con una representación ínfima de la población, no es difícil conseguir las firmas, hasta pueden comprarlas y falsificarlas como lo han hecho muchos.
Así se convierten en una Pyme que no solo da réditos políticos sino además económicos. El Partido Liberal, que mejor ejemplo.
Nuestro sistema político está enfermo, más bien podrido. Es cuestión de mirar las encuestas de opinión acerca de las instituciones y si hay algún resultado que ha sido históricamente consistente es este: nadie en Chile está tan desprestigiado como el sistema de justicia y los políticos.
Son décadas en que esa opinión se viene consolidando en nuestro país: no hay nadie más despreciable que los políticos, fiscales y jueces.
Cuando en un país decente debería ser exactamente lo contrario: políticos, fiscales y jueces deberían ser los tres grupos de mayor prestigio y apreciación.
O sea no somos un país decente y para convertirno en eso se necesitan dos grandes reformas que reviertan toda esta invasión y captura de nuestro sistema que han hecho los políticos.
La primera reforma indispensable es a nuestro sistema de justicia y de eso he hablado mucho por acá mismo.
La segunda reforma urgente es a nuestro aistema político que debiese terminar con el financiamiento estatal, volver al sistema binominal o idealmente a un uninominal mayoritario como en Inglaterra, una democracia sólida y consolidada.
Otra cosa que habría que pensar es como evitar los empates políticos y los conflictos entre el ejecutivo y legislativo.
La pierna derecha no puede funcionar si anda a contramano con la pierna izquierda, al elegir un gobierno el ejecutivo y la mayoría parlamentaria deben coincidir siempre. Hay formas de conseguir esto con sistemas parlamentarios, pero no siempre funcionan. Basta con mirar a España.
¿Es importante la Apec?
Solo un recordatorio para una futura entrada. No tengo muy claro si habrá algún beneficio para nuestros países pertenecer o no a la APEC, pero solo quería poner un breve comentario sobre la utilidad de las "cumbres".
Yo estuve en Santiago cuando fue la reunión del 2004 cuando vino G. W. Bush, incluso tuve un fortuito y divertido encuentro con uno de los tipos de la comitiva de seguridad de Vladimir Putin en el Barrio Bellavista, lo conté acá mismo.
Hasta el día de hoy me arrepiento de no haberle robado la billetera, estaba borracho como cuba y se quería agarrar a una de las amigas con que yo andaba y le pasaba sus documentos a todos sin que se los pidieran ¡como no se los robé por la flauta!
Bueno, de esa Apec no quedó nada para Chile y tampoco de la otra cuando vino Obama, muchas reuniones testimoniales de grupos medio anarcos pero nada de importancia.
Un mal chiste todo el maldito asunto. Yo creo que los únicos que se forran con esto son los dueños de bares. Cuando yo fui los barrios Suecia y Bellavista se hicieron la América.
Ahora están en Lima y pienso que sería un buen momento para andar por Barranco ahora mismo. Lástima que ya no viajo y no tendría absolutamente nada que hacer allá. La oportunidad toca la puerta solo una vez.
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