La jaula de las locas

¿Se acuerdan de esa película? The Birdcage, era buenísima. Se trataba de un matrimonio de homosexuales que tenían un cabaret o algo así y del hijo de uno de ellos que tenía que llevar a su prometida con sus padres -políticos muy conservadores- a conocer su familia. Una comedia de situaciones espectacular.

A mi siempre me chocaron los homosexuales, pero desde que vi esa película me divertí mucho y tuve que admitir que pueden haber algunos que son simpáticos y queribles.

Con los años he llegado a tener buenos amigos y amigas del otro equipo y creo que a estas alturas me queda poco o nada de la antigua homofobia. No me gusta hablar mucho del asunto, creo que cada cual con su gusto y pueden hacer lo que se les antoje con sus partes pudendas.

Claro que no soporto ni en pintura a los activistas gay, a los que se llenan la boca con la diversidad, la tolerancia y son más intolerantes y discriminadores que nadie. 

A esos los detesto, pero también los evito porque no me hace ninguna gracia cruzarme con un maricón enojado, una vez vi uno peleando y creo que algunos son bastante peligrosos.

¿A qué viene todo esto?
Resulta que el asunto de Procultura, que tiene acorralado al presidente Boric, a su ex pareja Irina Karamanos y muchos otros, acaba de tomar un giro inesperado.

Resulta que el psiquiatra Alberto Larraín, ex pareja de otra psiquiatra de apellido Hunneus, con la que habló Boric por teléfono, tiene desde hace algunos años una pareja hombre. don Sebastián Balbontín, quien fue candidato a alcalde en las elecciones pasadas.

Recordaremos que -hasta donde se sabe- el doctor Larraín hizo desaparecer cerca de cinco millones de dólares de proyectos sociales la mayoría graciosamente adjudicados por gobiernos regionales afines a Boric.

Pero ahora me desayuno con la siguiente noticia en El Libero:

ProCultura: donaciones que Alberto Larraín reconoce haber hecho a campaña de su pareja no figuran en el Servel
En su declaración ante la fiscalía, el psiquiatra y exdirector de la fundación señaló que donó dineros a la campaña a alcalde de Sebastián Balbontín (RD) “a través de terceras personas amigas”, a las que identificó como Francisco Fuentes y Luis Delgado. Sin embargo, este último no aparece en la planilla del Servel de los aportes hechos al postulante a edil de Limache.

O sea hoy me desayuné con dos noticias extraordinarias: que Larraín, íntimo amigo de Boric, es homosexual y que donó varios millones para la campaña de su pareja.

Hoy salió diciendo que esos millones de pesos salieron de su bolsillo, no lo dudo, supongo que primero se robó los 5 millones de dólares, luego se metió algunos millones en el bolsillo y finalmente le hizo una muy generosa donación a su pareja. 

Con el vuelto le pasó unos millones a su pobre papá para que -actuando como testaferro- compara una casa colocándola a su nombre. No haré ningún juicio moral por la homosexualidad ni por el robo, pero si criticaré la hipocresía con que se ha tratado todo este asunto.

Me acordé de los sketch del gay encubierto en el Club de la Comedia ¿por qué recién se destapó este asunto de la pareja de Laraín? Hasta ahora nadie en la prensa lo ha comentado, el implacable Tomás Mosciatti está calladito como pollo, pese a que debe haber sabido del asunto hace meses, por parte baja.

Nadie se atreve a tocar el tema, seguramente por miedo al lobby gay. Qué hipocresía más grande, estas cosas debieran ser discutidas abiertamente. Tanto que dicen que no tiene nada de malo ser homosexual y sin embargo siguen tapándolo como si fuese un estigma espantoso.

Y cuando alguien se atreve a mencionarlo lo crucifican públicamente ¿por qué si no tiene nada de malo? Es muy extraño. 

Tan extraño como las muestras de cariño entre Larraín y Orrego, el gobernador de Santiago, que le asignó un proyecto por más de un millón y medio de dólares que nunca llegó a ejecutarse.

A todo esto me llama la atención el tatuaje que tenía Boric en su antebrazo derecho. Es un tatuaje que parece que lo rellenaron de tinta para borrarlo, su amigo Larraín tiene otro igual, pero él no se lo ha borrado, miren nomás

Me quemé la mano
Eso, estaba llenando con bencina mi encendedor favorito Karl Wieden, pero como soy neófito en esas cosas, no le puse cuidado y le eché demasiada bencina Zippo, sin darme cuenta se me empapó la mano y cuando lo prendí salió una gran llama.

Cuando pasa algo así de inesperado, uno tiende a reaccionar de manera estúpida. Ese fue mi caso porque en lugar de botarlo al suelo y tratar de apagar el fuego, salí de la oficina con el encendedor ardiendo en la mano, para no echar a perder el piso de la oficina.

Finalmente lo boté el el pasillo y empecé a apagar las llamas de la mano. Me dolía como el diablo, le dije a la Pilar que buscara en el doctor Youtube y el remedio era sencillo: mucha agua fría de la llave, nada más. 

Ya me duele menos y estoy escribiendo esto con la mano izquierda, así es que lo dejaré hasta aquí nomás, hasta mañana.