Hace ya varios años, una buena amiga que es psicoloca, me pidió que -como soy bueno redactando- le escribiera un cuento porque necesitaba historias no recuerdo para que cosa. Debía ser edificante y dejar una moraleja porque era para contarlo a los niños. Yo nunca he escrito ficción así es que no quería hacerlo, pero insistió, esta fue la primera y última vez. En fin, aquí va, textual...
Los dos hermanos: un cuento infantil
Mis queridos niños, a ustedes les dedico esta historia llena de moral y buenas enseñanzas:
Érase una vez Plutarco y Peladio, dos hermanos, que estaban enamorados de la voluptuosa Pantaleona.
Ella jugaba con ambos diciendo un día “sí” a Plutarco, y al día siguiente que “bueno” a Peladio.
Esto fue metiendo el bicho de la enamistad entre ambos dos que -por lo demás- antes de conocer a la voluptuosa, habían sido hermanitos inseparables.
Y así fue como Plutarco, el más filósofo y calladito comenzo a idear un plan para deshacerse de su hermano.
Pensaba y pensaba pero no veía forma. No encontraba la oportunidad de pillarlo solo, para poder hincarle un cuchillo que afilaba cada noche mientras todos dormían.
La verdad es que Pantaleona tenía su asunto con Pepito, el cocinero de la casa, pero como Pepito no tenía plata, lo que a ella le interesaba era casarse con alguno de los hermanos -ambos eran ricachones- y mantener a Pepito como amante.
Plutarco era dueño de todos los buses mientras que Peladio tenía el bar más popular del pueblo de Pelotillehue. Así, cuando Pantaleona soñaba que contaba plata de las micros se iba con Plutarco.
Otras noches soñaba que se amanecía juergueando en la caja del bar y entonces llamaba a Peladio, que problema, no había como decidir.
Pepito por su parte era el más tranquilo, porque sabía que cualquier cosa que eligiera Pantaleona, a el nada le iba a faltar.
Y pasó lo que tenía que pasar, finalmente Plutarco tuvo su oportunidad y la aprovechó con entusiasmo, enterrando sesenta y tres puñaladas al pobre Peladio que solo atinaba a decir “no en la cara por favor hermano, que quiero morir buenmozo”,
Recordando cuanto se habían querido, Plutarco tuvo cuidado de no dar ni una sola cuchillada en la cara a su hermano querido, quien murió impecable e intacto, por lo menos en lo que se veía por la ventanilla del ataud. Bueno, y ya no fueron más inseparables.
Pasó el mes de duelo y vino el matrimonio, "el muerto al hoyo y el vivo al bollo" dijo Plutarco (que además heredó el bar de su hermano por ser su pariente directo) y la boda fué una de las mejores fiestas que se recuerden en la historia de Pelotillehue, hubo trago y comida en exceso para todos, todas y todes.
El cuento debería terminar ahora que todo quedó atado y bien atado: Ganaron los malos, perdieron los buenos y el villano se casó con la niña, fueron felices y comieron perdices.
Pero la realidad fue otra porque Pantaleona apenas casada empezó a ponerse fea y vinagre, lo peor fué cuando le comenzaron a salir unas durezas por todo el cuerpo de las que crecían ramas con hojas y todo,
Plutarco maldecía su mala suerte cada vez que le tocaba podarla y al pobre Pepito se le hacía cada día más dificil ganarse la vida, de la manera que ustedes -mis queridos niños- se deben estar imaginando.
Plutarco que era un hombre práctico decidió que ya era hora de volver a usar el cuchillo, que tan bien le había servido para su hermano, así es que una noche en que Pantaleona roncaba plácidamente (otra cosa que Plutarco detestaba) ¡ZAZ! Le empezó a dar de cuchilladas.
Pero Pantaleona ya estaba dura como palo y en lugar de sangre le saltaban astillas, con tan mala suerte que una se le incrustó al Plutarco -Pluto para los amigos- debajo de la uña. Pantita se despertó al día siguiente como si nada.
Al otro día mientras almorzaba, Pluto notó que el dedo astillado lo tenía como chicle y esa misma noche se le empezó a disolver como si lo hubiese metido en el ácido, en una semana había perdido el brazo y así sigió derritiéndose hasta que le desapareció todo el lado derecho-
Todos se reían del pobre Pluto y le hacían bromas llamándolo "el medio Pluto", bueno, todos se reían menos Pluto naturalmente. Pantaleona solo se sonreía para sus adentros pensando que en poco tiempo se iba a quedar dueña de todo.
Y así nomás fue, porque en menos de un mes una mancha como de grasa en la cama era lo único que quedó del pobre Pluto "no hay peor astilla que la del mismo palo" le comentó -muerta de la risa- Pantaleona a Pepito, su futuro nuevo marido.
Ustedes, mis niños queridos, creerán que ahora si se acaba la cosa, pero todavía hay más historia. Resulta que ese mismo año llegó una plaga de termitas a Pelotillehue y la otrora bella y voluptuosa Pantaleona se empezó a llenar de picaduras como de viruela.
Nadie se atrevía a burlarse en su cara pero a sus espaldas la gente -siempre tan mala- le decía "la cara de pan de pascua", porque efectivamente, con el ataque de las termitas parecía que en la cara le salían nueces, pasas y fruta confitada.
Un día que Pepito cumplía con sus sagrados deberes de esposo sintió que Pantaleona se desarmaba. Y así fue, porque sin darse cuenta ya tenía la pura cascarita de madera, las termitas se la habían comido entera por dentro. Pepito quedó nadando en medio de un montón de aserrín.
Y aquí si que termina este cuento con el sabio y sacrificado Pepito dueño de un bar y de la flota de micros.
¿Creen ustedes, mis niños que le pasó algo malo? ¡nada!, vivió más de cuatrocientos cincuenta seis años hasta que se murió atragantado por un hueso de pollo en medio de un gran banquete que le hicieron sus amigos para su cumpleaños.
MORALEJAS
Este cuento mis niños queridos tiene no una, sino varias moralejas:
1.No confíes ni en tu hermano (moraleja aportada por Peladio)
2.Si vas a asesinar a tu hermano, cuida de no romperle la cara (aportada por Plutarco)
3.De haber sabido me hubiera fumigado más seguido (aportado por Pantaleona)
4.La perseverancia siempre recibe su premio. Y mucho ojo con los huesos de pollo (aportado por Pepito)
Y colorín colorado este cuento ha terminado
TELON
Bonus: otro Refrito de abril del 2003: "Recuerda siempre este día"
La muralla no siempre es el papel del canalla. Un día que habían elecciones y yo no quería votar, se me ocurrió la alocada idea de viajar hasta Pozo Almonte con Tomás Jr. (casi 300 Km) para poder justificarme y que no me pasaran una multa.
Bueno, en el camino pasamos por el pueblo abandonado de Humberstone y allí encontré esta vieja muralla con la inscripción Rolando, recuerda siempre este día donde me saqué esta foto.
No soy Rolando pero siempre recordaré ese día porque fue un paseo grandioso donde tomamos muchas fotos y Tomás Jr. se paso la tarde completa en un local de video juegos de Pozo Almonte. Lo pasamos super.
Así es como pasamos la vida, más de la mitad son recuerdos y otro tanto con sueños de lo que pensamos hacer más adelante.
Muy poco es lo que nos queda para pensar en ahora; "la vida es lo que ocurre mientras estamos ocupados haciendo planes"
Bueno el cuento, ahora que sea para niños...
ResponderBorrarMe recordo el de los dos hermanos, de los tambien hermanos Grimm https://www.grimmstories.com/es/grimm_cuentos/los_dos_hermanos
¡Pero si lo escribí pensando justamente en los niños! ¿Qué mejor que un cuento con no solo una sino CUATRO moralejas? Deberían incluirlo en los libros de lectura de educación básica, si es que todavía existen esas cosas.
Borrar¿Así es que los hermanos Grimm ME COPIARON? ¡Qué tipos más descarados! Voy a leerlo y después "se lo pasaré a mis abogados"
Muy linda reflexión final, y es que al final, lo que importa, mucho más que el objetivo, son las amistades y recuerdos que hacemos en el camino a cumplirlo.
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