17 agosto 2025

El veterano y la muerte

Antenoche me junté con mi amigo Waldo -que tiene como 86 años o más- como lo hacemos de tiempo en tiempo para conversar mientras tomarnos un vino con algún picadillo. A veces nos juntamos varios amigos a comer el delicioso picante que prepara Margot, su señora.

Me encanta su casa porque ha conservado absolutamente todo de los años sesenta, los muebles, la decoración, el chiringuito en el patio donde nos juntamos en el verano, los platos, todo es como un viaje marcha atrás en el tiempo.

La cosa es que normalmente llevaba una botella de 750 cc, pero esta vez quise subir la apuesta y aparecí con una botella de vino 120 de 1.500cc, craso error.

Porque yo solo debo haber tomado a lo menos un litro y eso me dejó con una resaca tan espantosa que ni siquiera me animé a cumplir con mi deber de "Nulla dies sine linea". 

En realidad me sentía muy bien hasta que me acosté y ahi la cosa se puso brava: una sed inopòrtable, embotamiento y hasta una pesadilla tuve.

Recordé cuando yo era un jovenzuelo, en Chiloé por ejemplo, pasaba una semana tomando y después de un buen sueño quedaba tan fresco. Ese fue uno más de la serie de avisos que me había llegado por fin el viejazo.

Pocos día antes, cuando fui a buscar el reloj, tomé un bus para volver a la casa, al pagar el chofer me preguntó ¿tercera edad, cierto? ¡Claro! le contesté y me cobró exactamente la mitad del pasaje ¿Qien dijo que es malo llegar a viejo?

Me sentí muy contento, aunque apenas uso una o dos veces al año la locomoción pública. Por otra parte en los supermercados y todas partes donde iba me solían decir "joven" hasta hace muy poco tiempo: ¿acumula puntos joven? Ah, de la noche a la mañana dejé de ser joven.

Lo divertido es que no son cambios graduales, sino violentos y simultáneos. Hace poco también estuve lesionado con un fuerte dolor en el tendón de Aquiles que me tenía caminando como don Goyo, sujetándome de las barandas en la escala que hace poco subía a saltos.

Me tomó 20 días ejercitando duro el fortalecimiento de tobilos antes que el dolor se me quitara, y creo que tendré que seguir haciéndolo regularmente, para que no me pase como a mi querida suegra, que se rompió cada maldito hueso subiendo y bajando escalas. Tuvo como 6 fracturas.

En fin, no solo yo sino que muchos de mis amigos andan por las mismas. Mi mejor amigo de la U ya no puede viajar a Arica porque necesita ir al baño a hacer el uno cada 15 minutos, otro tiene problemas con los pulmones, otro con las rodillas, que diablos...

Ahora me acuerdo del McDonnell, cuando estaba cerca de morirse, casi ciego, con el cáncer por todos lados, me decía "Tomás, nunca llegues a viejo... es una porquería: a pain in the arse". Ah, no creo que sea para tanto, pero si pasa así habrá que aguantar nomás, si para sufrir nacimos.  

A propósito de lo mismo empecé a pensar que hay cosas que ya no voy a poder hacer nunca más y la lista de esas cosas irá creciendo con el tiempo. 

Ya no podré hacer un viaje manejando los 2.050 km a Santiago, probablemente ni siquiera vuelva a manejar los 300 km a Iquique, la vista me falla y mis reflejos idem. Pensar que yo manejaba dos veces por semana a Iquique por tantos años, como si nada.  

Creo que tampoco volveré a emborracharme como cuba -tal como antes- cuando la ocasión lo ameritaba. El malestar de la resaca ya ha superado el placer de la gran borrachera, primera vez que me pasa. Como mucho una botellita de champaña para mi cumpleaños o año nuevo.

Y como estas cosas se juntan en ráfagas, justo me encontré un video de la revista Atlantic que se llama Un filósofo de 97 años se enfrenta a su propia muerte. Es buenísimo, todo aun aviso de lo que me espera. 

Aunque es casi imposible que yo alcance esa edad. Yo lo habría titulado el veterano y la muerte.

Pero lo que me llamó la atención es que el tipo, un psicólogo que parece inteligente y articulado, dice que antes de ser tan viejo no le preocupaba para nada la muerte, pero ahora quiere seguir viviendo. Peor todavía, se siente solo y hasta se pega su lloriqueo en cámara.

Creo que eso es indigno y medio ridículo, obviamente todo lo que estudió no le sirvió para mucho. 

Cuando le preguntaron a Diogenes si la muerte era una mala cosa, contestó ¿cómo puede ser mala si después que llega no la sentimos?

Toda la razón, no puede ser malo morirse, lo malo es el apego a la vida, creerse tan importante que el mundo se va a derrumbar sin uno, lo malo es tenerle miedo a la muerte, eso si que es muy malo. 

En fin, con estas lúgubres meditaciones espero haberles alegrado el día y si no fue así aquí les dejo otra: recuerden que van a morir, todos y cada uno de los que leen y también el que está escribiendo vamos a estirar la pata en cualquier minuto.

Ok, ¿se sienten más alegres ahora? Bueno, hice todo lo que pude...

2 comentarios:

  1. En esta vida solo dos cosas son seguras: la muerte y los impuestos; aunque de esta última discrepo. Los indígenas no contactados de la Amazonía y los habitantes de la isla Sentinel del Norte no saben nada de impuestos. Todos vamos a llegar a viejos. No creo que exista, al menos en el futuro cercano, una forma de cambiar esto. Pero dentro de todo, creo que es bueno. Haber vivido tantos años tiene sus ventajas. Yo recuerdo de niño estar bien feliz cuando mi abuelita me contaba sobre su infancia y como ella recuerda la Segunda Guerra Mundial. Al final, cosechamos lo que sembramos. Y no me refiero a inversiones, sino de los amigos que hicimos y de la gente a la que le importamos. Parece cursi, pero es la verdad. No puedo irme sin poner de nuevo el viejo vals de Felipe Pinglo, que cae como anillo al dedo.
    https://www.youtube.com/watch?v=Dk8agC0KSfw
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    1. A lo que agregaría "La Ley de Hierro de Bradanovic" que dice "de los cuernos y de la muerte no se salva NADIE", es una ley empírica tan probada como el 80-20 de Pareto jaja

      Yo no entiendo eso de deprimirse por envejecer. Claro, tiene inconvenientes, pero también tiene ventajas, sobre todo la sensación de haber sosechado algo de lo que semnramos.

      Eso no siempre ocurre pero cuando uno siente eso tiene que estar tremendamente agradecido por la suerte que ha tenido.

      Viendo el documental del psicoloco ese yo pensaba que en su lugar, con esa casa, con haber llegado a esa edad, con una asistente -ricarda por lo demás- que lo atienda, le sobe las patitas y le prepare el desayuno yo sentiría que je llegado al paraíso anticipadamente.

      Gran vals "El espejo de mi vida", claro que yo prefiero la versión de Avilés en guitarra. Me cae como anillo aldedo, exactamente-

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Will you still need me, will you still feed me
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