01 septiembre 2025

La inflación educativa

Amigos los malditos pakis volvieron al ataque y tuve que reestablecer la moderación de los comentarios. Paciencia, trataré de publicarlos en cuanto los lea, espero que los malditos spammer se aburran luego...

Encontré una entrevista muy interesante de Daniel Mansui al antropólogo Pablo Ortuzar sobre el efecto social de las políticas de educación superior para todos que viene desde los años noventa. 

Una divagación ¿qué diferencia habrá entre antropólogos y sociólogos? Nunca he tenido claro eso, pero Ortuzar es antropólogo y supongo que es un buen ejemplo de lo que habla, porque ambas son de esas profesiones donde levantamos una piedra y aparecen cinco. 

Es verdad que yo he escrito muchas veces sobre lo mismo, pero el libro de Ortuzar, que se llama "sueños de cartón" expone muchas de las cosas que yo vengo predicando desde hace décadas, pero mucho mejor expuestas y potentes a como yo las he planteado.

No quiero escribir una entrada larga así es que vamos directo al hueso del asunto: Ortuzar afirma que al electorado pobre de Chile se les prometió un sueño: el sueño del cartón.

Este sueño decía algo así como "le vamos a dar a tus hijos la oportunidad de obtener un título universitario ¿has visto como viven los médicos, abogados, periodistas y demás profesionales? Bueno, vamos a ayudar a tu hijo para que tenga cualquiera de esos títulos y dejarán de ser pobres".

Explicación intermedia: Brunner, el gurú
El gran evangelista de esa mentira fue José Joaquin Brunner, los que recuerdan los años noventa saben que entre los políticos era considerado "uno de los intelectuales más lúcidos del país",   

Brunner es uno de esos casos pintorescos que adornan casi todos los países de nuestra Iberoamérica. Estudió leyes aunque nunca se tituló de abogado, en el Reino Unido "consiguió un título equivalente a técnico de nivel superior" según Wikipedia y luego consigió de manera sorprendente un doctorado en la Universidad de Leiden.

Ojo, que con esto no quiero decir que era un chanta, nada de eso, fue un gran intelectual que escribió cientos de ensayos y libros, pero su educación formal fue pobrísima y el valor de sus títulos era "callampa" como decimos en Chile, o sea ínfimo.

Eso es lo más curioso de Brunner, que volvió a Chile convertido en doctor y que -además de sus habilidades intelectuales- fue siempre un político consumado. Militó en el MAPU, MAPU Obrero y Campesino y fundó el PPD junto con Lagos y otros.

Gracias a su apellido suizo (ojo ahí Ulschmidt) y a sus credenciales con olor a tinta fresca, volvió a Chile y cayó parado, fue un gurú desde el primer minuto. 

Para no alargar la cosa infinitamente, solo diré que importó desde Europa de donde venía la novedosa idea que masificando la educación superior el país contaría con un capital humano mucho mejor y estos nuevos profesionales ascenderían en la escala social a la velocidad de la luz.

"La educación superior como herramienta de ascenso social" fue el cuento que le vendió a Ricardo Lagos y a todo el país ¿Lo hizo a sabiendas? Quien lo sabe, pero no costaba nada mirar la experiencia de los otros países que había masificado la educación superior, todas fracasadas.

La cosa es que la vida de Brunner siempre ha estado repleta de honores y alabanzas, es considerado experto a nivel nacional y para que hablar de las burocracias internacionales, donde su opinión reina sin contrapesos.

Siempre fue un profesor muy codiciado por las universidades, aunque haciendo clases en la Universidad de Chile, le salió al paso el historiador Alfredo "tren a pedales" Jocelyn-Holt con una carta al diario La Tercera que decía:

"Tengo entendido, o si no que lo desmienta, que el señor José Joaquín Brunner no dispone de ningún grado o título académico universitario. Posee estudios en derecho y en sociología, pero no terminados..." etc.

Brunner contestó, entre otras cosas:

"(...) Quod natura non dat, Salmantica non praestat. En cualquier caso, deja usted de lado mis únicos dos certificados con valor simbólico, académico y de mercado: la licenciatura secundaria y el certificado expedido por el Gobierno de S.M. Británica por un programa de instrucción en administración universitaria, equivalente a lo que en Chile sería un título técnico de nivel superior".

La ironía que al parecer no notó nadie, es que Brunner, el creador de la teoría que para subir en la escala social había que tener un título universitario- había subido el mismo en la escala sin tener ningún título, o sea era el vivo ejemplo que desmentía esa teoria.

Pero volvamos a Ortuzar que hace una analogía muy potente. Dice que cuando un gobierno empieza a gastar demasiado y se le termina la plata, se dedica a imprimir billetes, la cantidad de billetes en la economía crece y al principio están todos felices.

Hasta que los billetes comienzan a perder su valor, porque solo lo escaso es valioso (recuerden la paradoja de los diamantes y el agua)

Bueno, algo análogo ha pasado con los títulos universitarios. A Ricardo Lagos se le ocurrió la brillante idea que los estudiantes se endeudaran con los bancos con el aval del estado. Esto trajo una cascada de calamidades que han crecido como una bola de nieve hasta el día de hoy.

Los primeros ganadores fueron los bancos, que no cabía en si de alegría: los estudiantes no iban a pagar pero el estado se había comprometido, así es que su plata estaba segura.

Los segurndos grandes ganadores fueron las universidades privadas y públicas, que subieron hasta el cielo el valor de las carreras y para qué hablar de los sueldos de los directivos y profesores titulares. 

Este crédito convirtió a las universidades en gigantescas mingas chilotas, donde se reparten un botín que parece no tener techo, ya que papá fisco es el que paga.

Hoy tenemos una cantidad exorbitante de antropólogos, sociólogos, abogados, ingenieros de toda clase ¡hasta en turismo! que no han subido en absoluto en la escala social. Para qué hablar de los que no consiguieron terminr la carrera y hoy están endeudados.

Y lo pero de todo es que Brunner, que tuvo éxito sin scara un título y le dieron un cartón de técnico, con esta absurda idea asesinó a los institutos y centros de formación técnica en el país.

Un par de noches atrás conversábamos de esto con mis amigos alrededor de una parrillada. De los seis, dos eran académico "de verdad" o sea profeores titulares, dos éramos académicos de mentira o sea profesores-hora y uno profesional.

La opinión de los académicos es más o menos así "no importa que esté lleno de cesantes ilustrados, porque eso es mejor a que esté lleno de cesantes ignorantes" ¿Es esto cierto?

Por supuesto que no, porque se han tirado a la basura durante décadas miles de millones ¿eso no importa? Bueno, a los que ganan cinco mil dólares al mes obvio que no les importa, ellos siempre defenderán al sistema a brazo partido.

Lo otro es si estos cesantes ilustrados son realmente ilustrados. Yo pienso que no, me parece que son tan ignorantes como cualquiera que no haya pisado nunca una universidad, mucho más ignorantes que Bunner por cierto.

Y para rematar lo pero: esos cesantes "ilustrados" de no haber ido a la universidad pudieron haber aprendido un oficio, o mejor todavía alguna carrera técnica, que es lo que realmente se necesita en Chile.

Esa idea de ascender en la escala social mediante un título es tan ridícula que actulmente, los adolescentes de las clases altas que salen de la secundaria, se van a estudiar a Inacap o al DUOC para aprender cosas útiles como cocina, mecánica automotriz, electricidad o técnico agrícola.

O sencillamente empiezan a trabajar enseguida, porque conocen el engaño, el gasto de tiempo y energías que significa obtener alguno de esos títulos masificados.

En fin, si quieren escuchar más o menos lo mismo pero explicado de manera más brillante, vean la entrevista original de Pablo Ortuzar, está muy buena.

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