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21 mayo 2015

Historia de la derecha chilena 5: 1920-1973, 53 años sin poder


La derecha cesante, pero ni tanto (23 años)
Entre la llegada de Arturo Alessandri a la presidencia en 1920 y el golpe militar de 1973 hay 53 años en que la alianza liberal-conservadora estuvo sin llevar a uno de los suyos a la presidencia. Es un cliché muy repetido que "la derecha no pudo elegir un presidente en 53 años", pero no es totalmente cierto porque habría que descontar los dos gobiernos de Ibañez (11 años), la segunda presidencia de Arturo Alessandri (6 años) y el gobierno de Jorge Alessandri (6 años), hacen un total de 23 años donde predominaron los políticos de derecha.

Fin de la alianza
Lo que prácticamente se extinguió en el período fue la alianza conservadora liberal, en 1965 se funda el Partido Nacional -el mismo nombre de los Montt-Varistas pero muy distintas ideas- que básicamente recogió los restos de los partidos oligarquicos: conservadores, liberales y Acción Nacional. Sus filas se vieron muy mermadas con la separación de los Demócrata Cristianos del Partido Conservador, el Partido Nacional era ya exclusivamente oligarquico, porque la derecha comercial -estanqueros se llamaban entonces- prácticamente desapareció y no volverían a aparecer hasta los militares en 1973.

La centro izquierda: Radicales y DC (20 años)
En rigor entonces fueron 30 años fuera del poder. De esos 30, hubo 14 años de gobiernos radicales (1938-1952) que como vimos antes no fueron precisamente de izquierda, pero se podrían clasificar de centro-izquierda igual que los seis años de Eduardo Frei Montalva. Es decir 20 años de centro-izquierda.

La izquierda (4 años)
¿Y de izquierda? En realidad solo dos gobiernos: el de Dávila/Grove que duró un año y el de Allende de tres años, además están los 4 años del primer gobierno de Arturo Alessandri que se podrían catalogar como "confusos" o algo así. Nos quedan entonces 2 años sin clasificar, es la suma de los años de anarquía, alrededor de los treintas, una sucesión de gobiernos que duraron muy poco y que no tuvieron mayor impacto en el país.

¿Chile tiende al socialismo?
Esto para poner en perspectiva cuando se dice que Chile es un país socialista. Cuando gobernaron los oligarcas tuvimos 89 años de gobiernos de orden. Desde Arturo Alessandri llega la clase media -de la mano de los masones- al poder y gradualmente se amplía el electorado a las mujeres (horror!) y analfabetos, hubo 23 años de orden (o digamos de derecha), 20 de centro izquierda y 3 de izquierda. Llegaré solo hasta 1973 porque el largo del Gobierno Militar y de la Concertación hacen muy dificil comparar con los demás, creo que habría que analizarlos aparte.

Chile es derechista
El caso es que -desde mi punto de vista- Chile es un país donde el electorado es históricamente de orden, conservador. Hasta nuestro Partido Comunista es de derecha, claro que para eso habría que hacer la historia de la izquierda chilena, tal vez más adelante.

Pero con letra chica
Claro que no somos libertarios, ni siquiera liberales como podría pensarse, creo que el electorado en Chile es mayoritariamente derechista conservador, cuando se le dan alternativas siempre escoge a los candidatos que representan el orden social, por eso la izquierda gobernó tan poco en tantos años. La historia de Chile es la historia de la derecha conservadora, el partido del orden arrasa y eso lo había notado Portales hace muchos años cuando inventó esa metáfora tan afortunada de "el peso de la noche".

El Señor Orden
Y el arquetipo de la derecha chilena es -a mi modo de ver- Jorge Alessandri Rodriguez. El Paleta cruzando a pie la Plaza de Armas era la derecha caminado por Chile. Beato, austero hasta la caricatura, empresario exitoso "con sentido social". Ricardo Claro trató de ser su sucesor, pero no le daba a pesar de lo que ostentaba usando ropa viejísima, estaba lejos del Paleta.

Ganando por secretaría
La centro izquierda y la izquierda siempre han llegado al poder por estrechísimo margen y a veces por secretaría. Si hubiese existido segunda vuelta en 1970 Allende nunca habría sido presidente. Arturo Alessandri cuando se presento como caudillo revolucionario -en su primer período- ganó por nariz, hubo que recurrir a un tribunal de honor para proclamarlo. Lo mismo Pedro Aguirre Cerda, que llegó al gobierno por una casualidad histórica (la matanza del Seguro Obrero y el apoyo de los nazis chilenos).

Chile no tuvo caudillos de izquierda
Otros países del continente han tenido caudillos revolucionarios que han arrastrado grandes mayorías, eso nunca ha pasado en Chile. Cuando Pedro Leon Gallo quiso hacer una revolución regionalista se fue con la cola entre las piernas, pese a que tal vez era más rico que el gobierno. No tuvo apoyo. Nunca tuvimos a un Perón, un Getulio Vargas o un Chavez -afortunadamente. De los dos grandes caudillos chilenos uno fue derechista (Ibañez) y el otro se convirtió a la derecha (Alessandri)

Como quedo al final la derecha
¿Como estaba la derecha en 1973? yo creo que bastante fortalecida respecto de 1970, porque habían arrastrado a gran parte de la Democracia Cristiana para su lado y mucha gente independiente, asustados con los pésimos resultados de Allende, también pasaron a la derecha. Creo que el orden quedó reforzado a fines del gobierno de Allende, tal como creo que se fortalecerá cuando termine el gobierno de Bachelet, al menos así es como yo lo veo.

20 comentarios:

  1. Buen punto eso de la tendencia al orden, o viendolo al verre, el susto al despelote,creo que lo compro.
    ¿Puedo agregar una hipotesis un algo insultante? ¿No seremos tambien un poco idiots? Picadores con cuentos de hadas, gobernar es educar, produzcamos todo adentro, barramos los corruptos, a ud. lo necesito, revolucion en libertad, o con empanadas y vino tinto. Proclives a seguir las modas impuestas por los gringos, o los cubanos, como antes por franceses o ingleses, hasta a alemanes les copiamos partes de su educacion, como hoy que quieren copiar a finlandia y otras tonteras.
    Ni hablar de la idea que hay almuerzos gratis, o muy por lo menos que mi almuerzo, en particular,saldra gratis, sobretodo por el gentil auspicio del estado, que estamos seguros es financiado por los "ricos".
    Quiza lo esencial, es que ademas de envidiosos, nuestro rasgo basico, tambien somos lesos...

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  2. Pues parece ser cierto que Chile es un país más bien conservador, pues a pesar de todo, cualquier cosa "revolucionaria" o "liberal" se termina instaurando después después de todos los otros países latinoamericanos cuando lo hace. Quizás también explique por qué la izquierda y el comunismo gritan tanto.

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  3. Wilson, Frx, mi opinión es que esto es algo característico del carácter, la cultura o como se llame el set de preferencias que tiene compartimos la mayoría de los chilenos: la antipatía o el miedo -como quiera llamarse- a las revoluciones, el desorden y la anarquía.

    Comparando con el resto de Améric Latina donde estuvo lleno de caudillos revolucionarios muy populraes, muchos de la aristocracia, acá en Chile muy pocos oligarcas fueron revolucionarios y los que fueron les fué pésimo, pocos los siguieron. Entonces pienso que es algo característico, distintivo de nosotros.

    Portales, que despreciaba profundamente a la oligarquía ("gente jodida, beatas y malas", "cojudos y putas" etc.) Se apoyaba en ellos porue compartía la idea del orden necesario para "trabajar tranquilos". Si bien odiaba a la oligarquía, odiaba mucho mása los revoltosos, encarnaba muy bien ese instinto chileno al orden, al "peso de la noche".

    Las otras cosas que menciona Wilson: electorado idiota, fácil de engañar, que piden solo beneficios sin sacrificio y etc. etc. son cosas que se ven en todo el mundo, incluso en los ordenados países nordicos o en la flemática Inglaterra caen en eso de tiempo en tiempo, tal vez es parte de la maturaleza humana ser gil, pero la preferencia por el partido del orden -a largo plazo- creo que es muy característica de los chilenos.

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  4. También he recordado oírle a varia gente que cualquier revuelta o revolución sería sinónimo de que quede la escoba o términos similares. Incluso se lo he oído a algunos que son de izquierda o comunistas.

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  5. Es demasiado reduccionista motejar de "derechista" por ser "partidario del orden". El "orden" puede tomar muchas formas. Que no haya anarquía ni caos es una cosa pero el opuesto de eso puede tomar formas muy distintas. El "orden" que hubo entre 1932 y los años 60 no fue muy prometedor que digamos, tú mismo ya lo analizaste como "República socialista". Parece que hay un "orden de izquierda" y un "orden de derecha".

    Hablas que después de Bachelet "volverá el orden" como si en este gobierno reinara la anarquía o el caos. Que Bachelet y su gobierno sean inoperantes es una cosa, pero que esto sea una anarquía o caos como en la UP es otra distinta.

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  6. No veo muy claro tu punto. Hay una cadena histórica que parte del gobierno de Prieto hasta hoy y que distingue a Chile de otros países que han tenido como un siglo o más de anarquía y luchas intestinas casi sin interrupción. Un bonito ejemplo es Bolivia, pero también se ve en Perú, Argentina, Colombia y Brasil que son historias que más o menos conozco.

    Lo que hace esa distinción es lo que llamo "preferencia por el partido del orden". Obvio que hay muchos episodios de anarquía y revolución pero si la referencia es el resto de A Latina (y esa es, necesariamente) creo que eso no necesita explicarse mucho.

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  7. El punto es que caracterizar simplemente a la izquierda como "anarquía y caos" y a la derecha como "orden" es un reduccionismo medio burdo. Bajo ese reduccionismo solo pueden ser de izquierda las federaciones de estudiantes con tendencias trotskistas. Bajo ese mismo reduccionismo las ideas de tipos como Atria o cualquier otro académico de izquierda que no proponga anarquía y caos serían ideas de derecha. Tu clasificación me parece que simplemente no sirve. Deja demasiados otros criterios de diferenciación afuera (rol Estado/mercado/sociedad, preeminencia del individuo/colectivo, preferencia por igualdad/libertad y muchos otros).

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  8. Bueno, esto lo desarrollé en 5 entradas y en la primera partí definiendo eso: que lo que unía a la derecha era la estbilidad institucional y lo que caracterizaba a la izquierda era la tendencia al cambio institucional, yo lo veo super claro, incluso hoy, la gran bandera en que toda la izquierda está de acuerdo -en diferentes grados lógicamente- es "la necesidad" de un cambio institucional y las muchas facciones de derecha están unidas por todo lo contrario, defender la estbilidad de las instituciones.

    Esto es histórico, no es algo de ahora, en el siglo 19 hubo una "sociedad de la igualdad" dedicada a cambiar las estructuras básicas y una "sociedad del orden" dedicada a mantenerlas, Allende, Dávila, tenían la oferta del cambio institucional, eso era el núcleo de sus ideas.

    Curiosamente el único que hizo un cambio institucional profundísimo fue el general Pinochet, su gobierno fue un terremoto institucional y no tuvo gran oposición justamente porque lo que hizo fue una contrareforma, volver al régimen portaliano (represión para mantener el orden, libertad de comercio, etc.)

    En todo caso esto es como lo veo yo, es decir solo mi opinión de la historia y no me interesa mucho discutirla o defenderla, son cuestiones opinables y nadie tiene "verdad" en estas cosas, es solo la impresión que yo tengo, nada más. Pueden haber -de hecho hay- muchas opiniones distintas y no hay drama con eso.

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  9. Arqueología del populismo Enrique Krauze. Diario El Pais, España.

    El populismo ha sido un mal endémico de América Latina. El líder populista arenga al pueblo contra el “no pueblo”, anuncia el amanecer de la historia, promete el cielo en la tierra. Cuando llega al poder, micrófono en mano decreta la verdad oficial, desquicia la economía, azuza el odio de clases, mantiene a las masas en continua movilización, desdeña los parlamentos, manipula las elecciones, acota las libertades. Su método es tan antiguo como los demagogos griegos: “Ahora quienes dirigen al pueblo son los que saben hablar… las revoluciones en las democracias... son causadas sobre todo por la intemperancia de los demagogos”. El ciclo se cerraba cuando las élites se unían para remover al demagogo, reprimir la voluntad popular e instaurar la tiranía (Aristóteles, Política V). En América Latina, los demagogos llegan al poder, usurpan (desvirtúan, manipulan, compran) la voluntad popular e instauran la tiranía.

    Esto es lo que ha pasado en Venezuela, cuyo Gobierno populista inspiró (y en algún caso financió) a dirigentes de Podemos. Se diría que la tragedia de ese país (que ocurre ante nuestros ojos) bastaría para disuadir a cualquier votante sensato de importar el modelo, pero la sensatez no es una virtud que se reparta democráticamente. Por eso, la cuestión que ha desvelado a los demócratas de este lado del Atlántico se ha vuelto pertinente para España: ¿por qué nuestra América ha sido tan proclive al populismo?
    La mejor respuesta la dio un sabio historiador estadounidense llamado Richard M. Morse en su libro El espejo de Próspero (1978). En Iberoamérica —explicó— subyacen y convergen dos legitimidades premodernas: el culto popular a la personalidad carismática y un concepto corporativo y casi místico del Estado como una entidad que encarna la soberanía popular por encima de las conciencias individuales. En ese hallazgo arqueológico está el origen remoto de nuestro populismo.

    El derrumbe definitivo del edificio imperial español en la tercera década del siglo XIX —aduce Morse— dejó en los antiguos dominios un vacío de legitimidad. El poder central se disgregó regionalmente fortaleciendo a los caudillos sobrevivientes de las guerras de independencia, personajes a quienes el pueblo seguía instintivamente y que parecían surgidos de los Discursos de Maquiavelo: José Antonio Páez en Venezuela, Facundo Quiroga en Argentina o Antonio López de Santa Anna en México. (Según Octavio Paz, el verdadero arquetipo era el caudillo hispano árabe del medioevo).

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  10. Pero la legitimidad carismática pura no podía sostenerse. El propio Maquiavelo reconoce la necesidad de que el príncipe se rija por “leyes que proporcionen seguridad para todo su pueblo”. Según Morse, nuestros países encontraron esa fuente complementaria de legitimidad en la tradición del Estado patrimonial español que acababan de desplazar. Si bien las Constituciones que adoptaron se inspiraban en las de Francia y EE UU, los regímenes que se crearon correspondían más bien a la doctrina política neotomista formulada (entre otros) por el gran teólogo jesuita Francisco Suárez (1548-1617).

    La tradición neotomista —explicó Morse— ha sido el sustrato más profundo de la cultura política en Iberoamérica. Su origen está en el Pactum Translationis: Dios otorga la soberanía al pueblo, pero este, a su vez, la enajena absolutamente (no sólo la delega) al monarca. De ahí se desprende un concepto paternal de la política, y la idea del Estado como una arquitectura orgánica y corporativa, un “cuerpo místico” cuya cabeza corresponde a la de un padre que ejerce a plenitud y sin cortapisas la “potestad dominadora” sobre el pueblo que lo acata y aclama. Este diseño tuvo aspectos positivos, como la incorporación de los pueblos indígenas, pero creó costumbres y mentalidades ajenas a las libertades y derechos de los individuos.

    Varios casos avalan esta interpretación patriarcal de la cultura política iberoamericana en el siglo XIX: el último Simón Bolívar (el de la Constitución de Bolivia y la presidencia vitalicia), Diego Portales en Chile (un republicano forzado a emplear métodos monárquicos) y Porfirio Díaz en México (un monarca con ropajes republicanos). Y este paradigma siguió vigente durante casi todo el siglo XX, pero adoptando formas y contenidos populistas. En 1987, Morse escribía: “Hoy día es casi tan cierto como en tiempos coloniales que en Latinoamérica se considera que el grueso de la sociedad está compuesto de partes que se relacionan a través de un centro patrimonial y no directamente entre sí. El Gobierno nacional funciona como fuente de energía, coordinación y dirigencia para los gremios, sindicatos, entidades corporativas, instituciones, estratos sociales y regiones geográficas”.

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  11. En el siglo XX, inspirado en el fascismo italiano y su control mediático de las masas, el caudillismo patriarcal se volvió populismo. Getulio Vargas en Brasil, Perón en Argentina, algunos presidentes del PRI en México se ajustan a esta definición. El caso de Hugo Chávez (y sus satélites) puede entenderse mejor con la clave de Morse: un líder carismático jura redimir al pueblo, gana las elecciones, se apropia del aparato corporativo, burocrático, productivo (y represivo) del Estado, cancela la división de poderes, ahoga las libertades e irremisiblemente instaura una dictadura.

    Algunos países iberoamericanos lograron construir una tercera legitimidad, la de un régimen respetuoso de la división de poderes, las leyes y las libertades individuales: Uruguay, Chile, Costa Rica, en menor medida Colombia y Argentina (hasta 1931). Al mismo tiempo, varias figuras políticas e intelectuales del XIX buscaron cimentar un orden democrático: Sarmiento en Argentina, Andrés Bello y Balmaceda en Chile, la generación liberal de la Reforma en México. A lo largo del siglo XX, nunca faltaron pensadores y políticos que intentaron consolidar la democracia aun en los países más caudillistas o dictatoriales (el ejemplo más ilustre fue el venezolano Rómulo Betancourt). Y en los albores del siglo XXI siguen resonando voces liberales opuestas al mesianismo político y al estatismo (Mario Vargas Llosa en primer lugar).

    Esta tendencia democrática (liberal o socialdemócrata) está ganando la batalla en Iberoamérica. El populismo persiste sólo por la fuerza, no por la convicción. La región avanza en la dirección moderna, la misma que aprendió hace casi cuarenta años gracias a la ejemplar Transición española. Parecería impensable que, en un vuelco paradójico de la historia, España opte ahora por un modelo arcaico que en estas tierras está por caducar. A pesar de los muchos errores y desmesuras, es mucho lo que España ha hecho bien: después de la Guerra Civil y la dictadura, y en un marco de reconciliación y tolerancia, conquistó la democracia, construyó un Estado de derecho, un régimen parlamentario, una admirable cultura cívica, una considerable modernidad económica, amplias libertades sociales e individuales. Y doblegó al terrorismo. Por todo ello, un gobierno populista en España sería más que un anacronismo arqueológico: sería un suicidio.

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  12. Asdrúbal Perez, es interesante lo del caudillo hispano-árabe medieval! - a ver si el origen de nuestros Chávez y Perones no venga a ser , en el fondo, Abderramán III y el Califato de Córdoba.
    No hay que olvidar el cacicazgo indígena, en nuestro subconciente indígena, de nuestra negada parte mestiza. Aunque yo lo veo más en la dirigencia sindical que en la política.

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  13. Eso Uslchmidt, hay que intalar califatos. Yo prepararé ipso facto el Califato de Arica, creo que cumplo con los requisitos mínimos para ser califa.

    Claro que populistas hay siempre y en todas partes, FDR fue un gran populista en USA, si no se hubiese muerto todavía lo seguirían reeligiendo.Hitler, Mussolini, Tito, De Gaulle, Willy Brandt, Peron, Chavez, Pierola, Paz Estenssoro, Arturo Allesandri, Ibañez ¡populistas para donde miremos! tipos más o menos simpáticos que se colocan por encima de los partidos políticos y hacen política a su pinta.

    Unos pocos lo hacen bien, muy pocos lamentablemente, porque siempre aparecen en épocas de crisis y vacíos de poder, son como una aspirina de los paíse, dan remedio temporal o la ilusión de un remedio.

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  14. Mire que el Califa, para ser respetable, debe contar con nutrido Harén. La función política exige sus sacrificios.

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  15. Tomas Suleiman "El Magnifico" I
    Gran Sultan del imperio de Arica, de Tacna, del altiplano de Parinacota, de los 7 mares frente a La Yarada y de las islas del Egeo, Rodas y del Alacran,

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  16. Ulschmidt, Alejandro ¡EL HAREN! eso es lo que falta para el califato, como no lo había pensado antes. ¡Ua alaikum as salam ua rahmatullahi

    Se abren las postulaciones!

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  17. Va necesitar unos eunucos para su harem, tal ves un político retirado, los castrados dicen que son mas fieles... su historia del orden en Chile, se parece al “orden” de las hormigas de su jardín y al “desorden “ de las baratas de su baño o cocina... ojala que en cien años mas, se cambie nuestra mentalidad con relación a la libertad y derechos....

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  18. "On Ants and Men" (sobre las hormigas y el hombre) es un libro muy entretenido del zoologo Caryl P Haskings que compara las sociedades de hormigas y las humanas en sus distintos estados, desde el anarquismo atávico hasta la organización medio fascista de las colonias más evolucionadas.

    Al lado de las hormigas, el hombre es una alpargata en términos de éxito de adaptación evolutiva, han durado muchísimo más años que los seres humanos y están mucho mejor adaptadas. Buen libro.

    Sobre los eunucos mejor que no, las cuido yo solito nomás más mejor

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  19. estudios dicen que la sociedad de las cucarachas(baratas)es mas democratica....

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  20. imposible, deberían partir por tener eleciones y derecho a voto. Ni las hormigas han llegado a eso.

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"Send me a postcard, drop me a line
Stating point of view
Indicate precisely what you mean to say
Yours sincerely, wasting away
Give me your answer, fill in a form
Mine for evermore
Will you still need me, will you still feed me
When I'm sixty-four"