30 mayo 2025

Refrito: Podría decir que soy "académico"

(Publicado originalmente el 01 de julio de 2009)
La cesantía está de moda, en todas partes hablan de eso. Ahora que apareció el índice que muestra que Chile rompió la barrera de los dos dígitos y entre los jóvenes alcanza casi un 25% es el tema del día en la prensa y las conversaciones. 

Como escribí hace un tiempo, antes eramos un club selecto, daba gusto decir "estoy cesante" en los años de pleno empleo, ahora en cambio está infestado de cesantes, levantas una piedra y aparecen diez, nuestro club se llenó de rotos y como yo soy contra cíclico, justo me puse a trabajar.

Yo puedo hablar con propiedad sobre el asunto porque he sido cesante durante casi toda mi vida. Para ser exactos una sola vez en mis 54 años firmé un contrato de trabajo, fue el año pasado en la Municipalidad de Tacna y aguanté exactamente seis meses. 

Me dió mucha risa cuando escuché presentarse a un tipo que trabaja en la universidad igual que yo y dijo "soy académico de la universidad" que farsante, profesor hora, goma, medio pollo, eso es lo real, ¡académico!... como se reiría don Erich Glass si lo escuchara.

Pero volvamos a la cesantía, tema de mi expertise. Al cesante lo que más le pesa son los compromisos que pueden ser exigibles como las cuentas de agua y luz o no exigibles como deudas con amigos y cosas por el estilo. 

Al principio de la cesantía todos los compromisos son igualmente urgentes y nuestro cesante de manera tonta los va pagando a medida que recibe plata, después, cuando adquiere experiencia, aprende que solo los compromisos exigibles se pagan, todo el resto se deriva o no se paga jamás. 

Yo tengo mucha experiencia así es que jamás me presten plata si estoy mal, a menos que estén dispuestos a perderla. Las pocas veces que yo presto plata la coloco automáticamente en la cuenta de incobrables o cartera vencida, no hay nada más chanta que esperar que a uno le devuelvan la plata que ha prestado.

Con la cesantía uno se da cuenta de lo poco que puede necesitar para sobrevivir y se coloca extremadamente frugal, cosas que uno jamás sacrificaría en condiciones normales las tira a la parrilla, obligado por las circunstancias. 

Uno se va fundiendo de a poco, primero le cortan el Internet, después la electricidad y finalmente el agua, ahí ya estamos en el fondo. 

Pero la suerte es cambiante y la naturaleza humana adaptable, un hambriento discurre más que cien letrados y el cesante va perdiendo la verguenza y bajando sus estándares hasta que encuentra el modo de ganar sus pesitos, hasta donde yo se, en Chile nadie se muere de hambre.

Si no fuera por las cuentas y el hambre, la vida del cesante sería muy agradable. Cuando yo ando con plata no camino más de una cuadra, todo lo demás en auto. Pero cuando ando cesante me pongo mis bototos Sears Roebuck y voy de infantería para todas partes, aprovecho de bajar de peso y mejorar la capacidad aeróbica. 

Los lujos del cesante son microscópicos: puede ser una empanada o tomar un bus en lugar de caminar, pero se disfrutan mucho más que cuando uno tiene plata, las unidades de satisfacción de un cesante rinden muchísimo más.

A veces pasa que el cesante lleva varias cuadras caminando, en un día de mucho sol, con dolor de pies y transpirando como futbolista, cuando pasa por el lado un amigo en auto que se ofrece a llevarlo, es una bendición.

Y una maldición al mismo tiempo, por un lado nos ahorra seguir caminando y por otro tenemos que inventar alguna forma divertida para explicar por que andamos aplanando calles como si fuésemos mormones.

Otra cosa que el cesante descubre pronto es que se puede vivir comiendo muy poco. Solo la primera semana se siente hambre porque después con un pan o un panqueque uno queda listo para todo el día, el truco consiste en llenar el estómago con agua, y adiós al hambre.

El cesante-igual que los perros callejeros- tiene que desarrollar sus habilidades sociales para que lo inviten, si quiere sobrevivir tiene que aprender a ser simpático y servicial, años atrás, cuando andaba en la más negra cesantía iba becado todas las semanas donde el profesor Viera, en la parcela del pueblo comía mucho más y mejor que cuando andaba con plata. 

Un cesante tiene que aceptar estoicamente todas las bromas que le hagan y evitar caerle mal a los demás, todo cesante inteligente cultiva ln simpatía y la habilidad para comer mucho mientras todos los demás están ocupados en reirse a costillas de él.

En fin, Arica es el paraíso del cesante porque acá se necesita muy poco para sobrevivir, en la universidad deberían enseñar un ramo para aprender a ser cesante y entonces yo podría ser decano de esa cátedra. En esse caso si que podría decir que soy un verdadero académico.

5 comentarios:

  1. Me permito copiar una exquisitez de un Anonimo en el publicacion original:
    "De acuerdo que la cesantía es una buena escuela, pero ojalá los cursos fueran más cortos"

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    1. jaja extraordinario, solo que a mi me gustan los cursos muy largos, si voy a estudiar algo quiero aprenderlo BIEN :D

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  2. La vida es muy cambiante. Desde niños nos meten la idea de que el esfuerzo y la dedicación son importantes para poder vivir cómodamente y hasta tener "éxito" en la vida; pero lo que no te dicen muchas veces es que basta con una serie de desgracias y todo lo que has logrado se te puede ir al cuerno. Conozco a personas muy cercanas a mi que pasaron de tener un nivel de vida "bueno" a vivir en la pobreza todo por una enfermedad, accidente, pelea, etc. Y nadie en esta vida está libre de desgracias, como tampoco nadie está libre de tener un golpe de suerte que lo haga millonario (y de hecho esto es lo más común). Mi padre, que toda su vida trabajó y fue uno de los mejores alumnos de su promoción en la universidad, se quedó cesante en un momento muy complicado para mi familia. Mi hermano y yo no pasábamos de los 8 años y vivíamos prestándonos de amigos y familiares. La cesantía de mi padre debería haber sido difícil; sin embargo, fue también una oportunidad de buscar otros rumbos y dedicarse a cosas que realmente le gustaban. Además que no tengo recuerdos precisamente malos de esos años. De algún modo u otro, mis tíos nos ayudaron mucho y los amigos cercanos a mi familia también. En apenas unos meses consiguió un trabajo mejor y donde el trabajo era mucho menos. Ahí le fue tan bien que lo terminaron ascendiendo y ahora es el jefe, pero su vida es bastante agitada. No tiene ni una hora libre y cada vez le encuentro el cabello más blanco. En fin, que a veces el "trabajo fijo" te trae bastantes problemas y esto lleva a cuestionarnos si realmente el "esfuerzo" y la "dedicación" trae las recompensas que supuestamente traen.
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    1. La palabra "cambiante" que mencionaste es fundamental. Cambia, todo cambia. Vuando yo era chico en los años sesenta el modelo era muy sencillo: mientras más estudias mejor trabajo y más plata tienes, la falta de estudios podía ser sustituída por "hacer carrera en la empresa", era sumamente difícil pero un pequeño % entraba de junior y se jubilaba como gerente.

      Todo ese modelo ya no existe, los estudios agregan muy poco valor porque se masificó y lo que abunda no es apreciado. Antes alguien con un doctorado era considerado un sabio y habían muy pocos en todo el país, lo mismo con un título universitario: hoy levantas una piedra y aparecen diez.

      Tampoco se puede hacer carrera en las empresas porque los trabajos están muy estratificados: si alguien rinde muy bien en su trabajo jamás lo van a ascender, porque -según la teoría de administración actual- está en su puesto ideal.

      En cierto modo tienen razón porque es muy raro que un profesional a nivel operativo (obrero, técnico o ingeniero) es normalmente muy malo para liderar equipos de trabajo, un buen operativo no es un buen líder.

      Y un líder (subgerente, gerente de área, etc.) no es bueno para un puesto en el directorio, porque sus condiciones de liderazgo lo perjudican como tomador de grandes decisiones. Son perfiles distintos.

      Todo eso hace que actualmente casi no existen trabajos seguros y la cesantía es la nueva normalidad

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    2. Claro que siempre hay excepciones afortunadas como el caso de tu padre, pero lo que ahora es normal, especialmente para la gente más joven, es vivir al salto de la mata en asuntos laborales y creo que es mejor acostumbrarse a eso.

      Además que no es tan malo, si sabes manejarlo no te mueres de hambre y quiza hasta uno se divierte más.

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"Send me a postcard, drop me a line
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Indicate precisely what you mean to say
Yours sincerely, wasting away
Give me your answer, fill in a form
Mine for evermore
Will you still need me, will you still feed me
When I'm sixty-four"