Ante la cesantía
A estas alturas, yo no se si he estado mucho tiempo cesante o poquísimo tiempo trabajando. Pero como ambos conceptos son complementarios, me considero una especie de experto en cesantía y en sobrevivir sin recurrir a la vergueza de un trabajo asalariado.
En una antigua entrada llamada Confieso que he pecado, describía la multitud de trabajos que había hecho en mi vida, y eso que terminé la lista el 2006.
Después hice muchos otros trabajos; haciendo clases en la universidad, vendiendo cursos online, guiando tésis de pre y posgrado y hasta vendiendo un par de estudios de genealogía.
Sin mencionar otros trabajos raros que no fueron ni muy legales ni en absoluto publicables: odd jobs.
Se podría pensar que he trabajado mucho, pero no es así. La única vez que fui realmente asalariado fue durante menos de un año en la Municipalidad Provincial de Tacna, donde por primera vez en mi vida firmé un contrato y cobraba mi pequeño sueldo todos los meses.
Les cuento todo esto solo para presentar mis credenciales como magister en cesantía. Conozco muy bien ese asunto y se perfectamente como se puede sobrevivir al día durante muchos años con puros trabajos eventuales.
Y no solo sobrevivir, porque me las he arreglado para comprar una casa y un auto. Aunque nunca he sido acaudalado he multiplicado mi patrimonio desde cero arreglando mis cosas de manera de sobrevivir y hasta juntar un poquito de plata.
En estos días dos buenos amigos se han quedado sin trabajo, y así como están las cosas, creo que serán muchos más en los días que vienen. No hay peor momento para vivir de un sueldo que ahora mismo.
Pero me estoy dando muchas vueltas sin llegar a la papa de la cazuela, veamos las cosas que todo cesante debe hacer para no morirse de hambre, en mi modesta opinión:
1. El hábito del ahorro
Cuando yo era chico, leí en un Readers Digest la historia de un niño judío muy pobre que soñaba con comprarse una bicicleta, pero no tenía donde caerse muerto. Entonces puso un cartel con un termómetro en la pared para marcar lo que iba ahorrando.
Yo enganché enseguida con esa historia porque también era muy pobre y me interesó la idea que -aunque no tengamos ni un cinco- igual con el tiempo podemos ahorrar en cantidades microscópicas y con el tiempo...
No puse cartel ni nada, tampoco empecé a ahorrar entonces, pero la idea me quedó dando vueltas por muchos años. "Si se puede ahorrar aunque sea muy poco" pensaba "y con el tiempo...". Igual no conseguía juntar nada.
Porque ahorrar es un hábito muy parecido a la dieta o al ejercicio; cuesta mucho empezar y mucho más mantenerse ahorrando, la inercia es enorme.
Esta analogía con el ejercicio es muy buena: yo empecé a ejercitarme hace como 3 años atrás y al principio andaba a tumbos, lo dejaba y lo volvía a tomar.
Hasta que llega un momento que rompes el punto de inercia y se convierte en hábito. Otra comparación que se puede hacer con el ejercicio es cuando fracasamos por sobreahorrar, tal como cuando nos ejercitamos tratamos de esforzarnos cada véz más hasta que lo dejamos, perdemos el hábito por ambiciosos.
Con el Tomás Jr. empezamos nuestra micro cooperativa de ahorro colocando plata en su cuenta 2 de la AFP y ya tuvimos la primera pelea porque dice que yo debo confiar en él, que nunca me va a cagar. Claro que no, en asuntos de plata no se confía en nadie y la formalidad es indispensable.
El que es confiado en asuntos de plata se convierte en el candidato ideal para que lo caguen, mientras antes aprenda eso mejor y que mejor enseñanza que con el ejemplo: yo desconfío de él tal como debe desconfiar de los demás, en asuntos de plata solamente, claro.
También estaba muy entusiasmado y quería ahorrar todo lo que le pagan aparte de su sueldo por unas clases que está haciendo en la U, creo que ese es un error, si empieza a sobreahorrar perderá el entusiasmo rapidito y sacará la plata,
Hay que ahorrar solo un poquito, hasta adquirir el hábito de manera firme.
2. ¿Y si me quedé cesante y nunca ahorré nada?
Esa es la situación más común. Los asalariados -de manera natural- terminan viviendo al día y cuando se quedan cesantes no tienen ni con que hacer cantar a un ciego. Tengo amigos que recibieron sueldos millonarios durante décadas y se murieron en la miseria.
En esa situación no hay que mirar para atrás -a lo hecho pecho- solo ver para adelante y tenerlo en cuenta para no volver a tropezar con la misma piedra en el futuro.
3. Hacer un plan
Yo nunca he hecho planes a largo plazo, me he dejado llevar por la corriente de las cosas a medida que pasan, pero como les contaba, muchas veces en mi vida me he visto en la situación desesperante de no saber de donde voy a sacar plata para comer o donde voy a dormir en los días que vienen,
En esa desagradable situación, tenemos dos alternativas: deprimirnos, desesperarnos y albergar planes suicidas, La otra es hacer un plan.
¿Y en qué consiste eso? Bueno primero hacer un inventario de todos los activos que tenemos: no solo lo que tenemos en el bolsillo sino -sobre todo- los activos de educación, intelectuales, capacidades y amistades que tenemos.
Algunos consideran pedir ayuda -plata- a los amigos, yo no lo recomiendo para nada porque esa plata gratis que nunca devolvemos se convierte en una especie de droga.
Yo por una cuestión de orgullo jamás le he pedido plata a nadie, ni en los momentos en que he estado más cagado.
Y por eso jamás presto plata a algún amigo que la necesite. Los amigos que me conocen ni se molestan en pedirme porque saben que yo no pido ni doy prestado, eso es como el Principio Cero de la Termodinámica, inmutable.
El año pasado me encontré con uno de mis mejores amigos de los primeros años de la universidad y nos matábamos de la risa reordando cuando nos sentábamos en la plaza -muertos de hambre- mrando pasar la gente, calculando cuanta plata llevarían en la billetera y cómo podríamos hacer esa transferencia.
Tiempos aquellos... mi amigo es hoy un famoso académico y está forrado en plata, pero en esa época -sin darnos cuenta- ya estábamos haciendo un plan, que terminó siendo un instituto preuniversitario clandestino que casi nos costó la expulsión.
4. Ponerse en la peor situación posible
Eso lo aprendí del gran Dale Carnegie: cuando estamos en un problema realmente grave como que nos van a quitar la casa, nos encontraron un cáncer, nos pueden meter presos y cosas así, la mejor manera de enfrentar estas cosas es imaginarnos que es lo peor que nos puede pasar, lo peor de lo peor.
¿Me van a quitar la casa? Bueno, yo viví gran parte de mi vida sin tener casa. ¿Me encontraron un cáncer? Bueno, lo peor es que me puedo morir, pero resulta que igual me voy a morir, sea del maldito cáncer o de otra cosa,
Cuando nos ponemos en el peor caso nos damos cuenta que la cosa no es tan terrible como lo imaginamos y eso nos ayuda a espantar la depresión, que es el principal enemigo que tenemos en estos casos.
En fin, reviso todo esto y veo que me estoy alargando demasiado, pero resulta que es un tema que me gusta mucho.
Si algún día tuviese mi propia universidad creo que ofrecería un Máster en Cesantía, y sería uno de los pocos estudios que valen la pena, porque es lo que les espera a casi todos los que trabajan.. el día menos pensado.