12 enero 2010

Los movie makers


Y en la tarde nos pusimos -vamos arando dijo la mosca- a filmar la entrevista para la película de Ingrid, ojalá que haya salido borrosa porque, como de costumbre, hablé puras tonteras, la oratoria no es mi fuerte. Pero en fin, nos fuimos a la playa de Chinchorro con Ingrid, Vany (cámara) y Rodrigo (sonido) y después de todo el asunto de ajustes -que complicado es filmar- empezamos a filmar como a las 6 o 7 de la tarde, estuvimos en eso hasta cerca de las 10 y se me pasó que me iba a juntar con la Lilian ¡que irresponsabilidad! pero en fin, son cosas del cine, después a tomar unas cervezas y al final llegué a la casa pasadas las 12 de la noche, son cosas del cine. Interesantísima la conversación después del trabajo, rara vez tenemos artistas así por estos lados y eso hay que aprovecharlo. Algunas fotos de la filmación pueden verlas AQUI.

La calidad de la educación es un reclamo de todos en Chile. Los pinguinos (alumnos de enseñanza media) reclaman que su educación es de mala calidad pero la misma idea aparece en las Universidades y Centros de Formación Técnica, es evidente que existe una insatisfacción tremenda en los usuarios y profesores y en base a esa insatisfacción se puede afirmar objetivamente que la calidad es mala según el concepto actual: no alcanza ni excede las expectativas de los clientes (alumnos, apoderados, empleadores).

Tenemos claro el problema, pero mucho menos claro el diagnóstico. Esto lo podemos comparar con un problema de salud donde los enfermos se auto diagnostican, convencidos que tienen apendicitis cuando en realidad se trata de una hernia. Lo que es peor, los médicos -es decir los expertos que pretenden ser reguladores- se equivocan tanto o más que los propios enfermos porque usan métodos y conceptos de la medicina atrasados hace varios siglos. Así el enfermo va cada vez peor, ni los pacientes ni los médicos le achuntan a una.

El problema es que cuando se habla de calidad en la educación siempre se usa el concepto antiguo: educación como un producto y la calidad como características intrínsecas del producto. Esto es especialmente grave cuando existe un sistema mixto como el nuestro donde opera el estado regulador y el mercado. Jamás he leído un paper o una opinión que enfoque la educación como un satisfactor de necesidades y la calidad como el nivel de satisfacción de las expectativas de los clientes. Nunca he sabido de una universidad o un ministerio preocupado de investigar seriamente cuales son las expectativas que debiera satisfacer una institución educativa. Eso no les interesa porque asumen el papel de iluminados que deciden a nombre de los demás que es lo deseable y que no, los deseos e intereses de alumnos y empleadores son sistemáticamente ignorados.

¿Por que pasa esto? porque la regulación del estado introduce un monopolio, las instituciones son protegidas artificialmente y no necesitan competir, por eso pueden ser tan malas como quieran sin tener que rendir cuentas a nadie ni correr ningún riesgo. Esta diferencia se ve muy clara entre la educación particular subvencionada -que enfrenta algún nivel de competencia- y la educación municipalizada -que no necesita competir- la primera crece y por lo tanto está satisfaciendo mejor las expectativas de sus clientes, por eso es de mejor calidad y no porque los alumnos saquen mejor puntaje en la PSU ni por alguna otra característica interna: son mejores simplemente porque más gente las prefiere. La educación media municipalizada en cambio es como un castigo, allí entran los que no tienen otra alternativa, no necesita competir y por eso su calidad es peor, el monopolista no necesita mejorar.

Con las Universidades y Centros de Formación Técnica la situación es peor porque tanto las estatales como las privadas gozan de un monopolio perfecto amparado por el estado, que coloca enormes barreras de entrada para crear nuevas instituciones argumentando que -cual notarios- el estado defiende la fe pública. Este es un papel muy curioso y absurdo si lo examinamos con cuidado. ¿Como defiende el estado la fe pública? acreditando, aplicando criterios de calidad a la manera antigua -exclusivamente por características del producto- para dar ventajas monopólicas a algunas universidades y negarlas a otras. Aparte de discriminar coloca grandes barreras de entrada contra la competencia. Por eso las universidades que existen se convierten en monopolios y su calidad es baja.

Fíjense los criterios que usa el estado para medir la calidad de una universidad: metros cuadrados construidos, características de bibliotecas y laboratorios, cantidad de profesores de jornada completa y con doctorado, etc. Todas esas son mediciones basadas en el concepto ya obsoleto de las "características del producto", en ningún momento aparecen indicadores de satisfacción de los alumnos, rendimiento de los profesores, logros de los egresados, apreciación de la industria.

El enfoque de educación-producto y calidad-características es poco útil en la practica, una universidad puede tener muchos metros cuadrados construidos, llena de doctores y grandes bibliotecas. Pero aún así no agregan valor a sus títulos, porque las construcciones son sub utilizadas, los doctores no hacen clase y usan profesores hora para ese trabajo indigno. los alumnos estudian frustrados e insatisfechos y cuando salen les cuesta mucho encontrar trabajo. Apuesto que muchos que trabajan o estudian en alguna universidad chilena han conocido algo parecido.

¿Quien tiene la culpa? ¿los profesores, los rectores, el gobierno? un poquito, pero al fin y al cabo cada cual defiende sus propios intereses y esa es la esencia de los sistemas libres. Yo pienso que la explicación de la mala calidad es la falta de competencia, si hubiese más competencia tendríamos instituciones mejores y peores que las actuales -es ingenuo pensar que en algún sistema desaparecen las instituciones malas- pero existiría el incentivo de la sobrevivencia competitiva y estoy seguro que la calidad promedio subiría mucho.

Hasta 1990 existió una puerta abierta a la creación de universidades y pasamos de unas pocas universidades monopólicas a más de sesenta. Surgieron muchas universidades garage y las malas quebraron al poco tiempo entre escándalos y reclamos, mientras que las mejores crecieron y ahora rivalizan con las tradicionales. En el examen nacional médico aparecieron solo dos universidades tradicionales entre las cinco primeras, con egresados de la universidad privada Finis Terrae en un sorprendente segundo lugar. Cuando se cerró la puerta a la creación e nuevas universidades con el argumento de la calidad académica basado en criterios de calidad anticuados, la educación superior comenzó su segundo gran retroceso, al consolidar el monopolio nuevamente.

Si seguimos usando el criterio de que la educación es un producto y la calidad consiste en características del producto, siempre tendremos mala calidad, insatisfacción, protestas y malestar, además de malos profesionales por el divorcio que produce que un grupo de iluminati del gobierno dicten cuales son las características deseables y cuales no. La calidad -en el sentido moderno- es la satisfacción del cliente, no es nada aparte de eso y mientras no se den cuenta que la orientación al cliente es lo fundamental tendremos mala calidad de educación por siempre.

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