historia de la social democracia 3: Segunda Guerra Mundial y los años dorados

Antes de empezar
Hoy tempranito, amigos, izaré la bandera chilena en honor al glorioso Gobierno Militar, a quien tanto debemos los chilenos, el 11 de septiembre es un gran día y lo pasaré escuchando marchas militares como Preussen Gloria, Adiós al Séptimo de Línea, Los Viejos Estandartes, Mancha Roja y por supuesto Erika. Los miserables, cobardes y traidores se tendrán que ir para la casa con la cola entre las piernas... eso en el mejor de los casos. Mi recuerdo y homenaje al Capitán General Augusto Pinochet y a todos los que lo acompañaron en el mejor gobierno de nuestra historia moderna. Un gobierno genuinamente portaliano. Ahora vamos a lo nuestro:

Historia de la social democracia 3: Segunda Guerra Mundial y los años dorados
Las guerras siempre han ayudado al socialismo. Así como la Primera Guerra Mundial catapultó a los socialismos revolucionarios como el Comunismo, Fascismo y Nazismo, la Segunda Guerra fue la que encumbró, por reacción, a la Social Democracia.

La Gran Depresión
Un papel importante aquí lo tuvo la Gran Depresión de los años 30 en los Estados Unidos, entre ambas guerras, que desprestigió mucho a los gobiernos conservadores. Con la Gran Depresión apareció un ejército de intelectuales explicando que había fallado y el más exitoso de todos fue John Maynard Keynes, un matemático convertido en economista que postuló -simplificndo mucho su idea- que la depresión había sido causada por falta de inversión, por el miedo de los que tenian la riqueza que los hacía atesorarla en lugar de invertir, esto escribe en su Teoría General de 1936

"Aún haciendo a un lado la inestabilidad debida a la especulación, hay otra inestabilidad que resulta de las características de la naturaleza humana: que gran parte de nuestras actividades positivas dependen más del optimismo espontáneo que de una expectativa matemática, ya sea moral, hedonista o económica. Quizá la mayor parte de nuestras decisiones de hacer algo positivo, cuyas consecuencias completas se irán presentando en muchos días por venir, sólo pueden considerarse como el resultado de los espíritus animales —de un resorte espontáneo que impulsa a la acción de preferencia a la quietud, y no como consecuencia de un promedio ponderado de los beneficios cuantitativos multiplicados por las probabilidades cuantitativas".

Los "animal spirits" fue su frase que se hizo famosa, la falta de confianza hacía que los ricos -de manera irracional- no invirtieran. La solución era que el gobierno debía endeudarse para invertir en grandes proyectos, cualquiera que estos fueran, para reestablecer la confianza. Para ejemplificar esto puso el ejemplo ad absurdum que el estado podría enterrar basura en las minas abandonadas y contratar a gente para que salga a sacarla, eso provocaría un efecto beneficioso ("multiplicador de Keynes") independiente de la inutilidad de las inversiones.

Influencia de Keynes a nivel popular y de políticos

En un entorno lleno de desempleados viviendo en la miseria por efectos de la depresión esto sonaba como música a los oídos del pueblo, y sobre todo de los políticos. El propio Hitler levantó a Alemania de la ruina con una política muy keynesiana y en Estados Unidos, el presidente Franklin Delano Roosevelt, que tenía ideas bien ortodoxas en lo económico, se convirtió de la noche a la mañana en el presidente más socialista que tuvo el país en su historia.

Esto dio un impulso enorme a las ideas social demócratas en el mundo. Roosevelt fue reelegido por 4 períodos y murió como presidente, el Partido Demócrata en USA y os Laboristas en Inglaterra (herederos de los Fabianos) tomaron gran fuerza y Estados Unidos impulso -casi podríamos decir que impuso- gobiernos social demócata en toda la Europa derrotada. Fue la época de oro en que la idea del "Estado de Bienestar" que se ocuparía de la buena vida de sus ciudadanos "desde la cuna hasta la tumba" tomó fuerza en todo el Mundo Libre.

La Unión Soviética
La idea social demócrata también se infiltró en el socialismo revolucionario que existía entonces, la Unión Soviética cobró un alto botín de guerra en territorios y gobiernos esclavos pero después de una larga cadena de fracasos tratando de implementar las ideas de Marx, Stalin consolidó el "capitalismo de estado", purgó o asesinó a los que mostraban ideas anarquistas de revolución permanente (Trotski por ejemplo) y la economía tomó caminos mucho más convencionales y ortodoxos. La Social Democracia parecía haber triunfado incluso en países con socialismo revolucionario.

Los años dorados
La postguerra, a partir de 1950 más o menos, fue un período de enorme prosperidad y enriquecimiento: los milagros económicos en Alemania, Francia y casi toda Europa, que se recuperó con una velocidad inesperada, fueron atrbuídas a las políticas keynesianas de FDR y luego de Truman, a los jóvenes que venían de vuelta de la guerra en USA se les dieron becas masivas en las universidades y todo precía andar a las mil maravillas. No había economista con más prestigio en el mundo que Keynes y en cierto momento Milton Friedmann llegó a decir "todos somos keynesianos".

"En el largo plazo, todos vamos a estar muertos"
Esa fue una muy buena frase de Keynes porque con eso contestaba a los que decían que sus ideas económicas eran insostenibles en el largo plazo. En los años sesenta empezaron a asomar problemas y en lo setentas estalla el deterioro económico y aparece la inflación. "En los Estados Unidos se aplicaron controles  precios durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea, a través de una Oficina de Administración de Precios, cuyo accionar fue tan impopular que ésta fue disuelta en cuanto se restableció la paz. Entre 1971 y 1973 el presidente Richard Nixon estableció un congelamiento con relativo efecto para contener una inflación que no superaba el 6% anual".

Cuando Nixon estabeció el congelamiento en medio del deterioro económico y social, los economistas primero y luego el público, se dieron cuenta que la economía keynesiana había sido como una inyección de heroína, causando euforia primero pero después de unos años vino un deterioro que precia irreversible. Una gran juerga primero y después la resaca y a pagar la cuenta.

Contemporáneo de Keynes, Hayek había confrontado sus ideas y anunciado lo que iba a pasar, pero nadie le hizo caso, Keynes ya tenía el Nobel y hablar contra sus ideas era anatema. Entonces el propio Friedmann, que también era matemático de origen, hizo un monumental estudio estadístico donde demostró no solo que las políticas keynesianas no eran la causa del bienestar, sino que este habría sido mayor sin esas políticas. Con esto se derrumbó el prestigio académico de Keynes (afortunadamente ya estaba muerto) y tanto Friedmann como Hayek ganaron sendos premios Nobel.

El tamaño, influencia y prestigio de la Social Democrcia fueron tan enormes en esa época, que por inercia se mantuvo su fuerza política en todo el mundo, en Estados Unidos siguieron siendo electos presidentes social demócrata como Carter, Clinton y Obama pese a que sus gobiernos terminaron todos mal, con deterioro o desastre que normalmente se hzo sentir en los gobiernos siguientes.

Algo parecido ocurrió en el resto del mundo, especialmente en Europa. La social Democracia y la Democracia Cristiana se compartieron el poder en Alemania por muchos años, Inglaterra tuvo muchos gobiernos laboristas y en España el Partido Socialista Obrero Español también disfrutó de un largo reinado. Pero todos los gobiernos social demócratas terminaron mal, con deterioro económico, corrupción y descomposición social.

En los años setenta ocurrió el primer desplome de los gobiernos social demócratas y algunos fueron reemplazados por gobiernos moderadamente conservadores, como Reagan, Tatcher o Merkel, pero estos gobiernos no se volvieron del todo a la ortodoxia económica por imposibilidad política: los social demócratas habían fracasado gobernando pero no se quedaron dormidos, ante el fracaso reiterado de la economía keynesina, mutaron a otra forma que hoy se llama progresismo y no es otra cosa que la adopción de la demagogia como acción política. 

El progresismo con abundante retórica, ha peritido volver al poder a la Social Democracia en varias ocasiones, pero en condiciones muy diferentes a las que hubo durante la postguerra, pero eso lo veremos en la próxima entrada.