La violencia obstétrica

Esta podría ser la canción favorita de la pobre Karol Cariola, que está sufriendo una "cadena de violencia" de parte del Ministerio Público, quienes le incautaron su teléfono celular y computador momentos después que diera a luz su primer hijo.

Lo curioso es que cuando le solicitaron el celular Cariola hizo la siguiente declaración: "Habiendo terminado mi trabajo de parto recientemente, con mi hijo recién nacido y aún hospitalizada, se me ha solicitado mi teléfono celular y computador, de los cuales he hecho entrega voluntariamente a través de familiares”

¿Habra estado bajo los efectos de la anestesia cuando hizo esa declaración? ¿O la habrá escrito en chino mandarín y se equivocaron al traducirla? Porque lo que dice ahora es todo lo contrario a lo que dijo entonces.

Hasta allí todo iba muy bien, le habían pedido su teléfono por orden judicial y ella lo entregó voluntariamente. 

Pero la cosa cambió cuando le hicieron el peritaje al aparato y encontraron mensajes borrados que la incriminan al menos en algunos de estos delitos: tráfico de influencias, cohecho, infracción a la Ley Electoral.

Entonces apareció su abogado, Juan Carlos Manriquez, quien también defiende a Daniel Jadue, con una declaración, a lo menos, insólita; "Cualquier tribunal calificaría de violencia obstétrica el allanamiento".

Y no se quedó alli porque pidió que tribunales declaren nulo todo lo obrado, y acudió ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el refugio favorito donde arrancan los izquierdistas cuando se ven acorralados por la justicia en sus países de origen.

No hay ningún caviar sudamericano que no haya corrido a esa corte, que tiene un sesgo descarado a favor de políticos de izquierda, porque está dominada por ellos desde su creación.

Lo más vergonzoso es que Cariola, en lugar de guardar un prudente silencio, apareció armando un show en la Cámara de Diputados con su hijo de 8 días, contradiciendo descaradamente lo que ella misma había declarado antes.

Sujetando al bebe con un brazo y alzando el puño con el otro se mandó un discurso llorón y victimizador, que -entre otras tonteras- decía:

"quisieron extender al plano político una injusticia que se ha cometido conmigo y también con mi hijo. En base a un informe desprolijo, con informaciones falsas, con errores evidentes. Con esta censura quisieron sumar a una institución más a la cadena de violencia que he tenido que enfrentar desde el día de nacimiento de Borja".

Porque cuando entregó su teléfono voluntariamente, diciendo que no tenía nada que ocultar, lo hizo confiada en que había borrado las conversaciones que la incriminaban.

No contaba con la buena memoria de la electrónica y con el abundante software que existe para recuperar comunicaciones borradas. De haberlo sabido, habría entregado un celular hecho pedazos -como ya hizo otro honorable- diciendo que lo había roto el recién nacido.

La tinterillada de "violencia obstétrica" del abogado Manriquez es burda porque las conversaciones ya se hicieron públicas, todo se supo y doña Karol podrá pasearse por todo Chile dando pecho a su hijo y eso no va a borrar que -a lo menos- cometió el delito de tráfico de influencias. Por no hablar de otros mucho más graves. 

Es cierto que en este mundo a veces ocurren casualidades extraordinarias: personas que se encuentran un diamante en el jardín, caen de 11 pisos y sobreviven o ganan millones en la lotería. 

Bueno en este caso hay algo que podría ser una de esas casualidades inexplicables, porque el departamento donde vive la Sra. Cariola se lo arrienda... a un comerciante Chino que tiene un gran negocio en la calle Meigss. Díganme si no es una casualidad asombrosa.

Pero vamos al pollo del arroz con pollo: lo que está tratando el tinterillo es que se anule todo lo obrado por la Fiscalía alegando que se obtuvo el teléfono de manera ilícita. Se le olvida que la propia Sra. Cariola dijo haberlo entregado voluntariamente. Diganme si no es una tinterillada.

Fíjense nomás adonde nos ha llevado algo tan simple y prosaico como un favor respecto de una picante patente de alcoholes. La cosa nos llevó derechito donde el señor Bo Yang (AKA "Emilio"), quien llegó a Chile el año 2012 con solo 18 años,

A los 22 años este genio de los negocios ya se insribió como "gestor de intereses" de empresas chinas, debutando con un proyecto de inversión de Vision Group y otras dos compañías por 500 millones de dólares para -supuestamente- fabricar baterías de litio en Chile... modestamente diría Vittorio Gasman.

Con 25 añitos se sentaba frente a Alfredo Moreno, ministro de obras públicas de Piñera representando a China Railway International Group gigante chino conocido por sus chanchullos en Bolivia, que incluyen a varios países de la región y algunas  muertes en extrañas circunstancias.

En fin, son incontables sus gestiones de intereses a muy alto nivel, acompañando en China las visitas de parlamentarios chilenos, alegando representar asociaciones de comerciantes chinas, en fin...

Obviamente, ni las asociaciones de comerciates ni la Embajada de China admiten conocerlo "¿Bo cuanto me dijo?". Aparece como dueño de dos empresas, pero supuestamente está a cargo de varias otras: Maxworld Limitada, Fanático X Coo Limitada, Comercializadora Imperio Dragón Limitada... En ninguna de esas empresas admiten conocerlo parece.

Este chinito es más brillante que Elon Musk, llegado a Chile con 18 añitos no ha parado de representar enormes negocios y hacer poderosos contactos con políticos chilenos, entre ellos la pobre señora Cariola, víctima de la violencia obstétrica. 

Pero esta vez parece que se pasó de listo, por una tontera insignificnte destapó un entramado increíble de intereses, tráfico de influencias y cuentos chinos. 

Hoy nadie lo conoce, los que eran sus amigos íntimos y socios ahora dicen que solo lo vieron accidentalmente, que nada que ver con ese señor. Así es la vida cuando estás bien todos quieren ser tus amigos y cuando estás en problemas nadie te conoce.

Creo que se trata de una madeja con mucho hilo para desenredar y en estos tiempos de Internet no será difícil ir estableciendo las conexiones, esperemos.