¿Y cuanto vale un título?

Cuando dí por primera vez la prueba de aptitud académica, en 1973 saqué un puntaje decente, aún para esos años. Creo que era 780 en verbal y 670 en matemáticas (de un máximo de 800 y tantos ese año) y con el optimismo que me caracteriza postulé a ingeniería civil electrónica en la universidad técnica Federico Santa María. No quedé ni en tercera lista de espera y tenía como 300 postulantes delante de mi. Hoy con ese puntaje, seguramente Tomás Jr. podría entrar a casi cualquier ingeniería.

A las perdidas me puse a estudiar para técnico electrónico en Inacap que entonces tenía convenio con esa misma universidad, que diablos, me gustaba el escudo con las vacas y el enorme título que daban, en esta foto pueden ver una comparación con mi bototo Nro 41, ¡es de verdad grande!.

Y es que en esos años solo habían 6 o7 universidades para todo Chile, de cada 100 postulantes unos 20 tenían cupo así es que se necesitabas puntajes muy altos para entrar. En 1977 volví a postular y creo que saqué un puntaje parecido, quedé apenas en medio de la lista para ingeniería de ejecución electrónica en la Universidad de Tarapacá. Recibí un título mas chico y con un escudo feo pero igual es mi universidad y la quiero igual como a un pariente, con sus virtudes y defectos.

Pasó el tiempo y en Chile -después seguiría toda América Latina- se abrió una ventana para la creación de universidades privadas, la oferta por educación superior creció enormemente y los que nos habíamos titulado en universidades públicas, con exigencias desproporcionadas y a menudo absurdas nos enfurecíamos al ver que alguien que había sacado un mínimo puntaje entraba a las mismas carreras que nos habían hecho sudar sangre. Que injusticia.

Siguieron pasando los años y los que egresamos de universidades "tradicionales" mirábamos con cierto desprecio a los que habían comprado el título en alguna universidad privada. Pero resultó que estos profesionales con "títulos comprados" salían igual de buenos -o malos- que nosotros, era un hecho muy difícil de negar y hoy en día venir de alguna universidad tradicional prácticamente no da ventaja en ningún lado para conseguir trabajo. Y al final la opinión de los empleadores es la única que vale en estas cosas.

El cambio fundamental fue que pasamos de un modelo de educación superior elitista, que tuvo Chile hasta los setentas a otro de universidad para todos. Es increíble como el sueño de la izquierda de la universidad para todos se hizo realidad no gracias a la reforma universitaria de los sesentas sino a las políticas liberales tradicionalmente asociadas a la derecha. En el sistema antiguo los cupos muy limitados hacían que solo una aristocracia tuviera la posibilidad de entrar con esos puntajes altísimos.

Muy de vez en cuando un perejil como yo ingresaba a la U y normalmente se iba para afuera en los primeros semestres, excepto que se metiera a algún partido político o a un patrocinio masónico, con lo que conseguían la inmunidad académica. Yo me salvé gracias a que estudié técnico primero, pero hasta donde yo recuerdo habíamos solamente dos alumnos pobres en la carrera, el resto eran todos de clase media para arriba.

Con las universidades privadas todo cambió, bajaron las barreras de entrada -que antes tampoco filtraban a los más capaces- y las universidades-colador donde entraban 100 y salían 6 pasaron a la historia. Todo se masificó y hoy tenemos una gran cantidad de ingenieros, doctores y abogados, profesiones que antes eran reservadas para las elites.

El sistema antiguo era pésimo: universidades públicas elitistas, que bajo la apariencia de una meritocracia perpetuaban descaradamente las oligarquias políticas y económicas. Los "coladores" eran absurdos y arbitrarios, no tenían nada que ver con la capacidad profesional de los estudiantes sino con su capacidad económica de manera mucho más brutal que ahora.

La actual universidad para todos (los que puedan pagarla), es un paso adelante, pero tiene el defecto de haber masificado la educación bajando cada vez más los estándares. Es infinitamente más fácil que un pobre entre y se titule en una universidad hoy que en los setentas, y digo esto con perfecto conocimiento de causa: yo viví esos años.

El problema es como siempre el enfoque socialista de creer que la educación superior es un derecho abierto para todo el que tenga ganas. La solución perfecta sería muy sencilla: basta con que el estado garantize por ley un sistema de becas progresivo a partir del segundo semestre basado exclusivamente en el rendimiento académico: para los promedios 4.5, beca del 50%, para los promedios 5 beca del 70%, para los promedios 6 hacia arriba becas del 100%. Si algún otro quiere estudiar pero tiene malas notas que pague todo, tan simple como eso.

Eso es lo que yo llamo incentivos correctos, existiría menos gente estudiando en la universidad, principalmente los más capaces, y así los títulos no se seguirían depreciando como ha ocurrido hasta ahora ¿que sacan con llenar el país con profesionales cuyos títulos no valdrán nada?. Solo lo escaso es valioso, cuando algo empieza a abundar pierde enseguida su valor, con los títulos profesionales está ocurriendo el mismo fenómeno que con la inflación.