Un feliz 18 de septiembre

Cómo fue la cosa (más o menos)
El 18 de septiembre es la fiesta nacional de Chile porque ese día, en 1810 se reunió la primera Junta de Gobierno que, paradojalmente, se desarrolló jurando fidelidad eterna al rey. Dos años antes Napoleón -que era el Putin de esos años- había invadido España, y Fernando VII -el rey felón- salió arrancando para suplicar que lo pusieran como rey títere. Pero Napoleón no lo pescó y colocó a su hermano José Bonaparte (Pepe Botella) en el trono español.  

Así fue como todas las colonias, tan duramente conquistadas quedaron al garete. En la propia España había división entre los incondicionales del rey felón y los que apoyaban a Las Cortes, una especie de junta que gobernaba en el exilio, y que también alegaba actuar en nombre del rey. Nadie sabía muy bien a quien obedecer. 

Todo esto abrió la puerta a que los independentistas sudamericanos, criollos en su mayoría que estudiaban en Europa y habían sido formados por la masonería inglesa. Al volver a sus países traían la idea de la independencia, en el fondo para adueñarse del poder ellos, su familia y amigos.

Gobernaba Chile entonces don Francisco Antonio García Carrasco, un militar rudo e incompetente que llegó al puesto por casualidad, por ser el militar de mayor rango después de la muerte de su antecesor. Pero a don García la sociedad santiaguina lo detestaba, y como gobernante no tardó en hacerse más antipático de lo que era naturalmente. Le decían despectivamente "el africano" por haber nacido en Ceuta. Finalmente el 16 de julio de 1810 fue obligado a renunciar y empezaron a salir los piquetes callejeros. 

El problema ahora era a quien nombraban, y el poco afortunado resultó ser mi tío abuelo 5º don Mateo de Toro y Zambrano, Conde de la Conquista, título que había comprado no muchos años antes después de perseguirlo por muchos años. Toro y Zambrano era el de más alto rango militar que quedaba, pero no tenía ambiciones políticas.

Don Mateo era realista acérrimo, pero ya tenía 83 años, olía la muerte y su propia familia estaba violentamente dividida entre su hija realista y sus hijos patriotas, en fin, lo que menos quería era hacerse problemas. Su corto gobierno fue muy vacilante y solo atinaba a hacer llamados a la paz. Finalmente cedió al clamor de la muchedumbre -entre 350 a 400 vecinos- para establecer un cabildo abierto que nombrara la primera junta de gobierno. Obviamente todos jurarban fidelidad al rey, aunque los patriotas tenían una intención muy distinta. 

Bueno, como don Mateo no quería hacerse problemas, en el cabildo fue breve y directo al grano: tomó el bastón de mando y lo dejó sobre la mesa diciendo "aquí teneis el bastón, disponed de él y del mando". Después de eso se desentendió de todo el asunto y se mandó a cambiar para su casa. Moriría poco tiempo después.

Los cuatro años siguientes, fueron una comedia bufa que hoy recordamos como "La Patria Vieja" repleta de gestos heróicos teatrales, chascarros, traiciones, intereses personales desatados y egolatría hasta que en 1814 el general Mariano Osorio del Ejército de Tierra de España, al mando del battalón Talavvera reforzado localmente, destrozó a las fuerzas patriotas lidradas por Ohiggins en el Desastre de Rancagua.

La reconquista española duró tres años en el poder hasta que el Ejército Libertador cruzó los Andes y derrotó definitivamente a los españoles. La historia de las independencias en América Latina está llena de egolatrías y hechos infames, como la traición que le hicieron sus discípulos a don Francisco de Miranda, tal vez la única figura decente y talentosa de todos nuestros próceres, sin ambargo la historia oficial ha hecho todo lo que ha podido por hacer desaparecer su figura.

Tal vez el más miserable fue Bolivar, su vida estuvo llena de hechos deshonrosos. San Martín, Ohiggins y los Carrera también tuvieron actuaciones oscuras. Los dos primeros -que al final quedaron con el poder- fueron muy criticados de enriquecerse personalmente y cosas peores, pero la verdad es que murieron pobres y tuvieron la decencia de renunciar y auto exiliarse cuando se dieron cuenta que eran figuras que dividían al país y podían llevar a guerras civiles interminables. Creo que eso fue un gesto de grandeza pocas veces visto en la independencia de nuestros países, tal vez lo que más los enalteció, En fin, vamos al presente ahora.

Un dieciocho feliz

La Pilar y el Tomás Jr. estaban invitados a un asado fasmiliar y como solo somos tres en la casa yo me tuve que quedar solo, me dejaron almuerzo hecho, un par de empanadas para la tarde, además habían unas cuantas cervezas y una botella de vino ¡Que felicidad más grande! Tenía todo el día para mi solo en la casa y eso lo aproveché minuto a minuto.

Después de almorzar me fui -con un buen vaso de vino- al patio de atrás a tomar sol. Esta es una costumbre que empecé desde que mi querida suegra estaba en las últimas, poco antes de morir y yo la sacaba a tomar sol y estirarse en unos sillones viejos que pusimos allí. Descubrí que es excelente tumbarse al sol, especialmente en Arica donde incluso en invierno brilla el sol al mediodía.

Así es como seguí esa costumbre, la Pilar y el Tomás Jr piensan que soy un ocioso, pero que saben, yo estoy recargando las baterías mientras ellos están encerrados bajo techo, no saben lo que se pierden. La cosa es que el día estaba tan perfecto que decidí leer un libro, lo saqué al azar del estante y me tocó Adios a Berlin de Cristopher Isherwood

Para los que no lo conocen es el libro que inspiró la película "Cabaret", claro que es infinitamente mejor que la película, yo lo he leído muchas veces pero tengo el vicio de la lectura rápida. Esta vez estaba todo tan perfecto, yo estaba solo, el sol delicioso lo mismo que el vino, estaba echado en el viejo sillón igual que Porco Rosso en su refugio de la playa y tenía un estupendo libro en mis manos. 

Así es que empecé a leer muy lento esta vez, disfrutando de cada párrafo ¡que pedazo de escritor era Isherwood!, ni aunque naciera mil veces llegaría a escribir así, un monstruo. En otra ocasión me habría devorado el libro en un día, pero ahora iba muy despacio y como en la página 14 me quedé dormido al sol. Menos mal que tenía un gorro, sino hubiese despertado con un pedazo de insolación.

En fin, fue un gran dieciocho sin necesidad de hacer nada ni socializar con nadie ¿Ermitaño yo? Naaa, en todo caso me habían invitado a un asado en la Parcela del Pueblo pero dadas las circunstancias no pude ir. Para otra vez será, pero creo que fue uno de los mejores 18 de septiembre que recuerde. Y sin gastar ni un centavo.