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10 marzo 2023

Refrito del sábado: el déficit fiscal

El déficit fiscal (publicado originalmente el 27 abril 2016)
A mi que me gusta leer historia y tratar de relacionar las cosas que pasan, si hay algo que he encontrado como regla o constante es que todos los imperios, países o reinos que han existido terminan hundidos por idéntica razón: la insolvencia del estado. 

Algunos se demoran más que otros, hay países que parecen vivir de manera permanente en la insolvencia, pero a la larga no es así. Los libros de economía dicen que "los países no quiebran", pero ¿que otra cosa le pasó al Imperio Romano, a las dinastías de los faraones egipcios, a las dinastías chinas, al Ancient Regime en Francia, a la Repúlica de Weimar y tantos otros? 

Simplemente quebraron y se fueron al diablo. Es increíble que todavía se mantenga la absurda fe que los países no pueden quebrar, habiendo multitud de ejemlos en sentido contrario. Leo en Wikipedia:

Para financiar sus actividades, el sector público puede utilizar esencialmente tres medios:
-Impuestos y otros recursos ordinarios (precios públicos, transferencias recibidas, tasas, etc.)
-Creación de dinero, mediante un proceso de expansión monetaria
-Emisión de deuda pública
Pero además de esto, el Estado puede utilizar la deuda como instrumento de política económica y en este caso debe aplicar la política de deuda que considere en cada momento más apropiada a los fines que persigue.

Bueno, resulta que por una u otra razón, desde los tiempos más remotos llega el momento en que el fisco es incapáz de solventar sus gastos con lo que recauda en "impuesos y otros recursos ordinarios", entonces le echa mano a alguna de las otras fuentes. 

Esto es tan histórico y conocido que no debería sorprender a nadie, pero por alguna razón la gente sigue pensando que el hecho de que el fisco gaste más de lo que recauda es algo nuevo, inusual y que finalmente se arreglará de algún modo porque "los países no pueden quebrar".

¿Y en que se gastan la plata en exceso los gobiernos? La razón más antigua es la guerra, John Kenneth Galbraith escribe en su estupendo libro "El Dinero" sobre el uso de la enorme cantidad de metales preciosos que recibió España desde América en el Siglo 18:

Conviene recordar que la guerra era una ocupación importante en aquella época y afectaba grandemente a la renta pública. (Max Weber calculó que, en aquel período, aproximadamente el 70 % de la renta española y unos dos tercios de las rentas de otros países europeos tenían este destino.)

Las guerras ruinosas son una constante en la historia de la civilización no solo España sino Francia, China, Alemania (dos veces) y muchos otros países han sido tumbados por gastos de guerra desmedidos. Es en parte la explicación de los actuales problemas de los Estados Unidos. 

El fisco empieza a gastar mucho más de lo que recauda y empieza a financiarse imprimiendo billetes o endeudándose.

Cualquiera de las dos formas es un fraude más o menos encubierto. Hasta los años setenta estuvo muy de moda la impresión de billetes: siendo los países soberanos tienen pleno derecho a imprimir la cantidad de moneda que se les antoje y en épocas antiguas era una receta viable hasta cierto punto. 

Pero en nuestros días ese truco tiene corta vida, basado en la "la teoría cuantitativa del dinero" que dice algo más o menos obvio: como el dinero es solo una representación de los bienes y servicios que se intercambian, al aumentar la cantidad de dinero y mantenerse los bienes y servicios, sus precios suben hasta que se llega al equilibrio y el aumento de dinero no sirve para nada.

Vimos la hiperinflación que hubo a fines de la República de Weimar, cuando la gente andaba con carretillas de billetes, empapelaba las murallas con ellos o los usaba como papel sanitario. 

También durante el gobierno de Allende o de Alan García 1, mostró que la impresión de billetes es inútil en términos prácticos, especialmente en la economía moderna donde la información de precios circula mucho más rápido que antes.

Existe hasta el momento una única excepción a esa regla y es de los Estados Unidos de América, que por razones históricas son dueños del dólar, la moneda del mundo. 

Durante los años de Nixon abandonaron la convertibilidad -por un funesto consejo de Milton Friedman- y se han dedicado a imprimir toneladas de billetes para solventar sus gastos, hasta el día de hoy. 

Siguen convencidos que la magia negra de la Reserva Federal les permitirá crear riqueza de la nada. Galbraith también escribió algo sobre eso, miren:

La acuñación de monedas era sumamente práctica. Pero era también una invitación a grandes fraudes públicos y a pequeños fraudes privados. Los gobernantes pródigos o faltos de recursos —que en aquellos tiempos constituyeron una clara mayoría— comprendían a menudo que podían reducir la cantidad del metal en sus monedas o confeccionarlas de calidad inferior, con la esperanza de que nadie lo advertiría, al menos en breve plazo. Así, podía comprarse lo mismo con una cantidad menor de oro o de plata, o podía comprarse más con una cantidad igual. También ocurría que los empresarios privados, después de cerrar un trato, recortaban o limaban unos miligramos de metal de las monedas con que se había concertado el pago. Esto, con el tiempo, producía un agradable aumento marginal en los beneficios. 

O lo dice de manera mucho más divertida aquí:

El dinero atonta de otra manera. Reiteradamente, a lo largo de los siglos, los hombres presumieron que habían descubierto el secreto de su infinita multiplicación. Y a la vez que se convencieron de ello, convencieron a los demás. Esto involucra invariablemente el redescubrimiento, tal vez en forma ligeramente novedosa, de algún fraude antiquísimo. 

Fue John Maynard Keynes, el moderno alquimista que dio un respaldo de seudociencia a esta clase de fraudes, con su libro Teoría General del Interés el Empleo y el Dinero, un libro casi tan enredado como El Capital y similarmente fraudulento. En pocas palabras afirmaba que lo que es cierto para las personas -que no se puede vivir gastando de manera permanente más de lo que se recibe- no lo era para los gobiernos. 

Una idea así de atractiva fue recibida con ovaciones por los políticos de todo el mundo: por fin tenían un respaldo "científico" que les permitía actuar como si la riqueza se crea de la nada. Keynes incluso llegó a ganar el Premio Nobel de Economía.

En economía se abusa mucho de las matemáticas, las estadísticas y de la confusión que se puede crear para convencer a personas sin formación muy sólida, que ven las páginas cubiertas de ecuaciones como fórmulas mágicas que deben ser objeto de un respeto sagrado.

Resulta que la Ecuación de Micawber se cumple igual para los estados que para las personas y los países no pueden vivir permanentemente gastando más de lo que reciben y si pueden quebrar tal como las personas. 

Un país que quiebra o es conquistado o es comprado por otros que mantienen su riqueza. Es cuestión de mirar a Cuba o Venezuela con sus pretensiones de vida independiente y autárqica. Eso es imposible. Tienen una agonía más lenta que las personas, claro, pero igual se mueren. Solo piensen cuantos imperios han desaparecido.

Todo estre largo preámbulo es para llegar a nuestro pequeño y sufrido paisito, o republiqueta, como dijo una vez el entonces envalentonado Alan García. Resulta que los primeros dos gobiernos de la Concertación, entre los años 1990 y 2000 más o menos, mantuvieron la disciplina fiscal y funcionaron prácticamente sin déficit, aunque las ineficiencias y los robos pusieron en aprietos a Frei ruiz Tagle, que a duras penas pudo zafar de la Crisis Asiatica.

Luego vinieron los gobiernos socialistas de Lagos y Bachelet y todo se fue al diablo. Como buenos socialistas creían que la riqueza se crea con leyes y decretos, así fue como empezaron a perder plata y gastar más de lo que recibían. Un factor adicional fue el escalamiento del nepotismo, robos, fraudes y todo eso que llamamos genéricamente "corrupción", que agregó un enorme lastre financiero al estado que no ha parado de crecer.

Por eso estamos como estamos, los casi 90.000 nuevos empleados púbicos, generosamente remunerados han agregado una mochila de plomo a la economía nacional. Mucha gente cree que eso es una parte irrelevante del gasto público total, se equivocan, porque alrededor del 70% del gasto del gobierno se dedica efectivamente a pagar remuneraciones, bajo una u otra figura. Ese es el verdadero problema.

Antes los gobiernos emprendían "guerras ruinosas" que al fin y al cabo podían tener cierta justificación de supervivencia. Hoy es simplemente el robo parasitario: los que llegaron al poder han traído a sus hijos, nietos, esposas, cuñados y suegras, amigos, cmaradas de partido, operadores políticos, dirigentas poblacionales, prensa vendida y un enorme etc. que deben ser alimentados con los impuestos que pagan los giles que producen la riqueza. Esa es la vrdad de lo que está pasando, nuestro gobierno ha sido infectado por una plaga de parásitos que nos está matando de a poco.

Y para mantenerlos, como el fisco no le resulta imprimir billetes, simplemente se dedica a vender los muebles y comerse el capital, eso va a durar menos que un candy, así como va el gobierno de Bachelet estará en la pitilla mucho antes de terminar su mandato y el aparato productivo formal va aquedadr con graves daños estructurales, que costará mucho reparar. En cierto modo me alegro porque volveremos a la informalidad y todo tendrá que empezr de nuevo, desde cero.

2 comentarios:

  1. El empantanamiento de las izquierdas y populismos en la región es que su modelo es virrenal. Siguen creyendo en lo que dicen odiar. Chávez, anunciando a los gritos "va a llegar a 200" se refería a los dólares por barril de petróleo, daba cuenta de esa fe ciega. Somos un pozo de recursos naturales y con pararnos frente a los malvados capitalistas que quieren llevárselo y cobrarles peaje hay para todos, para repartir al pobrería y para robar nosotros.
    Antes hubo tesis "inudstrialistas", a lo Prebisch, desarrollistas, vamos a impulsar las industrias básicas, bla, bla, pero como eso había ido fracasando en los 60, 70, etc.. el impulso de los 90 y los 2000 fue más básico: suben los commodities, cobramos más peaje, y a gastar y repartir.
    Se cayeron a pedazos en cuanto los precios dejaron de ser extraordinarios.
    Ahora sólo resta abrirle camino al viejo capitalismo ara que restaure y recupere, toda elección por tipos como los Kirchner, Boric, etc... será pérdida de tiempo. Uls

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    1. Claro que si, a mi me parece que es un engaño muy viejo y clarísimo: pedir "sacrificios" al país como más impuestos, más éficit, más endeuamiento, etc. prometieno "beneficios" para el pueblo.
      Sin embargo las promesas son siempre generales, vagas y falsas, ese su origen, el destino e esos sacrificios es enriquecer personalmente a los que están gobernano y darles fondos suficientes para que se eternicen en el poder.
      Y la gente que vota cae en el engaño una y otra vez

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