"En 1909, yo era uno de los jóvenes más desgraciados de Nueva York. Me ganaba la vida vendiendo camiones.No sabía qué era lo que hacía andar a un camión. Y esto no era todo: tampoco quería saberlo. Despreciaba mi oficio.
Despreciaba mi barata habitación amueblada de la Calle 58 Oeste, una habitación llena de cucarachas. Recuerdo todavía que tenía una serie de corbatas colgando de la pared y que, cuando tomaba una de ellas por las mañanas, las cucarachas huían en todas direcciones.
Me deprimía tener que comer en restaurantes baratos y sucios que probablemente también estaban infestados de cucarachas.Volvía todas las noches a mi solitaria habitación con un terrible dolor de cabeza, un dolor de cabeza que era producto de la decepción, la preocupación, la amargura y la rebeldía.
Me rebelaba porque los sueños que había alimentado en mis tiempos de estudiante se habían convertido en pesadillas. ¿Era esto la vida? ¿Era esto la aventura que había esperado con tanto afán? ¿Era esto lo que la vida significaría siempre para mí: trabajar en un oficio que desdeñaba, vivir con las cucarachas, alimentarme con pésimas comidas, sin esperanzas para el futuro?
Ansiaba tener ocios para leer y para escribir los libros que había soñado escribir en mis tiempos de estudiante. Sabía que tenía mucho que ganar y nada que perder si abandonaba el oficio que despreciaba. No me interesaba hacer mucho dinero sino vivir intensamente. En pocas palabras: había llegado al Rubicón, al momento de la decisión que enfrentan la mayoría de los jóvenes cuando se inician en la vida. En consecuencia, tomé una decisión, una decisión que cambió completamente mi futuro. Hizo mis últimos treinta y cinco años más felices y compensadores que en mis aspiraciones más utópicas".
En el año 1976 yo estaba en una situación parecida, o tal vez peor, cuando cayó este libro en mis manos. No se de donde salió, tal vez lo dejó mi cuñado antes que se mudaran a Santiago. La cosa es que vivíamos con mis padres en dos piezas arrendadas en la Población San José y ya no teníamos para pagar el arriendo.
Había que buscar algo, así es que salimos en gira con mi mamá viendo si podíamos encontrar algo. Yo me sentía exactamente en la situación de Dale Carnegie cuando escribió el texto anterior, o peor porque me sentía totalmente incapaz de trabajar.
Hice un intento tras otro y fracasé en todos, traté de aprender relojería en el negocio de un gran amigo, solo para destrozar todo lo que cayó en mis manos. Traté de reparar televisores puerta a puerta y la misma cosa, hice puros desastres y -lo peor para mi- pasé enormes verguenzas.
Todo eso me dejó bloqueado, me convencí que era un incapaz, bueno para nada y que estaría mejor muerto que vivo. Mi padre ya tenía alzeimer y era una carga para todos, en fin, había tocado el fondo del barril y no se me ocurría como podría salir de eso.
Me devoré el libraco "Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida" en un par de días, y lo seguí releyendo una y otra vez a lo largo de los años, hasta que se lo presté al chico Alfredo Medalla, que también le gustó tanto que se le olvidó devolvérmelo. Pero ya no importaba, porque me lo sabía casi de memoria.
Nunca otro libro me ha impactado tanto ni me ha influido de esa manera. Se la compré completa al gran Dale Carnegie y todavía me acuerdo de párrafos completos.
Por ejemplo eso de "cuando llega a tus manos una fotografía donde apareces tu ¿qué es lo primero que buscas?" Algo que nunca había tomado en cuenta.
Y para qué hablar de los cientos de consejor como "si vas por miel no patees el avispero" o cuando leí párrafos que debiese haber escrito yo
"Quedé abrumado por mi fracaso. Era casi como si alguien me hubiera dado un mazazo en la cabeza. Mi estómago y mi intestino comenzaron a causarme serias molestias. Durante algún tiempo estuve tan preocupado que no pude dormir.
Finalmente el sentido común me recordó que la preocupación no me llevaba a ninguna parte; por lo tanto, elaboré un modo de tratar mi problema sin preocuparme"
En fin, la historia de Dale Carnegie y las historias de sus alumnos eran mi propia historia, justo lo que estaba viviendo yo en ese minuto y leyéndolo me convencí que el fracaso no era inevitable: como ya no tenía nada que perder era el momento para arriesgarme y apostar en grande.
No tenía un solo peso, ni para comer y vivíamos con mi mamá en una pieza en la casa de la familia a quien le debo tanto.
Entonces fue cuando decidí matricularme en la universidad con todas las probabilidades en contra. Si volvía a fracasar mala pata, pero igual iba a dar pelea.
En realidad volví a mi sueño original de estudiar ingeniería, que es lo que siempre quise hacer desde que tuve uso de razón.
Cuando uno tiene alternativas es mucho más probable que fracase que cuando está arrinconado entre las cuerdas. No se como la hice, pero al final la cosa resultó: eso se llama tener suerte y no todos la tienen.
Eso fue lo que me enseñó Dale Carneguie, solo yraté de hacer lo mismo que había hecho el y a mi también me resultó, eso se llama tener suerte.
Muy interesante y oportuno. Gracias Tomás
ResponderBorrarChas gracias por comentar, Anónimo!
BorrarNo me puedo quejar mucho sobre mi vida, quizás pasé por algunas cosas que pasaste, Tomás, pero en todas aprendí a disfrutar el momento presente. lo demás, bueno, "servirá de aprendizaje".
ResponderBorrarAhora como están las cosas, tengo una rabia enorme. Cometí errores "por hacer lo (que creí) correcto" y terminé hasta las masas. Pero por cada puerta que se cierra, hay que buscar esa ventanita abierta. Hay cosas que arreglar y dejar atrás si uno quiere salir adelante.
Esa es la actitud José, cometer "errores" es normal porque la mayoría de las decisiones las tomamos a ciegas o con muy poca información, vivimos en un mundo incierto y lo normal es equivocarse.
BorrarLo importante es dejar atrás lo pasado, olvidarse de todo lo malo rescatando solo lo que podría servir como enseñlanza para el futuro.
Lo que si es muy valioso es ir atesorando todo lo bueno que nos ha pasado, eso casi siempre lo pasamos por alto, lo damos por descontado como si lo normal fuera que nos pasen cosas buenas. No es así, es todo lo contrario.
Hay que coleccionar todo lo bueno, recordarlo, pulirlo y ser agradecido. También hay que olvidarse de tolo lo malo que pasó: lo hecho, hecho está. Creo que esa es la mejor receta para no vivir amargado y renegando de todo
Gracias por el post, actualmente tengo muchas preocupaciones laborales, así es que volví a escuchar algunos audios del bueno de Dale y créame que me sirvió para pasar este aciago día.
ResponderBorrarRodrigo, creo que ese libro, al que puse el link en la entrada, es lo mejor que puede leer alguien cuando tiene problemas, te recomiendo que le des un vistazo, a mi me sirvió mucho igual que a mucha gente.
BorrarHay algunas personas a las que todo se les ha dado bien en la vida, nacieron con el pié derecho, esa es una tremenda suerte, los admiro pero no los envidio.
El placer de haver estado hasta las masas, todo cagado y haber sobrevivido sin doblarse es una de las cosas más exquisitas que uno puede sentir, especialmente cuando uno ya está más o menos bien y se acuerda de los malos tiempos.
Conversaba de esto hace años con un primo que se crió con nosotros durante las vacas flacas, él está forrado ahora y vive en el extranjero hace muchos años, nos acordábamos de las pellejerías que pasamos y estábamos muy de acuerdo en dos cosas:
(a) Hoy las recordamos como la mejor época de nuestras vidas
(b) Nada más delicioso que acordarse cuando cagábamos en una letrina con pozo séptico mientras nos damos un buen baño caliente sumergidos hasta el cuello en la tina. Eso no tiene precio.
"haver" jaja. Sangran mis ojos
BorrarYo rezo al Cristo Rey, El Eneas, Emperador de todo lo creado, de Lo Invisible y Lo Visible y me reconforta, me renueva. Es la Espiritualidad que he heredado de mi familia.
ResponderBorrarSi Centurio, la religión es una fuente de esperanza y fortaleza para muchísima gente, especialmente en los tiuempos difíciles.
BorrarMi familia materna estuvo llena de gente de la Iglesia, curas, monjas y todo eso, sin embargo yo no tengo prácticamante nada de religiosidad, eso si que tengo la fe del carbonero y creo firmemente ne los milagros, los negocio a cada rato y a veces se me cumplen. poe todo eso mucha simpatía por la religión Católica, no tanta con los curas y ninguna simpatía por Bergoglio, el actual Papa.
"Ningún ratón es ateo en la boca del gato", por lo general los ateos son personas que lo han tenido fácil en la vida, en ese caso creo que es natural el ateismo y creer tonteras como eso de que "la suerte se la hace uno mismo"
BorrarAhora ha quedado como en la bruma del tiempo, pero tuve unos buenos años de desempleo, poco empleo y bajos ingresos. Antes me había ido todo bien: gradué rápido, tuve tranbajo enseguida, ascendí. Y desde hace unas décadas volví a los negocios de la familia y se diría que fue todo razonablemente bien, con algún progreso. Pero en medio hubo como ese pozo y lo que hay para decir: te va bien o mal, hasta muy bien o muy mal, y uno es el mismo. Es la pura suerte. Uls
ResponderBorrarAbsolutamente de acuerdo, la suerte juega un papel fundamental en todo esto y negarlo es una tontera.
BorrarPor ejemplo muchos dicen que les ha ido bien porque tomaron puras buenas decisiones, otros alegan que les ha ido mal porque siempre los demás han abusado de ellos. Ambas ideas son una tontera.
Nadie puede manejar la mayoría de las cosas importantes que nos pasan que son puro fruto del azar, lo más que podemos hacer es sobrevivir y adaptarnos a lo bueno y a lo malo.