Conversamos con Mario, mi colega y amigo sobre lo mal formados que están llegando los ingenieros. El es mucho más jóven que yo, está empezando a hacer clases y todavía tiene el impulso de las matemáticas con que salimos de la Escuela de Ingeniería y se encuentra con el shock que cosas que nos parecen muy sencillas a los electrónicos: un gráfico, una matriz, el método simplex, resultan chino para los muchachos que estudian administración ¡nosotros si que éramos ingenieros de verdad!.
Sin embargo pienso que la malla con que estudió Mario es mucho más simple que la malla que estudié yo. Al final nosotros como ingenieros de ejecución tomamos más cursos en cuatro años que los que toman a hora los ingenieros civiles en seis años ¡yo tuve que aprobar más de 70 cursos!. Pero la cosa no termina allí porque cuando yo estudié para técnico electrónico no existían las calculadoras, ni hablar de los computadores y me hicieron un semestre de "regla de cálculo" con un enorme modelo de regla Aristo en el pizarrón. Así pasábamos horas desarrollando el arte y la habilidad de las aproximaciones. Para hacer cálculos en esos años había que tener muy buena vista.
Ni me quiero imaginar como habrá sido estudiar ingeniería en esa época, sin calculadoras ni computador, todos los cálculos a mano. La electrónica también era muy distinta, la mayoría de los componentes no se cambiaban sino que se reparaban con cautin en mano, los "verdaderos ingenieros" miraban con desprecio a los "cambia-piezas". Es impresionante como se han simplificado las cosas desde esa época. Un ingeniero civil calculista, o un químico tenían que desarrollar habilidades enormes de concentración y cálculo mental que ahora ni se necesitan.
Y seguramente esos viejos ingenieros civiles calculistas, que trabajaban con la Tabla Larsen y la regla Aristo miran para atrás y ven con admiración a los que construyeron las catedrales góticas, de cientos de metros de altura con luces y problemas de resistencia que harían transpirar al computador más sofisticado ¿como lo habrán hecho?. No sabemos lo que somos capaces de hacer hasta que nos tiramos el filete y lo intentamos: huaso rico, huaso pobre.
En 1974 estábamos en el curso de teoría de redes en Inacap, lo recuerdo clarito, el asunto hoy parece muy sencillo pero en ese tiempo era un trabajo de locos calcular determinantes con lápiz y papel cuando la matriz se complicaba. Entonces apareció el chango Vargas, nuestro compañero boliviano con una caja negra que parecía ladrillo, era una de las primeras calculadoras Elca negra y con grandes números rojos con LED. El revuelo fue inmenso, hacía las 4 operaciones y raíz cuadrada. Todos nos apiñábamos a ver la maravilla 2x3=6 ¡ohhhh! 758/56= 13,535714285 ¡ohhhhh! pasábamos horas en eso, por supuesto que estaba prohibido usar la calculadora en las pruebas pero ¿como podían prohibirla en las tareas?.
Ayer hice una prueba que en mi época habría sido tan fácil que me habrían despedido, todas las preguntas estaban disponibles en el blog, bastaba con haberlo estudiado un poco. A la salida me encontré con unos alumnos reclamando que había estado demasiado difícil, espero que esten bromeando pero me temo que no, realmente les resultó difícil, estaba pensando en lo que conversábamos con Mario y en lo de la prueba de ayer, los alumnos no son especialmente tontos, muchos me da la impresión que son más vivos que yo mismo ¿qué pasa entonces?.
Me da la impresión que al bajar el nivel de exigencia se produce un efecto desgenerativo en alguna habilidades como la concentración y la memoria. En todo caso no me preocupa mucho porque esas habilidades rara vez son valiosas en el desempeño profesional, las máquinas van tomando cada vez más esa clase de trabajos, pero la pereza mental es lo más natural y se podría extender a otras cosas, es normal buscar siempre el camino del menor esfuerzo, así lo hace la naturaleza.
Tiene que haber un equilibrio, no le veo ningún caso a presionar a los alumnos para que resuelvan problemas demasiado complicados que se pueden resolver de manera simple, para terminar tal vez muchos conozcan este cuento:
Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Britá¡nica y Premio Nobel de Química en 1908, contaba la siguiente anécdota:
Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de oner un cero a un estudiante por la respuesta que habí a dado en un problema de física, pese a que este afirmaba con rotundidad que su respuesta era absolutamente acertada. Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo. Leí la pregunta del examen: "Demuestre como es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro".
El estudiante había respondido: "lleve el barómetro a la azotea del edificio y átele una cuerda muy larga. Descuélguelo hasta la base del edificio, marque y mida. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio".
Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y completamente. Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su año de estudios, obtener una nota mas alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel. Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para
que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.
Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunté si deseaba marcharse, pero me contestó que tenía muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excusé por interrumpirle y le rogué que continuara. En el minuto que le
quedaba escribió la siguiente respuesta: coja el barómetro y láncelo al suelo desde la azotea del edificio, calcule el tiempo de caída con un cronómetro. Después aplique la fórmula altura = 0,5 A por T2. Y así obtenemos la altura del edificio. En este punto le pregunté a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota más alta.
Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta. Bueno, respondió, hay muchas maneras, por ejemplo, coges el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.
Perfecto, le dije, ¿y de otra manera? Sí , contesto, este es un procedimiento muy básico: para medir un edificio, pero también sirve. En este método, coges el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el numero de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el numero de marcas que has hecho y ya tienes la altura.
Este es un método muy directo. Por supuesto, si lo que quiere es un procedimiento mas sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro esta a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla fórmula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio. En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su periodo de precisión. En fin, concluyó, existen otras muchas maneras. Probablemente, la mejor sea coger el barómetro y golpear con el la puerta de la casa del conserje. Cuando abra, decirle: Señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo. En este momento de la conversación, le pregunté si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares) dijo que la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar.
El estudiante se llamaba Niels Bohr, físico danés, premio Nobel de Físíca en 1922, más conocido por ser el primero en proponer el modelo de átomo con protones y neutrones y los electrones que lo rodeaban. Fue fundamentalmente un innovador de la teoría cuántica.
Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de oner un cero a un estudiante por la respuesta que habí a dado en un problema de física, pese a que este afirmaba con rotundidad que su respuesta era absolutamente acertada. Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo. Leí la pregunta del examen: "Demuestre como es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro".
El estudiante había respondido: "lleve el barómetro a la azotea del edificio y átele una cuerda muy larga. Descuélguelo hasta la base del edificio, marque y mida. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio".
Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y completamente. Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su año de estudios, obtener una nota mas alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel. Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para
que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.
Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunté si deseaba marcharse, pero me contestó que tenía muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excusé por interrumpirle y le rogué que continuara. En el minuto que le
quedaba escribió la siguiente respuesta: coja el barómetro y láncelo al suelo desde la azotea del edificio, calcule el tiempo de caída con un cronómetro. Después aplique la fórmula altura = 0,5 A por T2. Y así obtenemos la altura del edificio. En este punto le pregunté a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota más alta.
Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta. Bueno, respondió, hay muchas maneras, por ejemplo, coges el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.
Perfecto, le dije, ¿y de otra manera? Sí , contesto, este es un procedimiento muy básico: para medir un edificio, pero también sirve. En este método, coges el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el numero de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el numero de marcas que has hecho y ya tienes la altura.
Este es un método muy directo. Por supuesto, si lo que quiere es un procedimiento mas sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro esta a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla fórmula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio. En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su periodo de precisión. En fin, concluyó, existen otras muchas maneras. Probablemente, la mejor sea coger el barómetro y golpear con el la puerta de la casa del conserje. Cuando abra, decirle: Señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo. En este momento de la conversación, le pregunté si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares) dijo que la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar.
El estudiante se llamaba Niels Bohr, físico danés, premio Nobel de Físíca en 1922, más conocido por ser el primero en proponer el modelo de átomo con protones y neutrones y los electrones que lo rodeaban. Fue fundamentalmente un innovador de la teoría cuántica.
Casi con seguridad la anécdota es falsa y creo que generalmentel se interpreta mal, seguro que Bohr (que exasperaba constantemente a Einstein por su superior intelecto) jamás hizo esa prueba y la moraleja del asunto no es que Bohr haya sido muy inteligente, cualquier persona con sentido del humor y un poquito de conocimientos de física habría dado una respuesta parecida, la moraleja es que los problemas tienen varias soluciones, las soluciones más simples son mejores y no siempre resultan ser las preferidas.
Ese anecdota es célebre, no se si falso. Muy bonito que lo pusiera aquí. Respecto de los jovenes estudiantes estan imbuídos de un sentido de irrealidad que los hace buscar la-respuesta-que-quiere-el-profesor antes que usar el simple sentido práctico muchas veces.
ResponderBorrarQuizás no eramos tan distintos, sólo que no lo recordamos.
A ya ya yai Tomás, tú tienes mucha razón, todo tiempo pasado fue mejor y te apuesto que dentro de 30 años, esos alumnos tontos pensarán lo mismo de los universitarios del 2040.
ResponderBorrarSi pierdo te pago un churrasco y una cerveza...
yo creo que con todas las profesiones ha ido pasando lo mismo en mayor o menor medida... el querer simplificar todo y el exceso de tecnología muchas veces ha jugado más en contra que a favor en la formación profesional... un claro ejemplo es la diferencia que existe entre un médico de la Chile, con uno de la Católica... mientras el primero aprende a ejercer en todo lados... el segundo no sabe trabajar sin tecnología de punta, lo mandas a una posta y se estresa...
ResponderBorrarSaludos Don Tom
Bastaba con establecer una escala de altura al barometro y leerla en el último piso (altimetro)o saber el gradiente de presion (8 m por cada 1 Hpa)
ResponderBorrarUlschmidt, Anónimo1 si, todo tiempo pasado fue mejor, apostaría un brazo que en el 2040 van a tener un semestre de Power Point. Bah, me voy a buscar mi regla de cálculo mejor ñaca, ñaca que se me cae la placa.
ResponderBorrarKaren, si, hay un punto que parece que se estáperdiendo y es el nivel de exigencia, yo entiendo que es absurdo que se sigan exiguiendo habilidades que se pueden hacer ahora con una máquina, lo que no me parece nada bien es que esas exigencias que se han dejado de lado no hayan sido reemplazadas por otras, por ejemplo, hacer más trabajos, ser más responsables, comunicarse mejor o lo que sea.
Anónimo2, supongo que estás bromeando, o tienes el sentido del humor más atrofiado que don Otto ;D esa era precisamente la respuesta que si la mencionas, todo el cuento no tiene ningún sentido pues!
Estoy completamente de acuerdo contigo, Tomás. Yo también estudié en la misma época que tú ( no soy ingeniero) y me cuesta aceptar que los profes en la U. tenemos que bajar el nivel de enseñanza.
ResponderBorrarPero esto termina siendo un círculo vicioso pues, como no podemos elevar el nivel, exigimos menos al alumno y por eso nos exigimos menos nosotros....tanto es así, que también resulta más cómodo evaluar "la-respuesta-que-quiere-el-profesor", como dice Ulschmidt, para no "perder" tiempo tratando de entender lo que escribe el alumno.
Esto lo sufre mi hija con algunos de sus profesores en la U., con la consecuente reprobación de las asignaturas. Ella tiene capacidades de comprensión y "expresión personal", pero el profe no le permite desarrollarlas.
¿Conoces algunas fórmulas para que logremos ser mejores profes y tener alumnos mejor preparados para desempeñarse en su profesión?.
¡Yo no!, pero me gustaría encontrarlas, así como lo hizo Bohr.
Saludos
Hola, tal vez algo se puede hacer en pequeña escala cuando las universidades o colegios permiten la temida "libertad académica".
ResponderBorrarEn algunas instituciones se confía en el profesor y les dan grados de libertad para usar su experiencia y su criterio en lo que enseñan, modificando y adaptando programas que normalmente se diseñan a la rápida para incluir cosas que se consideran más importantes.
Otras instituciones son muy cuadradas y apegadas a su política corporativa, los profesores son adoctrinados en cursos permanentes, incluso son vigilados para verificar que no se apartan delas políticas institucionales. No voy a decir donde es así porque me van a llover los palos de nuevo, solo diré que son dos instituciones que las que alguna vez he escrito.
Yo obviamente prefiero la libertad de cátedra, pienso que al elegir a un profesor no solo están contratando a un recitador (relator también le dicen) sino a alguien que tiene capacidad para transmitir su experiencia.
Claro que a veces se abusa de la libertad de cátedra, hoy estaba corrigiendo unas pruebas y un profesor que pasaba me dijo "ponga puros cuatro y cinco nomás, no se haga problema, así nadie lo odia ni nadie lo quiere" LOL. Igual creo que es un riesgo que vale la pena correr
De tu catedra extraje el comentario referido a "enseñar al reves",apoyado en esto debo decir que lo dificil es encontrar libertad de catedra y que el profe se esfuerce por ser comprendido, no se saca nada con lo uno sin lo otro,apegarse al manual no es malo en la mediada que se genere confianza, despues se podra liberara el ambiente, creo yo.
ResponderBorrarEl problema es cuando se crean las condiciones para que lo más cuerdo resulte que el profesor se preocupe solo de hacer su pega de cualquier manera y cobrar el sueldo, eos se traspasa a los alumnos que -racionalmente- se dan cuenta que lo mejor es cumplir con las formas y aprobar los ramos de cualquier manera. El resultado neto es un enorme desperdicio de tiempo y plata. con alumnos y profesores desmotivados sabiendo que lo que hacen es un ritual inútil. Eso pasa en casi toda la educación básica y media y en buena parte de la universitaria.
ResponderBorrarDon Tomas,
ResponderBorrarInteresante lo que explica acerca de sus alumnos pero no se olvide que la UTA es una universidad de la segunda division en Chile es decir de esas de provincia y con una media de 500 puntitos, por lo tanto tampoco es tan raro que sus alumnos esten lejos de ser unas lumbreras.
De todas formas la UTA cumple una buena labor de formacion de personas que en caso contrario estarian en nada.
Es interesante lo que dices porque es un concepto que se repite mucho acá en la U y es casi parte de la cultura informal acá, eso de ser "universidad de los pobres".
ResponderBorrarEn mi experiencia creo que esa es una tontera, lo digo basado en los amigos que han estudiado y hecho clases en otras universidades emblemáticas que no voy a nombrar para que no se enojen. La curva de Bell es casi idéntica en todos lados. Acá tenemos a Kristopher Chandía por ejemplo, un alumno brillante que pasó rápidamente por toda la carrera académica y ya está sacando el doctorado, hace investigación, ya lleva 4 publicaciones, etc. Tenemos profesores de primera línea en el mundo como Tito Torres y Wallo Beltran en matemáticas, lo miso que los ue trabajan en el instituto de alta investigación que alguna vez hicieron clases, etc.
Yo creo que eso de los puntajes de la psu no corre ni para los muy tontos ni para los muy brillantes, es por diseño una medición de mediocres (como toda evaluación de ingresos) y la prueba es que en universidades privadas que no piden psu salen igual excelentes (y pésimos) profesionales. La distinción real que hace es entre quienes tienen para pagar un preuniversitario y quienes no.
Las universidades más grandes con profesores-divos que dejan buena parte del trabajo a los ayudantes (acuérdense nomás del decano que le copió la tesis al trabajo de un ayudante en la U de Chile, es una práctica bien común) tienen ventajas y desventajas, como todo.
El concepto antiguo era que los alumnos venían con una especie de carga genética que los determinaba, yo no creo eso para nada, la cosecha de talentos se da por igual en todos los sectores y las diferencias en redimiento reflejan principalmente diferencias de recursos, nada más.