26 junio 2013

La ilusión de la voluntad popular

Ahora que se acercan las elecciones parlamentarias, un comentario del doctor Aguirre me dejó pensando, dice que en realidad preferiría tener la capacidad de un voto negativo, para poder votar en contra de alguien más que a favor de un candidato. Es difícil, el asunto de las elecciones populares parece sencillo, pero es bastante complicado, incluso en elecciones sencillas con tres votantes y tres alternativas, lograr elecciones justas se hace matemáticamente imposible. Imaginen como es con las elecciones políticas con millones de votantes y cientos de alternativas.

El problema de las elecciones es ordinal. Tenemos un conjunto de electores (muchos), un conjunto de candidatos (menos) y un conjunto de cargos a cubrir (mucho menos), el desafío consiste en que las preferencias de los electores ordenen de alguna manera al conjunto de candidatos para que algunos queden dentro de los cargos y otros fuera y que todos queden con la sensación de que los elegidos llegaron allí por un procedimiento limpio. Parece sencillo.

Entre los muchos sistemas electorales que existen tres son los más populares. El primero es el uninominal, que se usa en Inglaterra por ejemplo, y tiene la virtud de ser bastante simple de entender: los votos obtenidos por los candidatos se ordenan de mayor a menor y los puestos se llenan en ese orden, así de simple. Este sistema tiene la característica que el que saca más votos se lleva todo el poder y su dificultad es que las minorías se quedan debajo de la mesa. En países bien educados donde se trata de jugar limpio este es un buen sistema porque representa la opinión de la mayoría, pero ¿que pasa cuando llegan al poder sinverguenzas que usan su posición privilegiada para eternizarse allí?. Una mayoría accidental se puede hacer eterna. Ese es un problema muy difícil de manejar y lo vemos en países como Venezuela, Argentina o Bolivia acá en América Latina, donde somos campeones para encontrar la quinta pata al gato.

Otro sistema es el binominal, que parte de la base que en política siempre han existido dos grandes tendencias, una que busca la conservación y otra que busca el cambio. Esto no tiene que ver con izquierda y derecha sino más bien con quien tiene el poder y busca conservarlo y quien no lo tiene busca cambiar de política. En países social demócratas por ejemplo la izquierda suele ser la fuerza más conservadora. La idea del sistema binominal es restringir el margen de maniobra de quien está en el poder para evitar que haga lo que se le antoje, pero la construcción de dos bloques obliga a asimilarse a alguno de ellos y se supone que el sistema obliga a llegar a acuerdos y da la posibilidad de que los bloques se alternen. Algunos países con este sistema son USA y Chile, entre varios otros.

Un tercer sistema es el proporcional o D´Hont que tiene varias versiones para tratar de dejar contentos a todos. Este sistema va más allá que el binominal y busca crear no dos sino muchos grupos de poder, bonificando de alguna manera a los minoritarios. Este sistema es muy preferido por los partidos que casi no obtienen votos en las elecciones porque los bonifica, permite obtener cargos con pocos votos.

El sistema proporcional se basa en la ley de la oferta y demanda aplicada a los cargos: el sistema no está dirigido a los candidatos sino más bien a los partidos políticos que participan y la idea es que después de la elección, se calcula un "precio" (en número de votos) para cada cargo de acuerdo a la oferta y demanda, este precio se llama "cifra repartidora" y mediante un sistema bastante enredado se distribuyen los cargos de acuerdo a esta cifra. Chile tuvo ese sistema hasta 1973 y muchos países de América Latina lo tienen, lo que explica la multitud de partidos políticos diminutos que acceden al poder con muy pocos votos, lo que provoca los problemas ya conocidos.

No existe ningún sistema que represente de manera fiel la voluntad mayoritaria, excepto el uninominal, que tiene el problema de abuso contra las minorías y eternización en el poder. La "voluntad popular" es en la mayor parte de las democracias una ficción y los mecanismos electorales son normalmente diseñados para torcer esta voluntad. Existen muchas otras dificultades con la representatividad.

Por ejemplo las circunscripciones electorales. Si el sistema fuese realmente representativo en el parlamento deberían haber (calculando a ojo) un 60% de representantes por Santiago; 15% por Concepción; 10% por Valparaíso y el 15% restante se debería distribuir en el resto de Chile, o sea regiones como Arica o Valdivia no deberían tener ni un solo congresista, pero eso es inaceptable desde el punto de vista político y -por el contrario- todos quieren crear más y más circunscripciones minúsculas (Longeira ya ha hablado de 4 nuevas regiones).

Esto permite que hayan lugares que elijan representantes con una cantidad ridícula de votos. Mientras un elegido por Santiago puede representar medio millón de electores o más, a otro por Arica o Punta Arenas le bastan diez mil o menos para tener su puesto, su voto vale lo mismo y que puede anular al primero que es mucho más representativo. Esto permite ganar elecciones acarreando gente de otras partes y otras deformaciones como por ejemplo que los elegidos en regiones chicas pueden ser locutores de radio o gente que no le ha ganado a nadie en su vida pero se acomodaron en su momento en un partido político para obtener el cupo de candidato.

Las elecciones populares "justas" son imposibles no solo por el aprovechamiento que hacen del sistema los políticos sinverguenzas, también son matemáticamente imposibles. Hay una historia real, muy divertida que al fin de curso donde estudiaban muchos notables matemáticos especialistas en "public choice" tenían que elegir entre varias alternativas sobre su viaje de estudios. Estuvieron muchas horas, terminaron todos peleados y eligieron la peor de las alternativas posibles porque nadie quedó contento.

Eso por si a alguien le queda dudas que las elecciones populares son solo un pretexto que usan los grupos y grupusculos de poder para legitimarse y conseguir la obediencia de la gente.

6 comentarios:

  1. "Hay una historia real, muy divertida que al fin de curso donde estudiaban muchos notables matemáticos especialistas en "public choice" tenían que elegir entre varias alternativas sobre su viaje de estudios"

    seguramente eran todos economistas neoliberales: bien merecido

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  2. Claro, "matemáticas neoliberales"... so zafio

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  3. Oye, tu tröll gusta de decir cosas que, originalmente, apuntan a su auto edificación por medio de frases dizque afortunadas, que siempre lo dejan en la posición diametralmente opuesta.

    Esto es como el dicho que tengo:

    "Ojalá tener enemigos tontos; mientras más intentan fregarte, más te ayudan".

    J&1/2

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  4. "Eso por si a alguien le queda dudas que las elecciones populares son solo un pretexto que usan los grupos y grupusculos de poder para legitimarse y conseguir la obediencia de la gente."

    efectivamente. La eleccion de Reagan es el mejor ejemplo. El griguerio voto por un tontorron con Alzheimer que solo dormia y firmaba papeles. El verdadero gobierno lo ejercian otros.

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  5. ya, ya "Roma locuta causa finita" chas gracias por iluminarnos

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  6. LO QUE NATURA NON DA, SALAMANCA NON PRESTA

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"Send me a postcard, drop me a line
Stating point of view
Indicate precisely what you mean to say
Yours sincerely, wasting away
Give me your answer, fill in a form
Mine for evermore
Will you still need me, will you still feed me
When I'm sixty-four"