Esto pasó frente a mi casa y en realidad no fue una mala decisión, sino una serie de cuatro. La primera fue la ocurrencia del dueño del camión de hacer esa jaula completamente fuera de norma y montarla en su camioncito, seguramente llevaba cargas livianas como fardos de pasto y cosas así y se le ocurrió agrandar el espacio de carga hacia arriba, hasta una altura desproporcionada.
Si lo usaba solo en el campo talvez no iba a tener problemas, pero se le ocurrió meterse a la ciudad con su engendro como si nada, segunda mala decisión. Enseguida pasó rozando los cables eléctricos al entrar hasta el mirador y con una maniobra pudo esquivarlos. Pero a la vuelta -y esa parte no la pudo captar mi cámara de vigilancia- pasó a llevar la segunda fila de cables cortándolos, produciendo un gran cortocircuito, cortando conexiones de internet y botando la cámara de vigilancia del vecino de enfrente. Tercera mala decisión.
El sentido común habría aconsejado que pasara muy despacio pero no lo hizo así, entonces el tirón fue tan fuerte que quebró el poste que llevaba electricidad a las casas de la esquina y de la punta. El mismo sentido común habría recomendado que retrocediera lentamente porque todavía quedaba otro montón de cables que pasar, pero parece que el chofer se puso nervioso, arrancó el motor de nuevo y siguió avanzando, consiguiendo cortar los cables de suministro de electricidad e Internet a las dos casas enfrente mías. Cuarta mala decisión.
Menos mal que las conexiones de mi casa -y especialmente el hilo de fibra óptica- se salvaron por milagro, si me hubiese cortado la fibra si que me habría puesto realmente furioso.
En realidad me dio lástima todo el asunto, las malas decisiones se acumularon y en un par de minutos el dueño del camión produjo daños que le costarán como dos o tres camiones para reparar, porque la reposición de un poste de alumbrado público cuesta una pequeña fortuna.
Eso de tomar una mala decisión, atolondrarse y equivocarse enseguida dos o tres veces más, es algo que a mi me ha pasado un par de veces y suele ser el tema que alimenta mis mini pesadillas: sueño que estoy en un aprieto y tomo la decisión equivocada, luego me atolondro y cometo una equivocación todavía peor, eso tiene un nombre en la sabiduría popular "las desgracias vienen de a tres".
En fin, para mi no fue gran cosa, pasamos unas horas sin electricidad, lo que me dio la excusa perfecta para dormir una buena siesta en lugar de hacer el trabajo que tengo pendiente y que iba a hacer hoy sin falta, después que desperté y me desperecé pude ver como la calle estaba completamente a oscuras
En realidad está mucho más oscura de como aparece en la foto porque mi cámara de vigilancia tiene visión infra roja así es que en la foto la calle aparece clarita. En fin, me dejó pensando eso de las malas decisiones en cadena causadas por el atolondramiento, cuando se toman sin pensarlo mucho y solo por instinto. A veces el instinto nos puede traicionar.
¿Cuándo conviene tomar decisiones sin pensarlas confiando en el instinto? Supongo que cuando enfrentamos un dilema serio, donde el raciocinio nos puede ayudar poco o nada, cosas como elegir pareja, aceptar un trabajo y cosas por el estilo.
Hay otros casos donde reflexionar un poquito y tener cautela nos puede evitar tremendos dolores de cabeza. Me imagino que el dueño del camión no debe estar durmiendo muy tranquilo esta noche y no puedo dejar de empatizar un poco, yo he cometido estupideces parecidas, no una sino varias veces. Lo malo es que uno se da cuenta que fueron estupideces recién después que pasan las cosas.
Pucha Tomas, que mala cue. Eso de las decisiones es lo más complicado que siempre pasa, en mi caso, la he cagado un par de veces y siempre ha sido por el atolondramiento e irracionalidad de la decisión. Hace un par de meses atrás, tome la decisión de contratar a unos tipos para hacer una mini-piscina (3x2) en la casa, lejos de toda racionalidad, sin cotizar, sin averiguar como funciona una piscina, etc. El tema es que todo salio mal, desde el día uno, me llene de problemas, insomnio, dolores de cabeza, ya que los tipos eran estafadores y chantas, pero logre recuperar en parte mi inversión inicial, pero no el tiempo que me desgaste, todo por una decisión irracional del momento, mi señora me dijo no lo hagas aún, espera un poco, un amigo me dijo lo mismo y yo el porfiado dale que dale. Luego de unos meses salí del cacho, termine mi proyecto, tuve que aprender paso a paso cada tema y termine realmente estresado. Es difícil ser racional en cierto momento, pero creo que es sumamente necesario hacer un análisis en detalle antes de tomar algún camino ya sea financiero o personal de un impacto. Un abrazo.
ResponderBorrarExactamente Robert, "es difícil ser racional en cierto momento" creo que eso lo resume todo. A mi igual me ha pasado varias veces "la seguidilla"...
ResponderBorrarSabes lo primero que hay que hacer si tienes una emergencia crítica en un avión?
ResponderBorrarNada!!
Solo después que las neuronas vuelvan a estar operativas, seguir los protocolos que escribieron otros, cómodamente sentados en sus oficinas. Si no, como dices, será una cagada tras otra y al final, la gravedad siempre gana.
Inventar o adaptar cosas que tienen que convivir, encajar, servir en lo que ya está inventado y regulado y normado en general tiene estos problemas.
ResponderBorrarCuando era un pibe mi hijo del medio, al que le gusta mucho el futbol, nos pedía botines para jugar, ese calzado que tiene tapones de aluminio. Lo mandábamos en zapatillas y estaba haciendo sus primeras prácticas infantiles y la respuesta fue un "por ahora, no". A él se le ocurrió que tomando unas zapatillas viejas y clavándole desde adentro unos clavos podría tener el "agarre" que se espera de los botines.
Fue a jugar con su engendro sin decirnos lo que había hecho y en un encontronazo rozó con la planta de un pie la pierna de otro chico. Le dejó la marca, aunque no fue mucho más que un raspón. Aquel pibe no se hizo mucho problema pero cuando llegó a su casa y su madre inquirió por los rasguños, ay, se nos armó un escándalo. Practicamente nos acusó de criar asesinos. Nos hubiera demandado si no fuera que en realidad no había daño. Exigió al club que intervenga, suspendiendo o expulsando para siempre a nuestro hijo - no lo hicieron, claro. Mi hijo no quería ir a la escuela, temeroso que lo señalaran como "el que usa clavos en vez de tapones".
Bueno, al final todo pasó tras una disculpa. Uls
Marcelo, eso es lo mejor, las seguidillas de errores vienen del atolondramiento, cuando uno no para a tomar un respiro como dices, y sigue tomando decisiones con la cabeza caliente. Muy buen consejo, me gustaría haberlo escuchado antes.
ResponderBorrarUlschmidt, esa es una idea típica de las que parecen buenas en su momento y después del desastre uno piensa "¿pero cómo pude hacer esto?", en Chile a eso lo llamamos "mandarse un condoro" o un "condorazo", probablemente por el episodio del arquero de la selección chilena "Condor" Rojas, cuando se le ocurrió hacerse un corte en un partido contra Brasil, para que creyeran que le había caído una bengala, eso tuvo consecuencias para su carrera y para la del entrenador, que se le ocurrió esa "brillante idea" antes del partido
Totalmente cierto. El atolondramiento puede ser fatal.
ResponderBorrarUna anécdota. Hace mucho tiempo, mi querido instructor hoy fallecido don JL, me estaba preparando para obtener mi licencia en aviones bimotores. Después de dos felices aterrizajes del Piper Navajo, (un monstruo para mi en esos años), en la angosta pista de Los Andes, don JL me dijo:
“Ya, bien hecho, relájese subamos a 5000 pies y vuele tranquilo haciendo lo que quiera”. Yo empecé a ascender y entonces el viejito pillo, me distrajo mostrando lo lindo que se veía el Aconcagua, y disimuladamente me cortó el suministro de combustible al motor derecho.
Debo aclarar que cuando eso pasa, el avión que iba subiendo a plena potencia se mandó un brusco viraje, pero ambas hélices siguen girando y con solo mirarlas no se sabe cual es el motor que falla. Bueno, hay procedimientos para identificar el motor fallado, y lo que procede luego de eso, y poner la hélice “en bandera” deteniendo completamente el motor, para que no haga resistencia. Yo asustado, aunque el avión seguía volando, actué rápido y atolondrado, deteniendo.... el motor bueno!!!!
Ahí si que la cosa se puso negra, pero el viejito con siglos de experiencia, se río en mi cara, arregló el entuerto que estaba esperando y me dijo: “Bajemos, se cambia los calzoncillos y esta, y no los malos aterrizajes que hiciste antes, es la lección del día”. Me ha servido toda mi vida y no solo volando.
Rediablos, esas si que son lecciones! Claro que no me gustaría pasar por eso prsonalmente, prefiero escuchar la experiencia de un amigo mejor jaja
ResponderBorrarA todo esto, matarse en un accidente en avión debe ser de las experiencias más adrenalinicas e indoloras que existen, sobre todo para el piloto que va en la punta.
Cuando yo viajé por primera vez en un avión, en 1983... bueno tomé varios aviones porque tenía un tiket "around the World" en los Clipper de Panam, la cosa es que en un vuelo que me tocó casi vacío la azafata me comentó "si te sientas atrás es el lugr más seguro en caso de accidente, pero recibs la comida que nadie quiso, si te sientas adelantepuedes escoger la comida, llega más caliente y en caso de accidente te mueres de inmediato", desde entonces, las pocas veces que viajo en avión, siempre buco los asientos de adelante, fue un consejo muy bueno, porque el personal que te atiende está de mejor humor (el 747 SP lleno hacía como 600 o 700 pasajeros, siempre había algún pequeño caos en la cabina).
Otro buen recuerdo cuando viajé a Cochabamba en un 737 (creo) dl Lloyd Aéreo Boliviano, la cabina iba con poca presurización, cuando le comenté a la azafata me dijo "no te preocupes, este no se cae porque aquí viajó el Papa", efectivamente, me mostró el escudo papal más adelante ¡Pobre Papa!