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12 febrero 2023

Refrito del domingo: que mañana moriremos

 Que mañana moriremos (publicado originalmente el 27 de octubre de 2007)
Me escribió una buena amiga preguntándome, solo por curiosidad, si no me preocupaba la mala imagen que puedo dar con algunas de mis opiniones. No me preocupa mucho pero me quedé pensando que antes si me preocupaban esas cosas, lo que me dió tema para la entrada de hoy, aqui vamos:

Debe haber sido hasta los 23 años, más o menos, que viví con la sensación de que estaba lleno de defectos y que de alguna manera tenía que cambiar mi personalidad. Hacía listas de todo lo que no me gustaba y lo que iba a hacer para cambiarlo. Había tenido unos años difíciles y pensaba que mis frustraciones eran de algún modo el resultado de mis defectos, entonces tenía que eliminar mis defectos y con eso iba a ser un tipo feliz. Pero, como en el chiste del tartamudo, era mucho más fácil decirlo que hacerlo.

Estaba desde luego la timidez que me atormentaba mucho, por su culpa (o gracias a eso como me dí cuenta después) jamás le había tomado la mano a una mujer y de pololeos o besos ni en sueños. No podía bailar, no tenía plata ni para comer, era flojo hasta la médula y lo único que me interesaba era soñar despierto.

Soñaba que algún día podría hablar con alguien con la misma soltura que en mis conversaciones imaginarias. Lo peor es que había heredado uno de esos orgullos que matan y, en el fondo de mi imaginación, me creía igual o mejor que cualquier otro, ¿Einstein? ¿Newton? yo podía hacer lo mismo, no tenía nada que envidiarles. La timidez y el orgullo son una pésima combinación cuando se pertenece a la llamada clase baja.

Creo que el remedio llegó solo, cuando al fin en 1978 pude entrar a la universidad. El ego es cosa seria y varios golpes de suerte seguidos en esos años me levantaron la autoestima lo suficiente para encontrar la solución a mis problemas. Era sencillo y lo fui descubriendo gradualmente: me empecé a caer bien, comencé a a aceptar que tenía muchos defectos y limitaciones que ya nunca iba a superar, así es que mejor me encariñaba con ellos, porque si no iba a vivir eternamente amargado.

De a poco empecé un proceso de conversión desde cosas chicas hasta las más importantes. Por ejemplo antes me irritaba cuando alguien con más estudios me miraba en menos y decía que no me dió la cabeza para seguir estudiando. Pero un día lo pensé y me di cuenta que ¡era cierto!: no me dió el mate para sacar ingeniería civil ni para estudiar un master o un doctorado, así de simple, tal vez con mucho esfuerzo lo habría sacado pero no me habría sentido feliz porque a pesar del título sabría que interiormente era el mismo idiota de siempre. Otra cosa que me ayudó es que me hice amigo de mucha gente con más estudios y nunca me sentí menos que alguno de ellos. ¿Por qué iba a hacerlo entonces si no quería?. Entonces descubrí que no existe nada más estúpido que sentirse inteligente, con lo que muchos de mis problemas desaparecieron.

No fue cosa de un día para otro, pero como tuve algunos años de buena suerte con varias gratificaciones al ego, me fui amigando conmigo mismo y llegó un día que acepté al tomasito tal cual era: ya estaba listo y no tenía nada que cambiar. Mis defectos me los tomé a la broma: la timidez, mi extremada holgazanería, mi inutilidad para el baile, a todo le fuí encontrando el lado simpático y dejaron de ser tragedias.Es increíble como tranquiliza eso de no querer mejorar nada, se ahorra un montón de energía y se vive mucho más satisfecho.

Claro que esa actitud muchas veces me hace socialmente insoportable. Cuando uno acepta sus defectos no está muy lejos de los que se creen perfectos, así es que tengo que morderme la lengua varias veces al día cada vez que opino algo, porque puede parecer muy petulante a los demás la seguridad de lo que digo, en todo caso es una especie de ficción legal nomás, yo sé que puedo estar equivocado en todo, pero si me conviene eso es suficiente para mí y nadie me mueve un pelo de ahí. Otra cosa que descubrí hace rato es la inutilidad de discutir, solo los tontos discuten, yo digo lo mío y si me empiezan a discutir finjo que me convencieron y que les encuentro razón, así todos quedan contentos los otros creen que "ganaron" y yo me río para mis adentros sabiendo que tengo la razón ¿petulante yo? noooo.

Y a propósito de creencias un canuto se subió a un cerro en la esquina de mi casa, como muestra la foto, y se puso a predicar a la ciudad. Con el Tomás Jr. nos cansamos de gritarle ¡ridículo!, después pusimos el teclado a todo volumen y le hicimos coro a las canciones, al poquito rato se mandó a cambiar muy enojado. Si a el no le importa molestarme con su megafono una mañana de domingo, a mi no me importa pasar un buen rato riéndome a costillas suyas, total, con el Tomás Jr. nuestras almas inmortales ya están perdidas hace rato.

Hablando de religión, recibí un mail mucho más agradable del hermano Eudelio Martinez. desde Lima. Resulta que este amigo es Coordinador de Difusion y miembro activo de La Junta Directiva de La Hermandad Alfa y Omega. Para los que no leyeron mi entrada Cuando Cristo pasó por Arica, les recomiendo que la vean para que se formen una idea de esa sorprendente historia. Bueno, Eudesio también es ingeniero electrónico y me contaba algo de la historia de la hermandad, un saludo cordial para el desde Arica.

Yo lamentablemente no tengo inquietudes espirituales ni religiosas y me da lo mismo el destino del mundo o lo que me pase después de muerto, mis preocupaciones son más prácticas e inmediatas pero en fin, solo falta que me ponga a ponderar acerca de religión y ahí si que queda la escoba. Paz hermanos, comamos y bebamos que mañana moriremos.

4 comentarios:

  1. Yo soy de poco creer, también, salvo cuando aparecen los Testigos de Jehová en la puerta. Entonces salgo y les anuncio mi ferviente catolicismo y consigo que se retiren. No les vaya a decir "no creo" porque intentarán salvar tu alma, hay que decirles que uno ya tiene carnet de otro club. Uls

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    1. Esa es una técnica infalible e indispensable de dominar: utilísima.
      Yo antes era lo suficientemente gil para decirles que no creía en nada y que las religiones me parecían absurdas, eso era como tirarle unas costillitas a un chihuahua muerto de hambre ¡no me soltaban más!
      Ahora tengo cruces, escapularios y la foto con mis tios curas y monjas, los trato de hermanos y les digo que si me cambiara de religión me condenaría.
      Desde que descubrí eso que dices, nunca más tuve problemas con los evangelizadores, es lo mejor de lo mejor.
      Otra cosa que me simpatiza del catolicismo es que nunca he conocido algún católico que haya tratado de convencerme a ir a misa, bautizrme o algo por el estilo.
      En verdad eso es un DATAZO

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  2. Yo digo que mi religión me impide hablar de religión con nadie que no sea discípulo de la Santa Iglesia Pantotenica Universal.
    Ahí queda la cosa. Cierro la boca y no me sacan palabra. Bueno, es divertido, sobre todo para un ateo irreductible como yo.

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    1. jaja yo antes les decía que pertenecía a la Sagrada Iglesia del Spagetti Volador, pero salía para atrás porque les daba más cuerda para que alegaran. En cambio la foto con curas y monjas me funciona igual que una cuelga de ajo con un vampiro.

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