Todos tratamos de agradar a los demás, pero a mi a veces se me pasa la mano con eso porque muchas cosas que hago no son por buena gente, o por ser muy correcto, sino por miedo a quedar mal. Somos animales sociales y no hay nada que hacer con eso, nos importa mucho la reputación y hacemos grandes sacrificios con tal de que los demás tengan buena opinión de nosotros.
Tal vez gran parte de lo que hacemos es motivado por ese deseo de ser popular y estimado por las personas cuya opinión nos importa.
Recuerdo las deprimentes tardes en la Isla de Chiloé cuando estudiaba en la enseñanza media. Mientras llovía como el diablo, yo soñaba despierto y me imaginaba cosas.
Me imaginaba por ejemplo que en el futuro estudiaría en la Universidad Santa María, sería ingeniero electrónico como mi primo Alejandro y después volvería a Chiloé con un espléndido trabajo para que todos me admiraran.
Pasé años soñando despierto tonteras así, en la Universidad soñaba que me sacaba las mejores notas y que deslumbraba a todos con mi gran inteligencia.
Al poco tiempo me quedó claro que era mucho menos inteligente de lo que creía, así es que me vi obligado a ajustar un poco mis ambiciones.
Otros se sacaban notas mejores que las mías y eran más inteligentes. Pero encontré la manera de destacarme en algo: me convertí en el más rápido en terminar los exámenes, me sentaba en el primer asiento y jamás copié en una prueba.
No me sacaba las mejores notas pero nadie en la universidad entregó un exámen antes que yo, al menos hasta donde recuerdo.
Todas mis ambiciones -y tuve muchas- eran dirigidas a que me estimaran y me admiraran, por eso siempre trataba de ayudar y no decía nunca que no al que me pedía un favor. No alardeaba de inteligente o de haber leído mucho, pero igual lo deslizaba por el lado, solo para hacerme reputación.
Otra competencia -al menos en eso años- era con las mujeres. Yo llegué hasta bastante viejo sin haberle tomado la mano a una mujer ya que era pobre y muy tímido. Entonces empecé a trabajar, compre mi primer autito y decidí que tenía que ponerme al día de manera urgente.
Cambié calidad por cantidad y trataba de llevarme a la cama a todas: gordas, flacas, altas, bajas, viejas, jóvenes, muy lindas y de las otras. No tenía ningún filtro porque mi objetivo era "hacer currículum".
El currículun me sirvió muchísimo porque gracias a eso no caí embaucado con la primera cara bonita o el primer par de tetas apetecibles, aprendí que las mujeres eran personas que podían valer o no la pena, independiente de su apariencia.
Otra cosa impagable que me dejó el currículum fue que aprendí a tener amigas y estimarlas sin andar desesperado para que me dieran la pasada. He tenido amigas tan buenas como los mejores de mis amigos, han sido amistades verdaderas y entrañables. Ah, ya me estoy yendo por las ramas otra vez, volvamos a lo nuestro.
Tal vez ese sea el motor más importante que tenemos todos, como dijo García Marquez "escribo para que me quieran", yo me conformo con ser estimado y creo que la mayoría de las personas tienen esa idea. Tratan de ganar plata, destacarse y todo lo demás solo para que el resto de la gente opine bien de ellos.
Pero no todos piensan así, yo tuve un amigo que era profesor y me comentó hace años algo así como "mira, yo tengo un defecto y es que soy muy mala persona" en realidad dijo otra palabra pero lo pongo así para que todos lo entiendan. Me comentó que cuando un alumno o un colega se le atravesaba, no descansaba hasta verlo cagado en el suelo.
Ese comentario, que me hizo al pasar, me impresionó mucho y hasta el día de hoy lo llevo pegado. La mayoría de los canallas, resentidos, vengativos, jamás se reconocen como tales y por el contrario, siempre alegan que todos sus problemas son por ser tan buena gente y por eso todo el mundo los caga.
En este amigo reconocí un ser superior, bajo una mediocre apariencia se escondía todo un filósofo, capáz de darse cuenta de sus propio carácter miserable. Nunca he vuelto a conocer a alguien así.
No digo que sea bueno ser miserable, vaca, maricón, etc. pero solo uno en un millón es capaz de reconocerse como tal. Y todos, en alguna ocasión lo hemos sido, pero nos molesta recordarlo y más reconocerlo, cuando yo me acuerdo de alguna canallada que he hecho trato de borrarla y sacarla de la cabeza inmediatamente.
Bueno, esta idea se me vino a la mente a propósito de un buen texto que leí en Internet, que traducido dice más o menos así:
En 1902, un estudiante de 19 años, Franz Kappus, envió sus poemas a Rainer Maria Rilke -ya entonces un famoso autor alemán y notable maestro de la lírica- y le pidió consejo sobre cómo convertirse en escritor. La respuesta de Rilke a este joven poeta es, en mi opinión, una encantadora reflexión estética y filosófica sobre la desesperada búsqueda de confirmación externa del trabajo creativo o intelectual, en lugar de escuchar la voz interior y confiar en el propio juicio. Lee estas absorbentes líneas:
“Preguntas si tus versos tienen valor. Me lo preguntas a mí. Antes has preguntado a otros. Los envías a revistas. Los comparas con otros poemas y te molesta cuando ciertos editores rechazan tu trabajo. Ahora (dado que has dicho que quieres mi consejo) te ruego que dejes de hacer eso. Estás buscando fuera, y eso es lo que más debes evitar ahora. Nadie puede aconsejarte o ayudarte -nadie. Solo hay una cosa que debes hacer. Ve hacia adentro. Descubre la razón que te impulsa a escribir; observa si ha echado raíces en las profundidades de tu corazón; confiesa a ti mismo si tendrías que morir si te prohibieran escribir. Esto, sobre todo: pregúntate en la hora más silenciosa de tu noche: ¿debo escribir? Busca en ti mismo una respuesta profunda. Y si esta respuesta resuena en afirmación, si enfrentas esta solemne pregunta con un fuerte y sencillo “debo”, entonces construye tu vida de acuerdo con esta necesidad… Entonces asume ese destino y cárgalo, su peso y su grandeza, sin preguntar nunca qué recompensa podría venir de fuera.”
En 1929, tres años después de la muerte de Rilke, Kappus publicó su correspondencia con Rilke, titulándola Cartas a un joven poeta (el extracto anterior es de la primera carta).
Rilke tenía toda la razón y creo que es un criterio que vale para cualquier cosa que hagamos o intentemos hacer. La opinión de los demás puede ser reconfortante para nuestro ego pero eso es superficial.
Lo importante es nuestra propia y profunda opinión: si vale o no la pena hacer lo que estamos haciendo, digan lo que digan los demás, le guste a quien le guste y le disguste a quien le disguste. Como dice el corrido mexicano ese:
No soy monedita de oro
Pa' caerle bien a todos
Así nací y así soy
Si no me quieren, ni modo
¡Tan tán!
Creo que el internet en cierto modo se volvió una válvula de escape a todos esos pensamientos que tenemos, pero no lo expresamos en público. Y es que a veces el estar de incógnito sirve como una catarsis. Dicen que Marlon Brando pasó así sus últimos días.
ResponderBorrarCreo que al final debemos encontrar el camino que queremos tomar. Es cierto lo que dice, hay gente que simplemente no puede con su genio y actúa de muy mala fe. Es cierto que todos hemos sido jodidos y tenemos nuestros ratos de idiotez, pero también es cierto de que debemos mantener el tino porque la vida es así. Personalmente veo bien el ayudar a otros y tener una buena imagen; sin embargo, también creo que son muy pocas las personas en las que uno puede confiar. Aristóteles sabía eso y muy sabiamente estableció los tipos de amistad, donde el más alto nivel era la virtuosa. Creo que el estagirita la tenía claro.
Anticaviar
Si Anticaviar, especialmente cuando no tengo idea sobre que poner en mi antrada diaria, simplemente suelto lo primero que se me viene a la cabeza y salen entradas incoherentes como esta, y ojo que no me he tomado ni una cerveza!
BorrarLo de Marlon Brando es extraordinario; dicen que en sus últimos años se convirtió en uno de los troll más odiados de Internet, se dedicaba todo el día a atacar y escribir cosas desagradables a todo el mundo -de incognito naturalmente- Me parece notable, por eso escribo bajo nombre y apellido, porque así me modero un poco jajaja
Bueno, como dijo un famoso Marx que no era Karl: estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros. Uls
ResponderBorrarDon Groucho era infinitamente más brillante que don Carlos, en una sola frase tenía más contenido que en tres gruesos tomos de verborrea inútil!
BorrarY las ideas de Groucho no devastaron países. Definitivamente fue mejor que Carlitos
BorrarAnticaviar
No se si está bien relacionar, pero si hay, muy de tanto en tanto, un señor que se reconoce, o inclusive se jacta, de ser mala persona, en el sector femenino se insinúa cierta moda de jactarse de ser ligera de casos.
BorrarComo si fuera una virtud, una viveza o un acto de emancipación contra los malvados hombres. Las mujeres se vengan de los malvados hombres con otros hombres, no se si saben.
Invitaron a mi esposa a algo así como el día de la mujer hace un tiempo y en la ronda de mujeres, mientras empinaban unas cervezas, hubo varias que se ufanaron de su performance.
No se qué hacer en un caso así. Deje el Nuevo Testamento y los ejercicios espirituales de Tomás de Kempis a mano en la mesita de luz, pero nada más. Uls
jajaja! a mi me encantan las mujeres "come-hombres", ligeras de cascos, promiscuas, etc. (por no decir las otras denominaciones). Hay mujeres que tienen idéntica actitud que los hombres mujeriegos, pero son hobreriegas o algo así, he conocido muchas y me caen re bien. Son un sub producto de la píldora anticonceptiva, claro.
BorrarSiempre he pensado que no existe nada más anti natura que la monogamia: alguien -hombre o mujer- que nunca haya sido infiel "ni con el pensamiento", me parece un ser monstruoso.
Dicho eso, creo que las mujeres que hablan mucho de sus aventuras con los hombres casi siempre son pura boca, y tienen problemas de desempeño en la cama, aunque rewsultan ser las mejores y más simpáticas como amigas.
Las come hombres de verdad son muy reservadas, no hablan nada pero actúan en el momento menos esperado, por lo general por debajo de la mesa. Eso según me contó el amigo de un amigo mio.
Recuerdo que un día hablando con una amiga de El Salvador le confesaba que si tuviera poder e influencia, probablemente abusaría de eso para arruinar a los que les tenga sangre en el ojo. Confieso que puedo ser bien rencoroso y probablemente disfrutaría mucho de ver en apuros a alguien que me haya intentado perjudicar, lo cual es irónico porque todo el mundo (animales incluidos) me ama. Probablemente sólo exista una sola persona en todo el mundo que me odie de verdad y no voy a negar que me da curiosidad saber por qué.
ResponderBorrarjaja "mejor que te odien a que te desprecien"
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