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08 agosto 2012

Los amigos del bar del ocio

Acabo de terminar de ver la película Gli Amici Del.Bar Margherita (Los amigos del Bar Margarita). Cuando encuentro una buena película italiana me da un placer muy grande -es como fumarme un buen puro- aunque se que con mi mala memoria visual en unos días más no me voy a acordar de que se trataba.

Veo con gusto que el cine italiano sigue sacando buenas películas después de su época de oro, en el neorealismo de los cincuentas. Esta película es del año 2009, el director es Pupi Avati (no tengo idea quien será) y tiene un guión excelente que recrea algunos de los temas favoritos de los italianos: la amistad, la familia, las desilusiones y el amor sincero.

Una excelente película, tiempo atrás vi un mamarracho que se llamaba La Vida es Bella, un culebron cursi que me enfureció tanto que dejé de verla en la mitad, convencido que el cine italiano se había corrompido completamente, por suerte no es así, todavía se hacen buenas películas y sobre todo buenos guiones. Lo mejor de ese cine es que son buenas historias, parece que en ningún otro país del mundo interesan mucho los guiones, hacen puras historias básicas y películas para retrasados.

Buscando alguna imagen para colocar en esta entrada me encuentro que la película completa está en Youtube y se puede ver aquí, véanla si pueden, la recomiendo sin reservas.

El tema del bar es universal, también puede ser un café o un restaurant. Recuerdo que Ettore Scola filmó a fines de los noventa La Cena, una película prácticamente sin argumento, armada de las conversaciones durante dos horas entre la gente que va a comer regularmente a un restaurant, gran película.

El bar es una institución humana entrañable, hay bares a los que le tengo más cariño que a muchas personas. En Ancud durante los años setentas el bar del pueblo se llamaba La Golosina y era regentado por una gorda italiana, cuyo antipático hijo una vez amenazó con pegarme. Doña Gina era un personaje con corazón de oro y en La Golosina nos encontrábamos todas las noches desde el gobernador hasta el último pelagato. Creo que en Ancud también está el bar con mejor nombre que he conocido, se llama Ven a mí.

En Arica a fines de los setentas había un bar -creo que todavía existe con otro nombre- que se llamaba Lusitania, era un lugar bravo con mucha droga y peleas a cuchillo, como las de esos años. Solo conocí brevemente a la fuente de soda más popular de los setentas que se llamaba -si mal no recuerdo- Casanova, estaba en los altos de 21 de Mayo y Baquedano. En los ochentas el bar Bavaria, que era un fumadero de pasta base y el recordado Drive-In Cuchi-Chuchi.

Es increíble como nos hemos infectado de moralismo a partir de los noventas, durante los militares se podía tomar en el auto sin problemas, se podía fumar y el consumo de drogas era más o menos tolerado mientras no existiera violencia o pandillaje, apenas llegó la alegría empezaron a aparecer los malditos santurrones que hoy nos tienen acorralados. Y lo curioso es que son de izquierda y de derecha. Malditas sean sus madres, mil veces malditas.

Pero me estoy desviando del tema principal que es por qué nos gusta ir al bar. Bueno, cuando uno conoce a la dueña y van siempre los mismos es como ir a un club donde se puede perder el tiempo conversando tal como conversamos en este club de ociosos, con la diferencia que en el bar lo hacemos levemente -y a veces fuertemente- narcotizados por el alcohol, todo lo vemos más claro y más bonito.

Mi amigo McDonnell como buen irlandes es hombre de bar, de hecho trabajó en un after hour en Londres un par de años y me decía que los bebedores serios están esperando en la puerta a las 8:30 de la mañana a que el bar abra las puertas. El me llevó al bar de Doña Mechita en el Mercado Colón, que es uno de los más tradicionales de Arica, donde la mayoría de los clientes van desde hace 30 o más años, casi todos los días. A mi me gustó mucho pero dejé de ir porque me pareció medio adictivo, y creo que con los vicios que ya tengo es más que suficiente.

Pensándolo bien este blog es como mi bar virtual y unas pocas veces, cuando me pillan mal parado, hablo (más bien escribo) demasiado y se me pasa la mano, igual que si estuviera un poco borracho, pero eso pasa solo de vez en cuando. Si solo se pudiera transferir cerveza por Internet creo que podría convertir esto en mi bar ideal. En fin, tendremos que esperar hasta que la tecnología esté a la altura de nuestras necesidades. Por mientras los invito a ver la excelente película que les dejé el link y si la ven completa tal vez entiendan por que me dio por escribir estas tonteras.