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05 abril 2009

En la peluquería


Domingo, fomingo, un día aburrido y muy soleado para ser otoño, seguimos disfrutando en Arica del calentamiento global mientras dura. Anoche venía de vuelta a mi casa como a las 2 AM y vi caer un meteorito justo encima de la ciudad, debe haber caído en el desierto porque no salió nada en el diario. Todo normalmente aburrido, como siempre. Para mañana las fuerzas vivas de la ciudad, llamaron a un paro de protesta contra el abandono del gobieno, parece que nadie le da maldita gana protestar, seguro que va a pasar sin pena ni gloria.

Esas son, más o menos las novedades en la ciudad del tiempo congelado. Antes de ayer me cortó el pelo una señora feísima, fui a la primera peluquería que encontré y la alternativa era entre ella o un peluquero gay, que diablos, desde que mi amigo el Matute me convenció que todas las peluqueras deben ser buenas en la cama, no puedo dejar de pensar en eso cada vez que me corto el pelo, pero esta vez miraba a la señora con cara de buho y me daba cosa, maldito Matute que con esas ideas absurdas me arruinó la visita a la peluquería.

El lunes empiezo a hacer clases, le pregunté al Jefe de Carrera como las quería y me dijo una sola cosa "sé práctico, tienes que enseñarles cosas que sirvan, la teoría es para los primeros años", es un buen cambio, porque la última vez que hice clases fue a alumnos de primer año en un ramo muy teórico, ahora me toca un ramo de formación profesional para los que ya están terminando, les voy a dar toda la teoría necesaria como trabajos de investigación, que la aprendan solos nomás, yo me dedicaré a enseñar todas las herejías que aprendí en el mundo real, tengo una montaña de material con eso, estoy listo para empezar a envenenarles la mente.

A propósito del mundo real, en 1980 había un solo microcomputador en Arica, era un Radio Shack TRS-80 de Andres Guiza y lo usaba para la contabilidad y el inventario de su perfumería. El primer programador de la ciudad fué mi amigo Diego Aracena, el perrito, que le había hecho y vendido los programas, al parecer tuvo un trampeo con Guiza y pelearon, gracias a eso yo me convertí en el segundo programador de la ciudad. 

Me acuerdo como si fuera hoy cuando mi amigo el Corcho, que era algo así como mi agente de prensa, me llevó a hablar con Guiza y  tuve mi primera experiencia desagradable en el mundo del trabajo, don Andrés me recibió algo enojado y me dijo: "mira, yo no quiero idealistas, científicos ni genios acá, estoy en un problema y necesito un bruto que me lo arregle". En esos años todos pensaban que los programadores eran nerds superdotados que jugaban ajedrez y cosas así, pero Guiza ya tenía la intuición exacta de lo que necesitaba: un bruto que le arreglara el problema.

No se lo arreglé, la verdad es que sin querer le borré un montón de información y Andres Guiza (con el tiempo nos hicimos bien amigos)  se tuvo que poner en la buena con su programador original, pero ahí aprendí como se hacían los programas reales. Mis dos primeros trabajos en eso fueron enormes fracasos, después siempre me fué bien. 

Yo era muy bueno programando en los computadores PDP-11 de la universidad, le enseñaba a los profesores y todo eso, pero no tenía experiencia en trabajos de la vida real. Mi segundo contrato fue con la Gobernación Marítima de Iquique: me compraron un computador Casio y junto con un teniente de apellido Silva me encargaron hacer un sistema de control del movimiento de naves en el puerto. El teniente hacía el diseño lógico y yo lo tenía que codificar, nos enredamos de una manera tan terrible que después de un listado monstruoso con miles de líneas que apenas cabían en la memoria nos dimos cuenta que nunca lo íbamos a terminar. Silva se fué a Valparaíso a estudiar ingeniería y yo seguí ofreciendo mis maravillosos programas, que a partir de entonces todos empezaron a funcionar perfectamente. O sea, es muy cierto ese dicho de "Echando a perder se aprende".

A propósito acabo de publicar en Knol mi famoso Curso de Visual Basic para Aplicaciones, lo escribí el año 2000 y 9 años después todavía sigue vigente. Larga vida al VBA, tan útil como poco conocido.

Debe ser desde esos años que le tomé tanta aversión al trabajo, pero en fin, con un poquito así de buena suerte tal vez la buena vida regrese por algún tiempo, ya veremos como se dan las cosas. Hasta mañana.