Los que vivimos acá no lo notamos -como un pez no se da cuenta que está tragando agua- pero Ingrid me comentaba que llegando desde afuera, ella veía al país como un hueso dislocado, que se salió de lugar y aunque exteriormente todo parece normal, se complica ante el menor problema.
La idea me quedó dando vueltas y claro, adonde voy ahora me encuentro con personas y situaciones dislocadas, caminando en la cuerda floja, tal como yo mismo, tratando de no pensar que pasaría en caso que aparezca algún problema, porque si pensamos en eso nos volvemos locos. Tal vez esa dislocación permanente es la que ha modelado el carácter ariqueño, somos despreocupados y relajados porque no nos queda otra. No podemos vivir siempre aterrorizados.
Donde esa dislocación me aparece más fuerte, es entre las ciudades de Arica en Chile y Tacna en Perú, no me puedo imaginar una relación más precaria. No se trata de un simple sentimiento de rivalidad, sino algo mucho más complejo creado por la historia de las dos ciudades, separadas por una guerra hace más de cien años y condenadas por la geografía a vivir una junto a la otra. Tal como un hueso que sale de su lugar y nunca volvió a soldar correctamente.
Para muchos peruanos existe una mitología sentimental sobre la Estrellita del Sur que perdieron y algún día volverán a recuperar: Arica cautiva llorando por volver a su patria original. Por parte de Chile en cambio, Arica no existía antes de 1880, apareció ese año de alguna manera espontánea, completamente chilena en un acto de creación inexplicable. No hay nada más distinto que las historias oficiales en ambos países. Cuesta creer que hablan acerca de los mismos hechos y los que creen en su historia sin cuestionarla viven convencidos de la traición y la recíproca puñalada por la espalda. Y así hemos vivido más de cien años en precario equilibrio, dislocados, al borde de una guerra en los ochentas y tan irremediablemente juntos como dos hermanos siameses.
Pero nadie puede vivir eternamente rencoroso o asustado, entonces encontramos el mecanismo de la despreocupación, nada es seguro así es que olvidemos el futuro. En los peores momentos, cuando estuvimos a punto de irnos a las armas, los militares de ambas ciudades se juntaban a comer asados de confraternidad. Los ariqueños íbamos a Tacna y los tacneños venían a Arica, rara vez la agresividad verbal se convirtió en mala voluntad entre las personas. No se puede vivir como enemigos durante cien años, menos si estamos a sesenta kilometros de distancia.
Y así, como en muchas otras situaciones de nuestra ciudad y país, vamos sobreviviendo en la cuerda floja, haciendo reparaciones provisorias para siempre con cinta scotch y alambritos. Somos y no somos, siempre precarios, esperando el Gran Tsunami pero sin preocuparnos realmente. Si al final, de algo hay que morirse.
Le achunto medio a medio tu amiga..en Chile todo es PRECARIO...los empleos son precarios, el transporte es precario, el gobierno es precario, la salud es precaria, en fin creo que todo nuestro sistema social y economico es precario y por ende este hace que la vida de las personas en Chile sea de lo mas precaria y fragil..por ende duele mucho perder la pega o enferarse en chile...ahora me imagino la impresion que se llevaran los extranjeros en chile cuando nos visitan la cual debe distar mucho de parecernos alos europeos..eso no mas.
ResponderBorrarMe parece que hoy día en todo el mundo son precarios los gobiernos, el empleo, la salud, etc.
ResponderBorrarEn una última instancia, toda la especie humana es precaria ante cualquier desastre de la naturaleza. No somos mucha cosa. Por eso hay que tratar de vivir el presente de la mejor manera posible.
Sin duda, nuestra situación en el mundo siempre ha sido y será muy precaria, la seguridad y la estabilidad es una ilusión de los fat cats que creen haber clavado la rueda de la fortuna, por eso el despertar es después tan doloroso. Pienso en los actuales "países desarrollados" cuando tienen problemas o cuando Howard Huges se dio cuenta que el también se tenía que morir
ResponderBorrartodo chile es asi, tal vez el planeta.En el barrio alto viven robando energia...............
ResponderBorrarY te cuento lo que se contaba en Tacna en 1975, cuando yo estaba en 1º de secundaria. Resulta que Velasco quería atacar Chile y, a 91años del fin de la guerra y 46 de la devolución de Tacna, todo estaba muy fresco. El 27 de agosto Francisco Morales Bermudez, el segundo de Velasco y Comandante General del Ejército, visitó Tacna para las fiestas y se pegó una tranca de padre y señor mío. Las principales familias tacneñas lo llevaron al Club Unión y ahí lo juntaron con militares y civiles chilenos especialmente invitados. Cuenta la leyenda que esos "chilenos" eran sus familiares del sur (los Morales Bermudez son originarios de Pica, cerca a Iquique), entre los que había militares chilenos. Lo que conversaron esa noche queda en la leyenda, pero al día siguiente Morales Bermudez dio el golpe de estado que derrocó a Velasco y el peligro de guerra fue disipándose rápidamente.
ResponderBorrarSi, hay varias historias por el estilo además de la exageración que hacía acá el ejército sobre sus propias fuerzas (recuerdo la parada militar que duró horas y horas en el hipódromo y los "aeropuertos militares secretos" que se veían desde el camino con aviones de palo).
ResponderBorrarEn fin, como sea que hayan desistido atacar fue una suerte para nosotros que estábamos en "edad militar", también fue una suerte para ambos países porque una guerra segúramente habría sido larga y los hubiese dejado en muy mal pie. Desde hace años que anexar territorios dejó de ser un buen negocio.
Da para un librito o a lo menos una tesis,esta dentro de las cosas que alude, pero no te lo dire-e.jajajajajajajajaj
ResponderBorrara propos del "los" me refería a ambos países, no solo al Perú jaja
ResponderBorrarSería divertido hacer un libro recopilando las historias que circularon "el día que nos íbamos a la guerra", la ciudad era un hervidero de rumores ese año, los tanques pasaban todas las noches para la frontera "los viejos Sherman y los cañones autopropulsados del año del cuete" y pasaban disparando salvas toda la noche en la quebrada del Río Seco, ahora suena gracioso!
ResponderBorrarBueno, en el libro de José Rodriguez Elizondo "Perú y Chile: el siglo que vivimos en peligro" hay una excelente narración de aquellos tiempos. En lo personal, entre 1975 y 1979, yo viví en la frontera, así que soy testigo de primera mano de lo que ocurrió.
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