NULLA DIES SINE LINEA. Filosofía barata, historias, historietas, moralejas, chamullos, relatos absurdos, la vida de un vago, cosas de Arica, literatura, música, pornografía, política, física, cocina regional, minas, copete y cosas por el estilo. The awesome, absurd and often bored adventures of our Man of Mystery in Arica, from the trenches, in the Northern Front. Sacar a mil, sacar a mil. Streams of brilliance often spring from boredom. "Be yourself, but bigger"
28 junio 2015
Como gobernar sin votos
Algo característico en el electorado chileno es su dispersión. Podríamos pensar que hasta el primer período de Arturo Alessandri Palma en diciembre de 1920 todas las elecciones eran más o menos arregladas. Se trataba de acuerdos de caballeros donde el poder se pasaba de mano en mano, decidido por civilizadas discusiones del Club de la Union. Por algo le llamaron "La República Oligarquica".
Alessandri fue probablemente el primer presidente en Chile que llegó al poder en una elección relativamente limpia. Desde entonces "el pueblo" puso y sacó a presidentes, coincidente con los 50 años de desorden que yo llamé "la República Socialista de Chile" en una serie de entradas. En esos 50 años la base electoral se agrandó cada vez más, logrando derecho a voto las mujeres (1934), los ciegos (1969) y los analfabetos (1972).
La izquierda siempre ha sido minoritaria en Chile, mientras más a la izquierda menos votos ha obtenido y esta es una constante histórica. Por eso los partidos Comunista y Socialista chilenos adoptaron con entusiasmo la estrategia del Frente Popular en 1937, junto con los radicales y otros partidos menores. Esto les permitió tener por primera vez acceso al poder. Los más izquierdistas se tuvieron que conformar con ministerios o camionetas, hasta que por fin, en 1970, llegó el socialista Salvador Allende a la presidencia, con apoyo de una coalición heredera del antiguo Frente Popular.
La historia del Frente Popular en Chile es un temazo lleno de anécdotas y alguna vez tendré que colocar algo de eso. La coalición que llevó a Allende a la Moneda era un refrito llamado Frente de Acción Popular (FRAP), que en 1969 cambió de nombre a Unidad Popular porque además de comunistas, radicales y socialistas integró a una serie de grupúsculos que se habían formado a la sombra del sistema proporcional de elecciones.
Todas las veces que la izquierda ha llegado al poder no ha sido con votos, sino por alianza y arrastre de independientes detrás de un caudillo. El electorado chileno tiene cierta aversión a la izquierda, pero también una tendencia a la fragmentación. Allende -el único izquierdista que ha llegado al poder en elecciones en Chile- no ganó arrastrando una gran mayoría sino aprovechando la división entre los partidos de derecha y la Democracia Cristiana.
Lo mismo se repitió en 1989 con la Concertación de los Partidos por la Democracia, que amplió la base del antiguo Frente Popular, porque la división esta vez se planteó entre los que estaban con el Gobierno Militar y los que estaban en contra. El hecho que Pinochet haya sacado un 44% de los votos en una elección limpia y secreta es bien inusual, conociendo las circunstancias y el ambiente de la época.
La historia se repite y los partidos socialista y comunista (hoy reducido a su mínima expresión electoral) se las han arreglado para ir accediendo al poder desde adentro, por secretaría y una vez en el poder tratando de consolidarse haciendo leyes a su favor y poniendo a gente suya en el poder judicial, que ha sido determinante para ayudarse en política.
Por eso vemos hoy la parcialidad abierta de fiscales y jueces. Como les faltan votos llevan a los enemigos políticos a los tribunales, estiran las leyes y abusan todo lo que pueden para tratar de debilitar a la oposición.
Eso funcionó bien en Argentina y en Venezuela, al menos al principio. Caudillos hábiles y decididos como Chavez y Nestor Kirchner, con el concepto de la vanguardia organizada que usa todos los resortes del poder para consolidarse, consiguieron armar una máquina y -al menos durante unos años- juntar bastante apoyo popular.
Chile es diferente. La euforia de simpatía con que terminó Bachelet su primer período se pinchó en menos de un año, apenas mostró su verdadera cara, el rechazo a las reformas es la muestra más clara. ¿Vendrá un populista? no creo, a mi modo de ver Franco Parisi fue el que tenía las mejores posibilidades desde el populismo y por mucho que trató, no llegó ni cerca. Enriquez Ominami, con toda la plata que recibió, tampoco, en Chile los caudillos no arrastran entusiasmo. Ni siquiera Arturo Alessandri, caudillo de la chusma por excelencia tuvo apoyo fuerte o constante.
Como yo lo veo, hay que dejar que funcione la ley de gravedad nomás. La izquierda se desacreditó por mano propia y seguramente tendrán que pasar décadas para que les crean de nuevo los discursos de superioridad moral, que les funcionaron por 20 años. ¿La derecha está dividida? siempre ha sido así, es su estado natural. Además es la derecha política, porque la gente corriente de derecha -es decir casi todos- tenemos bastante en común. Solo hay que esperar la oportunidad.
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Tomás,
ResponderBorrarComo siempre un artículo interesante.
Tienes dotes de contador de historias.
Espero que alguna vez en la canales de tv abierta se pudiesen presentar este tipo de contenidos.
Saludos
Hola Cristian, antes habían prograamas así, en la tele abierta es dificil pero seria interesante una especie de History Channel chileno por Youtube por ejemplo ¿por que no?
ResponderBorrarEl único problema es que las minorías organizadas y concentradas siempre le ganan a las (supuestas) mayorías dispersas y atomizadas. Por mucha que sea la irritación con Bachelet y su gobierno no tiene ninguna posibilidad de éxito a menos que se organice y manifieste en algo más que quejas a través de redes sociales. A la UP la derrocaron porque había una organización opositora fuerte y decidida. Contra Bachelet no hay nada. Solo miles de quejones que responden encuestas o escupen su frustración a través de las redes sociales. Politicamente son nada. No están organizados y tienen cero fuerza. Son nada
ResponderBorrarSi Renzo, ese es un problema que ha existido siempre, una minoría organizada puede ganar a la mayoría en todo el mundo. Así pasó en Rusia con los bolcheviques y en casi todas partes. Es más o menos lógico, resulta más fácil alinear a una minoría disciplinada, mientras que que a una mayoría es imposible ponerla de acuerdo, por eso toda democracia termina manejada por oligarquías, es imposible que manden todos.
ResponderBorrarComo consuelo podemos pensar que en toda la historia de la república jamás hemos tenido revolucionarios de larga vida, pese a tener buenos resultados tácticos los revoltosos son un fracaso en lo estratégico. Eso también es más o menos lógico: una cosa es tener cualidades para llegar al poder y otra lo que se necesita para mantenerse en él