12 abril 2017

Propiedad y libertad


La propiedad y la libertad están muy relacionadas. Tener propiedad sobre una cosa, es decir poseerla, implica que tenemos libertad de hacer lo que se nos antoje con ella "dentro de los límites legales", esta es la limitación que siempre pone el estado sobre la mayoría de las libertades que existen.

La libertad de una persona es su capacidad para pensar y actuar según sus propios deseos. La libertad básica -probablemente la única verdadera- es "negativa", lo que quiere decir que nadie externo a nosotros nos puede obligar a pensar o actuar en contra de nuestra voluntad, pero también existe una idea de libertad "positiva" que tiene que ver con ciertas capacidades de las personas.

La libertad positiva tiene ciertas complicaciones, porque afirma por ejemplo que alguien ignorante o alguien pobre en recursos "no es libre" aunque esté satisfecho de su condición y actúe por voluntad propia de acuerdo a eso, porque -supuestamente- no es dueño de su voluntad ni capaz de controlar sus propias acciones y su destino. Esta es -a mi modo de ver- una manipulación bien fascista de la idea de libertad, porque supone que ya no es el individuo quien determina lo que debe hacer sino terceras personas, que supuestamente saben que es lo mejor para ellos.

¿Por qué la propiedad y la libertad están tan ligadas que llegan a parecer una misma cosa con dos nombres? Porque decir que algo es propio equivale a decir que tenemos libertad de hacer lo que se nos antoje con el, disponer como queramos, mientras no exista una ley que prohíba expresamente alguna forma de uso. De esto se desprende que todas las leyes son coercitivas, es decir, limitan nuestra libertad por la fuerza, para hacer más fácil la convivencia en un grupo de personas. Robinson Crusoe en su isla desierta no necesitaba leyes ni moral.

La libertad y la propiedad -que son casi lo mismo- son muy claras y simples de entender cuando la aplicamos a individuos, pero se desnaturalizan rápidamente cuando la aplicamos a un colectivo. Las libertades sociales y la propiedad social difícilmente pueden llamarse libertades o propiedad, porque en esencia restringen por la fuerza el libre albedrío de los individuos.

Seguramente, para suavizar ante el populacho el hecho evidente que las leyes son todas de naturaleza coercitiva y que todo estado es en esencia un represor, los políticos comenzaron a desarrollar estas ideas de "libertades positivas" y con el paso del tiempo van ofreciendo más y más de ellas hasta llegar al absurdo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que partió con 30 artículos y cada año va siendo engrosada con más y más derechos: Declaración Universal de los Derechos Humanos Emergentes; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; Derechos reproductivos; Declaración de Derechos de Virginia; Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana; Jardín de los Derechos Humanos; Convención sobre los Derechos del Niño... y así hasta la nausea.

Los derechos humanos son una muestra de la ideología en torno a las "libertades positivas", se supone que esta lista de derechos, redactada por un grupo de políticos de la burocracia internacional y que ni siquiera fue aprobada por unanimidad, pretende saber mejor que los afectados que es lo que mejor les conviene. Partió con una lista de obviedades tan general que ni valía la pena detallarlas y con el paso del tiempo ha ido creciendo hasta convertirse en el marmotreto actual que se presta para toda clase de abusos y manipulaciones políticas.

La libertad se torna imposible en el momento en que empezamos a vivir en comunidad, si cualquiera tiene libertad para matarme y despojarme, si yo debo defenderme solo, como pueda, mejor me voy a vivir a la punta del cerro, armado hasta los dientes con la esperanza que no llegue alguien mejor armado que yo. Lo más irónico es que esta inflación de libertades positivas nos ha llevado a un estado de cosas donde -en la retórica- todo el mundo es sujeto de una lista interminable de derechos, pero en la práctica vivimos en una barbarie donde el estado es eunuco, esclavo de las apariencias e incapaz de cumplir su función básica de ayudarnos a proteger nuestra seguridad y la posesión de nuestras propiedades.

Todo en exceso es malo y hoy vivimos en un exceso de derechos retóricos y de libertades positivas inexistentes, para todos los efectos prácticos.

3 comentarios:

  1. Sabe que otra cosa inventaron los socialistas utópicos?. El cooperativismo. Que se hizo real y administra una parte de la economía de este mundo.
    Y nada hubiera impedido que esa reunión de voluntades y pequeños capitales acumule virtuosamente más y más capital, contando con la ventaja de la colaboración de todos y la permanente reinversión de lo producido y el entusiasmo comunitario por avanzar. Ahora mismo deberían ser las principales companías del mundo. Nada lo hubiese impedido. Familias ricas que se desgarran repartiéndose herencias, nietos pordioseros incapaces de seguir la herencia de los fundadores, gerentes ladrones, empleados desleales, en fin, como no iba a ser esto superado por el idealismo y la virtud de trabajadores y pequeños inversores confederados.
    Pero no fue así. El cooperativismo tiene grandes logros, pero nunca pasa de un tamaño modesto. En las grandes cooperativas, el poder de la burocracia gerencial remplaza a la voluntad del asociado tarde o temprano. Muchas quiebran y no son remplazadas por estructuras similares.
    Como no es extorsiva, ni obligatoria, ni destruye lo de los demás, ni exige la expropiación de lo ajeno para el Estado, ni privilegios estatales, yo siempre estoy a favor del cooperativismo. Inclusive tiene siempre un buen paquete de éxitos que mostrar. Pero no ha remplazada al capital privado en siglos, representa una fracción menor de la economía de todos los países.
    Es por sus limitaciones naturales, la naturaleza humana pone el talento a trabajar para su propietario, no para los demás. Cuando encontramos alguien talentoso que se desgarra por los demás, a veces es un prócer o un santo y otras veces muchas más es un chanta que se queda con lo colectivo para bagaje propio.
    El cooperativismo lo demuestra día tras día, con su modesto tamaño.

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  2. Es como imprimir muchos billetes buscando restaurar la economía con eso. Al final el remedio es peor que la enfermedad.

    Una evidencia de que la propiedad es algo que está en la naturaleza, es que algunos animales almacenan objetos que reconocen como suyos (generalmente comida), sobretodo las mascotas.

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  3. Hola Ulschmidt, el cooperativismo nunca ha despegado en el mundo económico. creo que en el "País Vasco" es donde hay más densidad de cooperativas, unas 1.000 que dan empleo a 50.000 trabajadores, lo que muestra que son todas de pequeña escala (en promedio 50 trabajadores por cooperativa). En negocios pequeños las cooperativas parecen funcionar más o menos bien, pero es muy difícil de evaluar porque gozan de una serie de privilegios fiscales que difícilmente se podrían pensar que existan a una escala más grande.

    Las cooperativas tienen un problema de tamaño por razones obvias: quienes las administran no son directamente afectados por el buen o mal desempeño de las mismas, al menos en el mediano plazo, ese es idéntico al problema que hace fracasar a las empresas del estado, donde los incentivos a saquear la empresa en el cortísimo plazo son enormes. AL menos la experiencia muestra que casi no hay cooperativas grandes (existe una española que no está exenta de polémica y seguramente pasará a ser S.A. en el futuro)

    A menos que sean tan pequeñas que los propios beneficiarios puedan participar directamente en la administración, son el paraíso para los defraudadores. La evolución del cooperativismo son las Sociedades Anónimas Abiertas, que curiosamente despiertan mucha menos simpatía en la gente y los políticos pero sin duda son las unidades económicas mejor organizadas (dentro de lo que se puede) que existen. No hay gran diferencia conceptual entre una S.A. abierta y una cooperativa, aparte que en las cooperativas cada socio es un voto, lo que -a mi modo de ver- constituye una aberración porque limita de manera absurda la participación de los socios en el poder de decisión.

    Esta idea de "un socio, un voto" hace inviables las grandes cooperativas, cuando la cantidad de socios crece mucho inevitablemente deben pasar a S.A. antes que llegue un avivato y se afane toda la plata.

    Frx, el instinto de propiedad es natural en todas las especies animales, no hay una sola que no luche por la apropiación de bienes, principalmente alimentos que es casi el único bien que alcanzan a valorar. Por si a alguno se le ocurre decir que los animales comparten su alimento con sus crías, eso es precisamente la idea de la propiedad, no se trata de consumir todo uno mismo sino de hacer lo que voluntariamente queremos con lo que es nuestro

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"Send me a postcard, drop me a line
Stating point of view
Indicate precisely what you mean to say
Yours sincerely, wasting away
Give me your answer, fill in a form
Mine for evermore
Will you still need me, will you still feed me
When I'm sixty-four"