Nadie quiere trabajar

Me manda un buen amigo esta divertida historia sobre Gustave-Henry Jossot, caricaturista francés y activista del ocio que "publicó en 1939, a los 75 años, dos ardientes panfletos en los que defendió el derecho a no hacer nada. Por supuesto no tuvo éxito alguno". En fin, un buen hombre, decente, atinado, sabio.

No era el primero ni el único, tampoco es primera vez que yo escribo sobre el asunto. En 1919 escribí Ocio, felicidad y esas cosas, en 2011 escribí el trabajo no mata, pero es mejor no arriesgarse. Por otra parte, el año 2020 escribí Me interesa casi todo, menos trabajar, donde contaba las aventuras de mi abuelo y las desventuras de mi padre, también en 2006 escribí Moralejas de mi primer trabajo, el título se explica por si solo pero vale la pena darle un vistazo, el 2007 escribí Confieso que he pecado, con una lista de alguno de los muchos y raros trabajos que he hecho en mi accidentada bida. 

Bueno entonces ¿En qué quedamos? ¿Estoy a favor o en contra de trabajar? Como este blog también se autodenomina "El Templo del Ocio" o "Club de Ociosos" creo que es bueno que escriba un poco más sobre el asunto para así eliminar toda sospecha sobre mi inmaculada moralidad ociosa.

A ver, primero que todo aclaro que no me gusta trabajar, lo he detestado toda mi vida aún cuando he tenido muchos más trabajos que la mayoría de las personas normales, tal vez por eso mismo es que no me gusta. En verdad no es que desprecie el trabajo, lo que no me gusta es el sacrificio. Bueno, tampoco es eso, porque yo me he sacrificado muchas veces y casi siempre sacrifico el corto plazo por satisfacciones futuras, me encanta ahorrar y todo eso.

¿Cual es el drama entonces, por qué tanta contradicción? Trataré de explicarlo brevemente. Yo soy hedonista, creo que vivimos para pasarlo bien, que la vida es corta, solo se vive una vez y todo eso, pero también tengo la experiencia suficiente para darme cuenta que nada es gratis. Nadie -o muy pocos- puede vivir como príncipe sin mover un dedo. Bueno, tal vez los que pertenecen a alguna familia real o de billonarios pueden vivir así y me parece muy bien, pero no es mi caso ni el del 99.9% de los seres humanos, digamos, normales.

Creo que ese es el problema que se da sobre todo con la gente joven, hay un par de generaciones que crecieron sin saber lo que es ser pobre, aunque tampoco son de familias ricas. Estos desafortunados niños de clase media fueron criados como parásitos aprovechando que tuvimos algunas décadas de gran crecimiento que permitieron esto. Ah, y también aprovechando una ideología idiota y perversa de muchos padres emergentes "yo no quiero que mi hijo pase por los problemas que pasé yo".

Entonces está lleno de muchachones que odian el trabajo, el esfuerzo y el sacrificio. igual que yo, lo que me parece muy bien. El problema es que junto con eso quieren vivir para siempre con todas sus necesidades satisfechas, tal como los criaron sus papitos, y cuando los progenitores se mueren, recién despiertan al mundo real donde hay que pagar por pequeños lujos como un techo que nos cubra, comida y boberías por el estilo. 

Como no tienen el papi que los financie y la cosa económica ya no está buena, se convierten en marginales, resentidos, pateadores de piedras incapaces de generar nada de valor pero hambrientos de comodidades y lujos, los que consideran como sus derechos adquiridos. Ese es el problema, no les gusta mover un dedo, lo que está muy bien, pero sueñan con vivir como príncipes lo que está muy mal.

Cuando uno se compromete con el  noble propósito de dedicar su vida al ocio, antes de eso tiene que haber invertido en un techo que lo cubra, como mínimo, bueno, también puede vivir en la calle como un hobbo, eso es perfectamente respetable, pero creer que el gobierno o cualquier otro tiene la obligación de mantenerlo satisfecho, eso si que es ser Estúpido con mayúsculas. 

Otra cosa es ser oportunista si vivimos en un estado de bienestar y aprovechar todos los beneficios universales mientras duren, aquí lo estúpido sería no hacerlo porque cuando llueve todos se mojan, no le veo nada de malo a eso. Lo malo son los mocosos y otros no tanto, llenos de "necesidades" que se quejan porque el estado no les da más y más cosas materiales. Los que vivían de sus padres, cuando ya no pueden seguir haciéndolo empiezan a reclamar al estado para que los mantenga. Así no se puede.

Por eso la política chilena está llena de estos parásitos, jóvenes y otros viejos que nunca maduraron. Son los buenos para nada que aprovecharon su ambición y facilidad de palabra para hacer carrera política. Muchos jóvenes votan por estos y los eligen presidentes, diputados, senadores, porque son "gente como uno" y creen que cuando lleguen al poder los van a mantener. Ilusos.

Yo detesto el trabajo, pero se que a cambio de eso debo vivir con frugalidad. ¿Qué significa ser frugal? Depende de cada persona, porque en realidad no es un nivel de vida que se puede marcar con un número. Ser frugal es vivir gastando menos plata de la que se gana, simplemente eso.

Un billonario puede ser tan frugal como yo, porque es un asunto relativo, significa no vivir manejado por la ambición y la necesidad de ganar y gastar siempre más. Es tan sencillo como eso, se puede ser frugal con cien dólares mensuales o con cien mil, siempre y cuando no estemos atrapados en una máquina en que nuestras necesidades nos obliguen a hacer sacrificios para ganar más.

Cuando no tenemos esa necesidad de ganar más, recien entonces podemos odiar el trabajo y hacer lo que se nos da la gana ¡hasta trabajar si esto es lo que se nos antoja! En eso consiste, creo yo, la verdadera libertad financiera, que es madre de la mayoría de las demás libertades.

P. D. A propósito de la ambición de los jóvenes flojos, encuentro en el blog de un amigo el soberbio "Discurso del último hombre" ¡que gran retrato de las nuevas generaciones! Miren:

Nosotros hemos inventado la felicidad -dicen los últi­mos hombres, y parpadean. Han abandonado las comarcas donde era duro vivir: pues la gente necesita calor. La gente ama incluso al vecino y se res­triega contra él, pues necesita calor. Enfermar y desconfiar considéranlo pecaminoso: la gente camina con cuidado. ¡Un tonto es quien sigue tropezando con piedras o con hombres! Un poco de veneno de vez en cuando: eso produce sueños agradables. Y mucho veneno al final, para tener un morir agradable. La gente continúa trabajando, pues el trabajo es un entretenimiento. Mas procura que el entretenimiento no canse. La gente ya no se hace ni pobre ni rica: ambas cosas son de­masiado molestas. ¿Quién quiere aún gobernar? ¿Quién aún obedecer? Ambas cosas son demasiado molestas. ¡Ningún pastor y un solo rebaño! Todos quieren lo mismo, todos son iguales: quien tiene sentimientos distintos marcha voluntariamente al manicomio. “En otro tiempo todo el mundo desvariaba” -dicen los más sutiles, y parpadean. Hoy la gente es inteligente y sabe todo lo que ha ocurrido: así no acaba nunca de burlarse. La gente continúa discutien­do, más pronto se reconcilia; de lo contrario, ello estropea el estómago. La gente tiene su pequeño placer para el día y su pequeño placer para la noche: pero honra la salud. “Nosotros hemos inventado la felicidad” - dicen los últi­mos hombres, y parpadean 

(Así Habló Zaratustra. Fiedrich Nietsche)