Como no me resultó con las de carne y hueso he tenido que incursionar en las otras, las que esconden su tesoro bajo tierra y que nos ponen -como decía Vicente Pérez Rosales- a buscar lo que no se nos ha perdido.
Desde hace más o menos un año partió mi curiosidad con un gran proyecto que hasta ahora no se ha concretado, pero como soy intruso igual me puse a buscar, y a conocer gente relacionada con el asunto.
Y como siempre que empiezo con algo nuevo aparece una serie de coincidencias y encuentros relacionados con el asunto, así fué como conocí a mi amigo Renato en Bolivia, y a varios otras personas que poco a poco me van convirtiendo poco a poco en un minero colado.
Es increíble conocer gente que mira los cerros y saben lo que contienen, antes miraba una duna y veía un peladro de arena. Ahora veo cuarzo, sílice, kieselgar, afloramientos de hierro, vetas de carbonato de calcio. Más entretenido todavía es jugar al alquimista moliendo piedras y dejándolas en solvente hasta extraer mineral, yo que siempre odié la química ahora me arrepiento de no haberla aprendido.
En fin, toda esta alegoría para contarles que hoy en la tarde salimos para las pampas chilenas a intrusear y buscar lo que no se nos ha perdido. Aparte de la cosa práctica fue un lindo paseo por algunos de los mejores paisajes de Arica, que me permitió darme cuenta del enorme potencial turístico que está recién empezando a desarrollarse en el Valle de Lluta. Cuando uno pasa por el camino ve algunas plantaciones, árboles, quebradas y cerros, pero basta salir unos pocos metros para encontrarse con otro mundo.
De vuelta pasamos por una granja con un restaurant rústico de primera, cientos de cabras y tres avestruces, donde tomamos té con pan amasado y queso hecho en la fábrica de la propia granja, más unos jugos de maracuyá riquísimos. Para variar se me acabaron las baterías de la máquina y no pude tomar fotos pero la próxima vez iré con baterías de repuesto. Me gustó como está el Valle de Lluta y los primero kilómetros de montaña, espectaculares.
Pasando a otro tema parece que el proyecto en que estoy metido no queda fuera de bases, menos mal porque es la gran esperanza blanca que tengo mientras no se concrete nada mejor. No me hacía maldita gracia haber trabajado tanto para nada, aunque para mi gusto eso ni es trabajo, no me cuesta nada hacerlo. Una de las cosas buenas de escribir un blog todos los días es que suelta mucho la facilidad para redactar, y puedo escribir casi con la misma fluidez con que me pongo a hablar, lo que facilita mucho las cosas a la hora de escribir informes, proyectos o cosas por el estilo.
Sobre lo mismo, tal vez mañana miércoles aparezca mi aguda columna semanal en La Estrella de Arica, nada muy nuevo para los que leen este blog porque saco de acá mismo los temas y les hago un refrito pero en fin, tal vez pueda evangelizar a alguien, desde el diario debería ser algo más fácil, supongo.
En fin, he andado fome en estos días pero que hacer, como voy a escribir algo entretenido si paso todo el día holgazaneando en espera que alguien venga a dejar un saco lleno de monedas de oro a mi puerta, tal como en el cuento Si Dios quiere darme, ya sabe adonde vivo, ¡que bueno ese libro de Ernesto Montenegro! se llamaba Los cuentos del Tío Ventura o algo por el estilo, puro filete.
Bueno, bueno, mis queridos amigos, este ha sido un día más de la vida de un vago, así pasan los días del crudo invierno en la República Popular de Arica, donde todo el mundo anda más o menos igual de arruinado que yo, ya vendrán tiempos mejores, no hay mal que dure cien años decía la abuela, ni H que lo aguante...