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07 agosto 2012

Competencia perfecta y la mano invisible

La competencia perfecta es casi un dogma económico y, aunque ha estado sujeto a muchas críticas, se mantiene firme porque es muy fácil de enseñar y de evaluar, es un modelo muy conveniente para los profesores de economía. Aunque tiene muchos puntos débiles y contradictorios en sus supuestos se trata de una idea muy bonita y fácil de matematizar.

La primera idea del modelo es aceptar que la competencia perfecta no existe pero igual es útil. Tal como las ecuaciones de Newton sobre el movimiento de un cuerpo sujeto a la gravedad pueden ser inexactas, porque no consideran los efectos atómicos, igual son muy útiles a nivel macroscópico para calcular la trayectoria de una bala o un cohete, por poner un ejemplo.

El modelo de competencia perfecta es entonces ideal y se representa por un sistema de ecuaciones diferenciales, si resolvemos las ecuaciones para la situación ideal después podemos introducir las correcciones debidas a las "imperfecciones" y, en teoría, podríamos predecir situaciones económicas reales.

Existen seis condiciones para un mercado en competencia perfecta: muchos productores y consumidores; un producto homogeneo; información completa y gratis; sin barreras de entrada o salida; movilidad perfecta de los productos y factores y cero costos de transacción. Es evidente que la mayoría de estas condiciones no se dan en los mercados reales ¿por que entonces Leon Walras supuso que un mercado así podría servir para representar mercados reales?

Yo creo que lo que Wallras tuvo en mente fue matematizar el concepto de la mano invisible, que Adam Smith lo describió con estas palabras:

Ninguno por lo general se propone originariamente promover el interés público (…). Cuando prefiere la industria doméstica a la extranjera, sólo medita su propia seguridad, y cuando dirige la primera de forma que su producto sea el mayor valor posible, sólo piensa en su ganancia propia; pero en éste y en muchos otros casos es conducido, como por una mano invisible, a promover un fin que nunca tuvo parte en su intención.

Es fácil decirlo con palabras: si todos tratan de maximizar su propio interés y se los deja actuar sin interferencia, al final se llega a una situación de óptimo social. Desde que Smith escribió esto en 1776 ha existido mucho concenso que eso se puede observar en muchas situaciones de la vida real, por ejemplo en la selección natural que "guía" la evolución de las especies o en que sociedades económicamente libres son más prosperas que las planificadas.

El problema es cuando se quiere explicar el mecanismo de la mano invisible ¿por que y como la competencia libre lleva a un mejor resultado que la planificación? El modelo de competencia perfecta trata de explicar como opera la mano invisible y por que da un resultado óptimo (y en este caso perfecto).

El problema, creo yo, es que las seis condiciones que permiten matematizar la competencia, lo que hacen es eliminar la competencia. Un mercado de competencia perfecta donde todos tienen conocimiento completo y están en perfecta igualdad de condiciones no puede ser competitivo. Para competir algunos deben tratar de tomar ventaja sobre otros, eso es la esencia de la competencia, sin embargo todas las restricciones son para asegurarse que nadie pueda tomar ventaja.

Claro que eso permite armar un lindo sistema de ecuaciones con curvas de oferta, demanda y precios de equilibrio "ideales" solo que esos precios no valen nada porque no son una aproximación a la realidad, ni siquiera una aproximación grosera. La ventaja es que los profesores tienen mucho material para hacer pruebas y elegantes ejercicios muy fáciles de corregir, además los alumnos salen convencidos que son unos verdaderos economistas matemáticos.

Las bolsas de valores en los commodities (como el cobre o la soya) son lo más parecido a un mercado perfecto, o por lo menos las autoridades tratan de hacerlo parecido a la fuerza con leyes antitrust, combate a la información privilegiada y miles de restricciones por el estilo, todas enfocadas a "solucionar" las "imperfecciones" del mercado y la competencia ¿por que no sirven entonces las ecuaciones de Walras para calcular los precios de equilibrio?

El día que alguien descubra unas ecuaciones que permitan predecir los precios de manera eficiente entonces se termina la economía y el que sabe esa ecuación se queda con toda la plata del mundo. Creo que si hay algo que desmiente la idea de competencia perfecta son los precios de los comodities y no entiendo como alguien puede pensar que lo que no funciona ni siquiera en mercados así de simples puede tener alguna aplicación en otros mercados que son infinítamente más complejos.

Las "imperfecciones" del mercado no son defectos que el estado deba corregir por la fuerza, al contrario, son los motores que generan los gradientes para que la gente se interese por vender y comprar, o sea gracias a las cuchufletas se produce la competencia. Al menos así lo veo yo.

18 julio 2011

Por que no nos gusta competir

La competencia es políticamente incorrecta. Por ejemplo cuando se habla de educación evitan mencionar esa palabra, es inconfortable, porque según el pensamiento políticamente correcto no resulta inclusivo que unos ganen y otros pierdan, competir es pecaminoso. Yo estoy de acuerdo que -en general- no hay mejores ni peores, pero de ahí a no diferenciarse ni sacar lo mejor que tenemos para refugiarnos en un rebaño homogeneo, creo que es una actitud bien pobre.

En cambio competencia en economía es hoy un fetiche, igual que en los años sesentas, cuando hablaban de revolución o pueblo. Pero seamos francos, no nos gusta competir porque tenemos miedo a perder, eso ha permitido que la palabra se desvirtúe y en su nombre se justifican muchas barbaridades, tal como antes se hacía en nombre la revolución o del pueblo.

Tal vez los deportes nos dan la idea más exacta del verdadero significado de la palabra: los atletas compiten, por ejemplo en los 100 metros planos y cada uno trata de correr más rápido que los demás para llegar primero a la meta. Uno gana y los demás pierden, en distinto grado según lleguen segundo, tercero o último. Es tanta la similitud que los que entran a la universidad se dice que estudian una carrera. Es tan importante tratar de llegar primero como saber perder, no hay nada más desagradable que los malos perdedores ni nadie supera a alguien que acepta ganar o perder con la misma gracia.

Las empresas también compiten para ganarle a las demás y en lo posible para llegar a una posición dominante o mejor al monopolio, ese es el objetivo de toda empresa y las teorías modernas de competencia están basadas en teorías de guerra. Sin embargo tanto en los estudios como en los negocios es políticamente incorrecto hablar de ganadores y perdedores, según el ideal igualitario todos deberían ganar, cosa evidentemente absurda.

Así es como la educación se ha tratado de masificar y estandarizar a un costo enorme para los contribuyentes mientras en los negocios aparecen leyes antimonopolio para castigar a las empresas que tratan de mejorar su posición dominante. Si en una carrera atlética se castiga al que llega primero ¿que ocurre? Que nadie se mueve o que todos se deben poner de acuerdo para llegar de alguna manera al mismo tiempo. Si no hay competencia no hay mejora, todo queda estancado.

Lo mismo pasa con la educación estandarizadora, cuando el estudiante se da cuenta que no gana nada con esforzarse, se adapta al mínimo común denominador o lo deja, finalmente sale con un título que no vale nada. Y las empresas en lugar de pelear por llegar a ser las primeras, se ocupan en denunciar al gobierno a los que les está yendo bien, acusándolos de colusión y competencia desleal.

Las regulaciones del estado siempre dañan la competencia, todas las regulaciones traspasan la responsabilidad y el riesgo desde las personas hacia el estado. Aunque hay regulaciones inevitables -como las leyes que persiguen las estafas- siempre debieran ser mínimas, pueden ser un mal necesario pero básicamente son un mal, si queremos libertad para elegir cualquier regulación termina limitando esa libertad. En Hong Kong nunca necesitaron de tribunales para "defender" la libre competencia.

Las leyes antitrust de los Estados Unidos aparecieron para defender intereses corporativos y a un gobierno que se sentía amenazado por el poder que podrían adquirir Rockefeller y otros industriales exitosos, pero nunca se demostró que hayan fomentado verdaderamente la competencia, al contrario, el efecto real ha sido siempre el de limitar la libertad y proteger a los poderosos.

Las leyes para "proteger" la libre competencia se basan en dos conceptos equivocados, el primero es el modelo de competencia perfecta de los economistas neoclásicos, una ficción matemática que -a pesar de su prestigio académico- ha mostrado ser muy mala para predecir o modelar la economía. La competencia perfecta con tasas de ganancia de equilibrio es la negación de la idea de competencia y los modelos que tienden al equilibrio en la vida real son más raros que los platillos voladores. Pero es un modelo prestigioso porque se pueden escribir complicadas ecuaciones que todos respetan y muy pocos se atreven a cuestionar su validez o alcance.

La otra equivocación es la creencia popular de que las economías de escala son imbatibles y que los ricos se hacen cada vez más ricos mientras los pobres cada vez más pobres. Es increíble como ha persistido esa idea pese a que la realidad muestra todo lo contrario y ni la IBM es la única fabricante de computadoras del mundo, ni la GM la única fabricante de automóviles, ni la Boeing los únicos fabricantes de aviones, como pronosticaba J.J. Servan Schreiber en "El desafío americano" el año 1969. La verdad es que el tamaño, llegado a cierto punto pasa a ser una desventaja y los monopolios caen por su propio peso ante organizaciones más ligeras y eficientes, hay miles de ejemplos de eso.

En base a estos dos errores -ambos anti libertarios- la gente ha ido traspasando su propia responsabilidad hacia el estado ¿esto los ha protegido? Para nada, las personas hoy están más desprotegidas que nunca porque dependen de la discrecionalidad de los burócratas, confían en eso y cuando son timados, cosa que pasa con regularidad, corren a reclamar contra el estado porque no los protegió apropiadamente. El caso de La Polar es típico de tontos que lloran porque el estado no los protegió de sus propias decisiones.

En todo esto hay un cambio siniestro: las personas y las empresas tienen cada día menos ganas de competir o tomar riesgos. Antes era un orgullo superar a los demás y superarse a si mismo, los mejores eran aclamados ya fueran un alumno o un empresario exitoso y todos querían ser un poco mejores cada día. Ahora en cambio todos buscan ganar por secretaría, por medio del pituto o el privilegio de alguna burocracia.

Aparecieron tipos al estilo de Maturana diciendo que en realidad en la naturaleza no se compite sino que todos cooperan como buenos hermanitos para llegar a un estado de perfección ideal donde todos son felices, solo compiten los tontos y los malvados. Que pena ver como se endiosa a la mediocridad.

En la vida real tenemos que tomar decisiones riesgosas y competir, no hay manera de librarse de eso porque el riesgo y la competencia son parte de la vida, pero como políticos y economistas se dieron cuenta hace rato que tomar decisiones y competir nos da miedo, nos vendieron la idea que el estado lo puede hacer por nosotros, esa es una mentira más grande que "voy y vuelvo" o "préstame cinco lucas, te las devuelvo mañana". La otra mentira mejor no la digo, pueden haber menores de edad leyendo. Hasta mañana.

07 junio 2011

Competencia perfecta

La competencia perfecta es una de las ideas fundamentales de la revolución marginalista en economía. Trataré de explicar un poco de que se trata y cuales son los problemas que están apareciendo en esta prestigiosa teoría.

Teoría clásica: valor objetivo
Los economistas clásicos: Smith, Ricardo, Marx, tenían la idea que el valor de las cosas estaba relacionado a algo objetivo, independiente de la preferencia de las personas como por ejemplo lo que costaba fabricarla. El caso más típico es Marx que sostenía que las cosas tenían un valor trabajo (la suma de los trabajos que había costado hacerla) más la plusvalía que se apropiaba el capitalista (o sea el margen).

Pero el propio Adam Smith había notado que no era tan simple la cosa y en la paradoja de los diamantes y el agua, que aparece en la Riqueza de las Naciones, mostraba que cosas muy útiles (como el agua) pueden costar muy poco y otras de escasa utilidad (como los diamantes) pueden costar mucho, dependiendo de su abundancia o escasez relativa. Eso llevó a los economistas clásicos a enredarse diciendo que las cosas en realidad tenían dos valores: un valor de uso o sea su utilidad y un valor de cambio o sea su precio. Este enredo ya pronosticaba que algo no andaba muy bien con la teoría.

Teoría neoclásica: valor marginal y subjetivo
Un gran economista hoy escasamente reconocido, William Stanley Jevons, fue de los primeros en desenredar el asunto, diciendo que el precio de las cosas no dependía de lo que costaba hacerlas sino de un equilibrio entre lo mínimo que el vendedor estaba dispuesto a aceptar contra lo máximo que el comprador estaba dispuesto a pagar. Un poquito más arriba o más abajo y se quedaba fuera del precio, o el comprador no compraba o el vendedor no vendía. Ese "poquito" es la idea nada intuitiva de "marginal". Por esa misma época Carl Menger llegaba a la misma conclusión.

Si bien la idea original fue de Jevons y Menger, Alfred Marshall fue el sumo sacerdote que colocó estas ideas dentro de un modelo matematico, su Principios de Economía fue el texto más importante durante muchos años y piedra fundamental de la economía neoclásica . La escuela de Cambrigde-Lausanne fue la cuna de los economistas más famosos hasta el día de hoy: Pigou, Pareto, Keynes, Arrow, Friedman y tantos otros que fueron o son fuertemente influenciados por ella.

Modelos matemáticos
Ya sabemos que los modelos matemáticos son aproximaciones de la realidad y un modelo es bueno en la medida que contenga todo lo relevante que nos interese estudiar. El modelo neoclásico hace una enorme simplificación al estudiar como se comporta la economía en una situación de competencia perfecta, donde todos compiten en igualdad de condiciones, nadie tiene ventajas especiales sobre su competidor y en especial nadie posee información privilegiada.

Es obvio que la competencia perfecta no existe en este mundo, siempre habrán asimetrías de información y siempre algunos actores tendrán ventajas temporales, pero los economistas neoclásicos consideraron estas "distorsiones" como despreciables, en el sentido que el estudio de la situación ideal permitiría hacer pronósticos acertados siempre y cuando se corrijan las "imperfecciones del mercado" como las llama Stiglitz.

Trabajo con modelos imperfectos
Este enfoque nos permitía hacer modelos y simulaciones econométricas, estadísticas, etc. que calculan en situación ideal de competencia perfecta y después corrigiendo las imperfecciones se podía predecir el futuro. Si la predicción no es exacta no es culpa del modelo sino de las imperfecciones de la realidad. Esta idea absurda -es broma- resulta común en los matemáticos, la mayoría de los economistas neoclásicos famosos como Keynes, Arrow, Pareto o Friedman tuvieron como profesión de origen las matemáticas, lo que explicaría esta ingenua y casi ciega fe en los modelos.

La economía neoclásica ha tenido mucho prestigio y algunos resultados parciales exitosos, sin embargo como un todo sus resultados son pobres, no ha funcionado. Ni las más poderosas computadoras ni los modelos matemáticos, correlaciones y simulaciones más sofisticadas han logrado predicciones lo suficientemente buenas como para anticipar y menos para evitar los ciclos económicos que se vienen produciendo desde que la economía existe.

Porque los economistas no se hacen millonarios
Tengo un amigo que es economista y fanático de la econometría, me dice que todos los fracasos económicos se deben simplemente a equivocaciones de criterio o de cálculo puntuales. Entonces yo le pregunté por que los economistas, en lugar de vivir dando clases no se dedicaban a hacer un modelo que les permita predecir los precios de la bolsa y hacerse millonarios. Su respuesta fue una cantinflada que me dejó menos que satisfecho. Los economistas no son millonarios porque sus modelos no predicen, esa es la verdad.

La teoría general del equilibrio
El punto más controvertido de la teoría neoclásica es el modelo de equilibrio general, donde los precios tienden globalmente a la estabilidad a medida que aumenta la competencia. Esto es algo que nunca se ha observado en la práctica, al aumentar la competencia lo normal es que crezca la inestabilldad. Aunque Arrow demostró matemáticamente que el equilibrio general es posible, lo hizo sobre un modelo ideal con tantas restricciones que en el mundo real no existe nada parecido. Volvemos a lo mismo "no es que el modelo no se ajuste a la realidad sino que la realidad no se ajusta al modelo" ja.

Teorías incompletas
Igual que en otras ciencias, las teorías económicas han mostrado ser incompletas a medida que se avanza en el conocimiento. Sería una estupidez volver a la idea de los valores objetivos como proponen unos pocos economistas de izquierda. Una respuesta mucho mejor es la de la escuela austriaca que simplemente acepta que la economía no es matemáticamente modelable y el equilibrio no es posible en el mundo real ni tampoco la información completa, ni los comportamientos son siempre racionales. Esto se sabe desde hace tiempo pero la teoría neoclásica en su afan de parecer "científica" y matematizarse, sigue usando métodos que no predicen. Cuando la curva se empieza a complicar es que algo anda mal con el modelo.

Las ideas neoclásicas han tenido aciertos pero también grandes defectos, que se han plasmado en lo que se conoce como "economía del bienestar" que persiste en el modelo neoclásico de competencia perfecta y busca el equilibrio en un óptimo de Pareto, usando al estado como "corrector" de las imperfecciones. En la práctica esto se ha traducido en una forma más o menos pervertida de entender la competencia.

Competir es pelear, no necesariamente limpio
La competencia no puede ser igualdad de oportunidades ni cancha pareja para todos, al contrario, consiste en tomar ventajas y tratar de desbancar al competidor. Las leyes antitrust (anti-colusión en Chile) y las regulaciones de "libre competencia" reflejan esta idea torcida de que existe un estado ideal de cosas y que todo lo que se aparte de eso son "imperfecciones del mercado" que el gobierno debe regular para asegurar iguales oportunidades. Esta idea que parece tan inocente es una de las peores derivadas de la economía neoclásica y causa de casi todos los vicios que se le achacan a esta teoría.

Todos vuelven
Así dice el vals "todos vuelven al lugar donde nacieron" y al final los austriacos terminaron redescubriendo a la economía clásica, no existen las imperfecciones del mercado, buscar equilibrios y óptimos de Pareto es tan inútil como hacer planificación económica, cosa que Hayeck demostró que era imposible y no con un modelo artificial como Arrow sino con uno muy real, validado por la historia. Seguramente en varios años más estas ideas serán comúnmente aceptadas y nos preguntaremos como hubo gente tan tonta para creer que el equilibrio era posible, pero asi es como avanzan las ideas, a velocidad geológica. Hasta mañana.

26 mayo 2011

Teorías de competencia entre naciones

Como el viernes tengo que defender mi tesis, aprovecho de repasar algunas de las cosas escribiéndolas acá mismo, en fin, aquí voy:

Los países compiten entre sí para crear y apropiarse de la riqueza, tal como compiten las personas y muchas de las teorías sobre la competencia entre naciones son una extensión de las ideas de competencia entre personas.

La teoría más antigua de competencia entre países -que conozco- es el mercantilismo, que surgió junto con el concepto de estado-nación entre los siglos XVI al XVIII. Un conjunto de las ideas de sentido común sobre competencia basadas más o menos en los siguientes principios:

Como los recursos son finitos, todo lo que gana algún país en el comercio internacional necesariamente lo pierde el otro, es un juego de suma cero, por lo tanto a los países les conviene importar lo menos que puedan porque la importación es un gasto y los que lucran son los proveedores extranjeros. En cambio es conveniente exportar lo más que se pueda porque así el lucro queda en el propio país. Los excedentes del intercambio se deben acumular en metales preciosos (oro, plata) para que conserven su valor.

El mercantilismo se basaba en la idea que el productor es quien lucra y que lo mejor para la riqueza del país era que el estado estableciera monopolios productivos -hay que recordar que la riqueza del estado y la del soberano en esos tiempos eran más o menos lo mismo-tanto para abastecer al país como para exportar. Un gran exponente del mercantilismo fue J.B. Colbert, ministro de hacienda del Rey Sol Luis XIV.

Adam Smith, fundador de la economía clásica fue el principal enemigo del mercantilismo, haciendo notar que era absurdo que los países pretendieran producir cosas para las que no tenían ventajas naturales. En La Riqueza de Las Naciones, tal vez su mayor aporte fue el de aclarar la importancia de la división del trabajo, la idea de las ventajas absolutas, o sea que cada país debería producir aquello en que tuviese ventajas e importar lo que no tuviese fue una extensión su idea microeconómica de la división del trabajo: que cada cual se especialize en lo que hace mejor.

David Ricardo notó que las ventajas absolutas no maximizaban la creación de riquezas porque los países no tenían para que tratar de ser los mejores del mundo en todo, bastaba con la ventaja relativa de país a país y lo demostró haciendo un estudio de costos entre pares de países. Eso se llamó la teoría de las ventajas comparativas.

Por algo se llama economía clásica, estas ideas reinaron durante siglos sin competencia y fueron formalizadas por el modelo de Eckscher-Olin. Se empezó a hablar entonces de los "factores de ventaja comparativa": disponibilidad de capital, bajo costo de mano de obra, tasas de interés, disponibilidad de materias primas, etc. Este es el modelo que actualmente usa la mayoría de los países del mundo.

Pero en los años 40, el economista ruso Wasili Leontieff hizo un estudio de 10 años de comercio exterior norteamericano y se encontró con la sorpresa de que las exportaciones del país más capitalista del mundo no eran intensivas en capital, sino intensivas en mano de obra. Esto se conoció como la paradoja de Leontieff y puso en duda la validez del modelo de ventajas comparativas.

El año 1985 Michael Porter publica su best seller La Ventaja Competitiva, orientado a la micro economía o sea como lograr ventajas compitiendo a nivel de empresa. Su receta ponía énfasis en lo que llamó estrategia competitiva, pero su principal aporte fue un método de análisis sencillo que permitía implementarla según 5 indicadores: poder de negociación de proveedores y clientes, amenaza de nuevos competidores, amenaza de sustitutos y rivalidad interna.

En el año 1990 apareció La Ventaja Competitiva de las Naciones de Porter y un año después Geografía y Comercio de Paul Krugman. Porter fue quien hacía notar en su libro que:

Ciertas naciones han disfrutado de un nivel de vida en rápido ascenso a pesar del déficit presupuestario (Japón, Italia y Corea); a pesar de que han visto subir la cotización de su moneda (República Federal de Alemania y Suiza) o a pesar de haber sostenido altas tasas de interés (Italia y Corea).

Todo esto contradecía la teoría de las ventajas comparativas. También concluyó de un estudio empírico, que existían ciertos lugares geográficos dentro de los países que eran notablemente competitivos como Silicon Valley, algunos lugares de Finlandia, Irlanda, etc. Así fue como propuso su modelo de análisis que se conoce como "el diamante de Porter", las fuerzas a analizar en este caso son las mismas ventajas comparativas de antes más estrategia y agrupación geográfica. Eso es lo que llamó un cluster de industrias".

Con los cluster Porter podía explicar los éxitos en Japón, Italia, Corea, Alemania, Suiza, etc. pese a que estos países no parecían tener factores claros de ventaja comparativa. A partir de la teoría de clusters aparecieron otros dos derivados que fueron la de distritos industriales de Giacommo Becatinni y la competitividad sistémica de los economistas del Secretariado de la OECD.

Porter centró su estudio en países industrializados y concluyó que la clave para la competitividad era la innovación y la tecnología, desde entonces que estamos repletos de gurús que repiten lo que mal entendieron, que las tecnologías y la cantidad de patentes es el único camino a la prosperidad, que los recursos naturales eran "una maldición" y que todo el munso de debería llenar de silicon valleys.

No era así, existen muchas otras forma de ser competitivo aparte de la innovación y el mejor ejemplo fue el diseño "made in Italy" que el profesor italiano Giacommo Becattini investigó y propuso como modelo de cluster -distritos industriales el los llamó- para países emergentes, no basados en tecnología sino en destrezas únicas, históricas o culturales.

La OECD por su parte, se tomó de la idea de Porter por el otro extremo, diciendo que solo el estado tenía la capacidad y los recursos para inducir la formación de clusters, con una línea de pensamiento muy similar a los estructuralistas de la CEPAL de los años 60, ellos proponen políticas de estado para cambiar las estructuras, asociaciones público-privadas y todo ese bullshit que ya conocemos desde que Chile entró a la OECD (adivinen cual es la política de competitividad que está usando el gobierno de Chile actualmente).

Lo curioso es que todo esto que aparece tan fluido y razonable en la técnica, en la práctica rara vez se aplica. Muchos gobiernos siguen compitiendo en términos mercantilistas como en la edad media (Keynes fue un impulsor del moderno mercantilismo), el modelo de David Ricardo de Ventajas Comparativas es el que se usa casi universalmente y unos pocos gobiernos nacionales tratan de implementar ideas estructuralistas como las de la OECD. Que mejor muestra que la política es la mejor expresión de la ignorancia.

En fin, todo esto es lo que tendría que comentar sobre solo una diapositiva -la que se muestra- y la presentación tiene 34 ¿que hago entonces? Abreviar y callar nomás, como no puedo decir todo aprovecho de aburrirlos a ustedes, pacientes lectores del Club de Ociosos, ya que no podré aburrir a la comisión como quisiera.

14 enero 2010

El chiflón del diablo y las competencias


Los profesores más antiguos de la Escuela de Negocios tienen historias por montones, hoy en la mañana estaba conversando con uno que había trabajado en las minas de carbón de Lota durante los años de la Unidad Popular, la descripción de los piques, el trabajo y los mineros es increíble. Los mineros machistas y supersticiosos en extremo, cuando alguien trataba de entrar al ascensor con el pie izquierdo todos los demás se bajaban, orgullosos y muy valientes a más de 800 metros bajo tierra, bajo el fondo marino en realidad.

Me contaba la historia -leyenda urbana probablemente- del escritor Baldomero Lillo quien según decían jamás bajó a una mina, pero tenía un pequeño kiosco donde vendía malta con harina tostada y sandwiches a los mineros, los viejos pasaban por allí a comprar y el les escuchaba las historias que finalmente escribió en el libro "Sub Terra" lleno de crítica social, muy típico de los escritores chilenos de esos años. Quien sabe si será cierto, decía también que a los obreros los despedían por la "F" (falla, no presentarse en día lunes) o por "E" (ebriedad) o sea dos causas de despido muy relacionadas, además de dinero les podían pagar con carbón, que después revendían a muy buen precio o con una tarjeta para comprar en la pulpería.

En fin, decenas de pequeñas historias de Lota y Coronel donde corría la plata dulce y las casas de "la compañía" eran mejores que las de la minería del cobre. Quien se iba a imaginar que unos años después esa región se convertiría en la más pobre y deprimida de Chile.

Estoy metido en un diplomado de educación universitaria por competencias, aunque no he podido ir a clases porque me chocan los horarios con el MBA he leído todos los papers, libros y colaborado en los ensayos, en fin, seguro que no sacaré el diplomado pero tal vez algo aprenda del asunto.

La educación por competencias está de moda, todos hablan de eso y es el comodín para conseguir plata en proyectos del gobierno. Pero ¿en que diablos consiste eso de desarrollar competencias?. Pensemos primero en la educación tradicional que hemos recibido todos, esa es lo que se llama educación por contenidos: o sea diseñar contenidos de conocimiento que los profesores traspasan de alguna manera a sus alumnos. La educación por competencias en cambio trata de desarrollar "la capacidad de movilizar recursos cognitivos para hacer frente a un tipo de situaciones" si esta definición les parece confusa y suítica ya somos dos. En palabras simples como yo lo entiendo, en lugar de traspasar conocimientos en el otro sistema se trata de desarrollar habilidades para resolver problemas.

Claro que es mucho más fácil decirlo que hacerlo, el primer problema es que clase de habilidades se van a desarrollar y esto topa con algo muy común de la educación que son las modas y la obsolescencia. Cada cierto tiempo aparece un autor que escribe un enredado estudio sobre que clases de competencias conviene desarrollar, según su no muy modesto entender.

Y aquí la cosa se pone delicada porque esta elección no es neutra, requiere contestar primero la pregunta del millón ¿para que sirve la educación? ¿que clase de transformación queremos producir en los alumnos? En algunos papers se enfatiza la educación como un factor de igualación socioeconómica, los que han leído este Templo del Ocio por algún tiempo saben que eso es algo que no me trago y ni siquiera estimo que sea deseable intentar esa igualación. Otros dicen que se trata de estimular la creatividad aunque a las pocas líneas están hablando de uniformar e igualar: lo uniforme que es la negación de lo creativo. Otros más hablan de democratizar la educación, aunque solo Moya sabe que significa eso.

Parece que el gran nudo del asunto está allí: no hay consenso en que clase de educación necesitamos, o por lo menos hasta el momento los resultados de la educación formal -en todos sus niveles- parece bastante mala. Algunos dilemas cuando entramos a hilar fino en el tema son:

-Cuanta regulación, quien y como se regula
-Uniformidad, estandarización versus diversidad
-Educación generalista versus especializada
-Como educar para requerimientos siempre cambiantes
-Que clase de competencias enseñar, quien decide
-Educación formativa en valores versus educación moralmente neutra
-Profesionalizante u orientada al conocimiento puro
-Trabajo de grupo versus individualismo

Son muchas cosas y cada una daría para un extenso análisis porque no se trata de cuestiones claras y sencillas muchas se contraponen y pareciera que no hay manera de decidir sin aplicar juicios de valor y alguna ideología determinada. La educación es vista por los políticos como un arma formidable de adoctrinamiento y control ideológico, seguramente exageran su importancia, porque los alumnos rara vez son influenciados por sus profesores.

En mi opinión nadie toma en cuenta a los stakeholders, todo se mueve en torno a ideologías argumentadas por abundantes razones filosóficas y teorías que nade entiende (parece que mientras más enredadas, más prestigio alcanzan) . Al fin y al cabo ¿cual es la diferencia entre la educación y cualquier otro servicio? Toda esa importancia formativa que se le atribuye es en gran parte un mito, hay clientes que compran educación y cada cual tiene sus propios motivos.

Tantos estudios lleno de frases enredadas deberían ser reemplazadas por investigación de mercado masiva entre los alumnos, profesionales de cada área y los empleadores. Es absurdo, completamente absurdo que se venda un producto ignorando las expectativas de los clientes, esto es algo absurdo para cualquier tipo de producto pero se mira como cosa normal que sea el gobierno y no los propios interesados quienes decidan sobre todas esas cosas.