Esta es una entrada que escribí el año 2004 en mi antiguo blog de Blurty, pasó sin pena ni gloria y como me gusta mucho y no quiero que se pierda, la copio aquí para que quede en el archivo de Blogger.
Todos sabemos que el día del golpe militar, 11 de septiembre de 1973 fue una fecha que cambió muchas cosas en Chile, pero hay una historia de la que muy poco se habla y que casi nadie recuerda ya, creo que es interesante contarla para que no se pierda.
Si miramos un mapa, Arica es la ciudad geográficamente ideal para procesar la cocaína que se produce como maleza en las selvas de Chapare, Tingo María y tantos otros lugares de Perú y Bolivia, Estamos a escasos kilómetros de los lugares de producción de hoja y -lo más importante- desde Bolivia pueden pasar lo que quieran al puerto de Arica sin ser inspeccionados por aduana chilena ¿por qué entonces los laboratorios están en Colombia y no en Arica?.
La explicación es lo que podría llamarse una casualidad histórica que tuvo efectos que hoy ni nos imaginamos para nuestro país. La verdad es que los primeros carteles importantes para la elaboración de cocaína fueron chilenos. En los años 60 hasta principios de los 70s la cocaína se elaboraba principalmente en los varios laboratorios que existían en el Valle de Azapa y la costa central desde donde se enviaron las primeras toneladas de cocaína a USA, muchos quimicos o cocineros de entonces aún viven y unos pocos todavía siguen con la tradición familiar en el microtráfico a Santiago, aunque la mayoría son ahora pacíficos ciudadanos temerosos de la ley como cualquiera. Conozco a varios y nadie podría imaginarse a que se dedicaron treinta o más años atrás estos simpáticos viejitos.
También es interesante la historia de los que entonces hicieron su fortuna financiando y exportando la cocaína, la mayoría de los cuales hoy son pater de las más respetables familias ariqueñas, dedicados desde hace muchos años a otros negocios, miembros de clubes conspicuos, amigos de jueces, curas y en general cubiertos de todos esos atributos que hacen a alguien respetable dentro de una comunidad.
Eran los años del Puerto Libre en Arica, cuando llegó una enorme cantidad de comerciantes que hacían fortuna en poco tiempo gracias a la fiebre del nylon y literalmente no tenían que hacer con la plata en un país con economía debil e inflación creciente. Entonces aparecieron los captadores, gente conocida y bien contactada en la ciudad que tomaba plata a préstamo de estos comerciantes y a los 30 o 60 días las devolvía con intereses altísimos sin que nadie hiciera demasiadas preguntas.
Esa plata iba a las manos de los dueños de laboratorios en Azapa o del centro del país, que compraban los bolones de pasta cruda o sin elaborar y lo convertían en clorhidrato de la mejor calidad para exportarlo a USA, no había entonces control sobre los químicos precursores y el negocio era pan comido, tan fácil y rentable que la fortuna de estos nuevos empresarios empezó a crecer a la par de su influencia entre la policía y los políticos de turno. Durante el gobierno de Frei Montalba, todos los traficantes eran demócrata cristianos, después llego la Unidad Popular y se hicieron todos revolucionarios, el caso es que nadie les tocaba un pelo y a pesar de ser -teóricamente- los más buscados por la policía participaban ostentosamente de la vida social y vivían en lujosas casas conocidas por todo el mundo.
A principios de los setentas el Rey de la Coca en Arica se llamaba Eduardo Fritis Colón, el ubicuo Yayo Fritis que costruyó la primera casa de lujo en el barrio de La Lisera cuya foto acompaña esta entrada, recuerdo como el año 1969, cuando viví por primera vez en Arica, Fritis era el dueño de facto de la ciudad, oficialmente tenía los baños turcos "Tacora" (donde yo me cortaba el pelo), boites y edificios en Antofagasta.
Cuentan que Fritis se inició como quitador asaltando a otros traficantes, con el tiempo le fué tan bien que lo admitieron en el selecto grupo de los grandes proveedores y manejaba todos los envíos desde Arica. Hizo una fortuna que se calculaba en 10 millones de dólares, cantidad exorbitante en Chile para esos años, cuando el dólar se transaba a precio de oro. El gran jefe de la "hermandad de la coca" como entonces se llamaba era el uruguayo Adolfo Sobosky, hombre conocidísimo en Arica que tenía el control sobre todos los envíos de droga a USA y manejaba un gran laboratorio en la ciudad de Algarrobo. La "hermandad" era tan poderosa en Chile que ningún gobierno político fue capáz de tocarle un pelo, pese a que eran personas públicas muy conocidas. Difícilmente se encontraba en ese entonces otra mafia tan poderosa y bien conectada con relación a la cocaína en el mundo.
Y entonces vino el imponderable, la casualidad histórica que nadie pudo anticipar. El 11 de septiembre de 1973 se produce el golpe y los militares, que no conocían a nadie ni tenían mayor contacto con la sociedad civil, toman el poder en el país. Y lo primero que encuentran es una solicitud del gobierno de USA a través de la DEA para la deportación de los narcotraficantes más buscados. No costó nada encontrarlos porque estaban todos confortablemente instalados en sus casas, acostumbrados a la impunidad que da el hecho de contar con buenos contactos, pero esta vez no funcionaron y sin mayores trámites fueron embarcados en un avión de Lan Chile que, previa escala en Lima, los llevó a Miami donde los esperaba una calurosa recepción de los chicos de la DEA.
Los deportados entonces fueron Mario Silva Leiva (el cabro carrera), Luis Serafín Torres Moreno, Vladimir Lenin Bandera Herrera, Emilio Quinteros González, Oscar Letelier Buzeta, Nicomedus Olate Romero, Jesús Francisco Guinart, el argentino Juan Carlos Canónico Carrasco y la brasileña Enaid Pucci Bertocco. A los que se agregó, más tarde, el cabecilla de la red que operaba en Arica, Eduardo Fritis Colón.
Posteriormente, fue deportado, en junio de 1974, un segundo grupo, el que era comandado por Selim Valenzuela, la mano derecha de Sobosky en el "Cartel de Santiago". Estos fueron los primeros -y tal vez únicos- grandes golpes que desarticularon de raíz el negocio de la elaboración de cocaína en Chile, de no haber sido por la casualidad histórica del golpe, y tal vez el aislamiento social de los militares, seguramente estaríamos nosotros y no Colombia en el ojo del huracán de la guerra contra las drogas.
¿Y que pasó después Luego de la expulsión de todos los jefes, el negocio de la cocaína se fue al diablo en Arica, con una leve resurrección a comienzos de los 80s al inventarse la pasta baseque duró solo un par de años. Hoy en día Arica debe ser una de las ciudades con menos problemas de drogas en el país, hasta su estatus de pazadizo ha perdido importancia siendo reemplazada por la ruta Oruro-Alto Hospicio.
Los bienes del Yayo Fritis en Arica quedaron en manos de una familia amiga, los Christiansen quienes nunca tuvieron relación con los negocios de Fritis y hasta el día de hoy viven en lo que fué su casa. El propio Yayo Fritis hizo noticia cuando en USA le impusieron una fianza de un millón de dólares (exorbitante para la época), se dice que la pagó y luego se escapó. El resto de la vida de este personaje ariqueño cae dentro de la mitología urbana, hay muchos cuentos pero poco es lo que se sabe ciertamente. Un primer rumor decía que había muerto en la explosión de un laboratorio en Ecuador, pero en 1983 Fritis envió a la prensa una fotografía, donde aparecía sonriendo en el morro, con el diario "La Defensa de Arica" del día en la mano.
A partir de entonces los rumores se multiplican; que vivía en Tacna desde donde manejaba una red de tráfico de drogas, que se había operado la cara y vivía en la misma Arica bajo otra identidad, que estaba en Colombia junto con los nuevos barones de la droga. Escuché uno de estos rumores de boca de un conspicuo comerciante colombiano que yo conocía, me dijo que el mismo había visto morir a Fritis en Bogotá, según el le habían explotado una bomba cuando salía del hotel, claro que no le creí nada, seguramente uno más de los cuentos que alimentaba esta leyenda urbana ariqueña.
Y esa fue la historia de como nos libramos por un pelo de tener nosotros y no Colombia el gran negocio de la droga, con todas las consecuencias conocidas. Hay cientos de historias parecidas en nuestra ciudad, la mayoría de ellas inpublicables porque se refieren a personas vivas y hoy en día muy respetables. Como acá todos terminamos haciendonos amigos es muy difícil que algún día se sepan las más sabrosas, las mejores quedan exclusivamente para el círculo habitual del pelambre alrededor de una mesa bien provista