13 agosto 2006

Moralejas de mi primer trabajo


Cuando no tengo de que escribir reviso los temas que aparecen en la parte de arriba del blog, así lo hice hoy y me he dado cuenta que hace tiempo que no escribo moralejas. Buen punto de partida entonces, escribiré algunos recuerdos de mi primer (y único) trabajo junto con algunas moralejas que se me ocurran.

"Me llegó caído del cielo" es una frase que calza perfectamente con mi primer trabajo. Era el año 1980 y mi situación económica era espantosa: llevaba dos años sin ingresos, sin saber lo que era un almuerzo y viviendo en una pieza que los dueños ya ni me cobraban de pura lástima. Había pasado dos años en la universidad firmando pagarés por la matrícula y rezando para que no me echaran de la pieza. Cada día pensaba "lo estoy haciendo bien, a la larga todo se va a arreglar" y esperaba que cayera sobre mi un rayo de buena suerte. Moraleja 1: nunca perder la esperanza, agachar la cabeza, aguantar y seguir haciendo las cosas lo mejor que podamos

Con un amigo igual de pobre que yo, recorríamos la ciudad buscando focos quemados, un contratista le pagaba una miseria por reportar cada foco malo y yo, como ayudante recibía un sandwich o si el porcentaje era bueno, nos íbamos a celebrar a "La Casa Rosada" en calle Pedro Aguirre Cerda. El golpe de suerte llegó de donde menos lo esperaba porque este amigo me dijo un día que había conocido un tipo millonario que necesitaba contratar a un programador de computadores. Moraleja 2: así como no hay enemigo pequeño, tampoco hay amigo pequeño, del que menos esperas te puede cambiar la vida.

Al otro día fuimos al lujoso departamento del millonario, que no era otro que Gabriel Abusleme y después de una corta conversación quedamos en que´seríamos vendedores comisionistas de la empresa en la que Abusleme era gerente. Después de un viaje a Iquique y unas semanas de prueba yo quedé trabajando y mi compadre se quedó fuera, estó me dejó un vago remordimiento que me persiguió hasta la muerte de mi amigo, por cirrosis, muchos años después. Moraleja 3: nadie sabe para quien trabaja (!!!)

Y así empecé a viajar a Iquique; me iba los lunes y volvía a Arica los viernes, dejé a un lado las clases de la Universidad porque me iba bien así es que bastaba asistir a las pruebas, con los años supe que Abusleme me recomendaba con los profesores que eran amigos de él para que no me pusieran la mano muy pesada. Y todo empezó a marchar a las mil maravillas, me pagaban los pasajes en bus, una residencial barata, el almuerzo y un 10% de lo que vendía. Además programaba los computadores y ese era negocio 100% mio.

Al principio todos me miraban como un pájaro raro, mi aspecto era extraño y mi olor no era de los mejores porque solo tenía un jeans, una polo café y otra azul, las mismas que usaba desde hace años y eran motivo de bromas en la universidad, para ser francos el lavado no era mi obsesión ni mucho menos. Trabajaba en una gran oficina común, al estilo japonés, donde me asignaron un pequeño escritorio y al poco tiempo ya era buen amigo de todos: el atildado Sergio Navarro, May-Ling, nuestra vampiresa, Lucho Oyarce, líder natural y el tranquilo jefe de ventas Juan Galvez, son los que recuerdo con más cariño. Cuando me llevaron con engaños a la enorme bodega, me amarraron a un carro y me metiron con ropa y zapatos a la ducha supe que ya era parte de la familia, por mi raro aspecto me pusieron el lagarto Juancho, una caricatura que estaba entonces de moda . Moraleja 4: a veces no es necesario cambiar para que te acepten, siendo buena persona la aceptación llega igual, seas como seas.

Siguieron años muy buenos, salíamos del trabajo 5 o más amigos y nos íbamos a tomar cerveza donde Scarrafia al lado del Teatro Municipal, a medida que pasaba el tiempo y ganábamos más plata (la empresa creció mucho) le tomamos el gusto a la bohemia y pasabamos todas las noches en boites, sex-bars y particularmente en el prostíbulo "Piscis" del que éramos como dueños de casa, nos íbamos como a las 7 de la tarde a tomar té con las chicas y volvíamos al otro día, del Piscis directo al trabajo. Eran años muy buenos porque no tenía en que gastar la plata, juntaba y juntaba.

Con Abusleme creo que hicimos buenas migas desde el primer día, a pesar que todos lo tuteaban yo hasta el día de hoy le digo "don" Gabriel pero en realidad llegamos a ser muy amigos, el hablaba muy bien de mí y viceversa. Empecé a negociar las compras con los japoneses cuando descubrieron que me manejaba bien en inglés comercial, las negociaciones eran delicadas y muy difíciles porque habían millones de dólares en juego, no me pagaban por ese nuevo trabajo pero en cambio me dieron una pequeña oficina para mi solo lo que me dio cierto estatus, me dejaban hacer lo que se me antojara mientras el negocio anduviera bien, así es que en esa época me acostumbré a dormir o pasar largas horas sin hacer nada con los pies arriba del escritorio, costumbre que conservo hasta el día de hoy. Moraleja 5: a veces un poquito de estatus vale tanto o más que la plata.

El año 1983 ya era muy amigo de los japoneses con quienes conversaba cada noche por telex (una máquina enorme amarilla que sonaba como diablos), ese año la Casio mandó una invitación para Tokio y Abusleme me dijo "ya Tomás, anda a hacer las maletas", el resto es historia ya contada. En esos años descubrí que tenía buen feeling para hacerme amigo con extranjeros, cuando volví a Chile ya tenía una pequeña fama en la Casio de Japón y cada vez que mandaban a un japo a Chile yo era el encargado de divertirlo sin fijarme en costos. No necesito decir que lo pasé muy bien en ese sacrificado trabajo.

Ese mismo año descubrí que a pesar de todo lo que gastaba en bohemia tenía mucha plata guardada entre las hojas de un "Penthouse" que escondía cuidadosamente en mi pieza, entonces fue que me compré mi primer auto, un Volkswagen escarabajo y desde ese momento hasta la fecha, nunca más pude juntar plata, excepto cuando me compré mi casa. Moraleja 6: si quieres vivir sin plata cómprate un auto o cásate. De esa época hasta ahora conservo también la costumbre de guardar mi plata en efectivo, a veces ando con uno o más millones de pesos en billetes, que los escondo en los más insólitos lugares.

Y así pasó un par de años, hasta que terminé mi carrera en la universidad, mi vida corría segura y próspera, pero algo me molestaba, andaba todo el día enojado, mi jefe me empezó a caer mal, iba a trabajar cada vez menos un día de la semana o dos a lo sumo, en pocas palabras me tenía que ir aunque no tenía maldita idea que otra cosa podría hacer para ganarme la vida.

Finalmente conseguí que me echaran en la primera y única discusión que tuve con Abusleme, no duró ni 10 minutos: precisa y cortante, después de eso estuvimos como 10 años sin siquiera saludarnos hasta que finalmente nos amistamos de nuevo. Mi desilusión más grande fue cuando me di cuenta que la empresa no se fue al diablo y siguió funcionando perfectamente sin mi insustituible talento. Moraleja 7: NADIE es indispensable.

En fin, ese fue mi primer trabajo, nunca más volví a trabajar formalmente ni a tener un jefe. A veces he pensado que hubiese pasado de haberme quedado, seguramente seguiría siendo un Perkins más o menos próspero y mediocre, gracias a que me fuí tuve muchas aventuras y montón de experiencias divertidas, altibajos y zozobra. Tal vez todavía me quede un buen camino por delante, quien sabe.

Mi última moraleja entonces sería algo así como "evita la trampa de la seguridad, lo único seguro es la muerte... bueno, también el gorreo, eso es lo otro seguro: del gorreo y de la muerte no se salva nadie"

9 comentarios:

  1. Disfrute tu historia (junto con la bitácora). Tienes una habilidad con las letras y los tiempos.
    Ahh.. la moraleja que te faltó es: Una sonrisa natural y/o un buen piropo, son la mejor alfombra de entrada.
    Esto me ha ahorrado mucho tiempo y recursos en tramites o diligencias, y más de otro pensamiento. ;-)
    Eso nos distingue de muchas culturas. Es normal hacer reverencias y gestos pomposos (como los Orientales o Anglosajones), pero los latinos tenemos ese encanto de entrada... salvo los santiaguinos.
    Saludos.

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  2. Tomas rescato esta frase
    Mi desilusión más grande fue cuando me di cuenta que la empresa no se fue al diablo.
    Como tu sabes la empresa si se fue al diablo, pero yo con 14 años en ese entonces logre que mi padre comprara un gran stock de calcetines Monarch cuando los locales empezaron a arrancar y se fueron a rematar sus productos en la bodega del subterraneo, en concluncion la inversion fue de 300,000 en aquella epoca los cuales con las ventas de 2x1000 los calcetines de Hilo hice mi primer millon a casi todos los profesores de Arica, gracias a la gran publicidad del los profesores de mi establecimiento, le pague a mi padre y vivi mi secundaria comiendo completos conmo no te lo explico, jajajaja. bueno como hoy se trata de anegdotas me acuerdo de esa de mis recuerdos de esa gran inversion del center de santa maria y que hoy es solo otra empresa frustrada de Arica.

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  3. Mario Bros, la risita también sirve, especialmente con las japonesas! aunque en lo superficial parecemos muy distinto una cosa que me he convencido con el tiempo es que la gente de cualquier parte del mundo en el fondo somo casi iguales; chinos, alemanes, japs, norteamericanos, tenemos costumbres distintas y hasta medio chocantes a veces, pero en el fondo somos lo mismo.

    Manuel, pero yo no trabajé en el Shopping sino en otra empresa de la que GAA fue gerente años altes: la importadora California, que se fue a Santiago hace años y siguen ganando plata, si mi!! (snif).

    Y por lo que me cuentas, si ganaste plata con el Shopping tendrían que darte un galvano!! creo que eres el único caso que conozco que no se arruinó, ese negocio si que fue una hecatombe!!

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  4. Tomas, nosotros en su tiempo tambien ganamos plata en el shopping, me acuerdo que mis abuelos abrieron una sucursal ahi y recibian igual ingresos...que dias aquellos, buenos recuerdos de mis dias de mi juventud. Que bueno era disfrutar los helados de don luigi pudu (Helados Pingüinos), los jugos del Rey del Mote con Huesillo, jugar en los videojuegos, comprarme la ropa en maui and sons (ultimo piso) y la tienda de surf del segundo piso, compre tambien mis primeros cassett en la tienda del paking-lee, arrendaba mis peliculas en el modulo frente al supermercado y mi viejo compraba sus raquetas en el segundo piso en la tienda deportiva...en fin, un proyecto que tuvo su auge pasajero.

    Saludos, Robert

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  5. Robert, cuando yo trabajé en Iquique el Shopping no existía y para la inauguración (me contaron que el pisco sour lo prepararon en una lavadora y quedo muy bueno!!) a mi no me invitaron porque en esos años no nos hablábamos con Abusleme, que tontera más grande tantos años peleados por nada.
    igual tengo entendido que al principio el shopping anduvo bien, después fue la catástrofe, con el fujishok!

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  6. el "shopping" es esa instalacion nueva que conecta a otro "shopping" mas viejo dentro de la zofri?

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  7. No, es un centro comercial de Arica que anduvo muy mal

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  8. Concuerdo con todas las moralejas particularmente con la segunda y la última.

    En cuanto a la segunda, revisando esos momentos claves de mi vida, siempre me conmueve pensar que por una amiga de mi madre, no muy ponderada por ella y menos aún por mí, logramos el contacto que nos permitió, en su momento un giro en 180º.

    Todo lo que pasó después, de lo que definitivamente estoy muy conforme, seguramente no hubiera pasado. Quizás aún estaría durmiendo en el suelo.

    En cuanto a la última, pues bien, si somos rigurosos, quizás considerando avances en conservación criogénica o filosofías trascendentes sobre reencarnación, sólo el gorreo es absoluta e indefectiblemente ineludible.

    Un abrazo.

    Rabincubus

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  9. Wuajajaja, CIERTO podremos reencarnarnos y salvar de la muerte pero del gorreo si que no, eso es 100% seguro!!

    Y eso de que "no hay amigo pequeño" debieran considerarlo los reptiles, trepadores y miradores en menos que andan buscando codearse con pura "gente influyente" si al final la liebre puede saltar de donde uno menos lo espera

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"Send me a postcard, drop me a line
Stating point of view
Indicate precisely what you mean to say
Yours sincerely, wasting away
Give me your answer, fill in a form
Mine for evermore
Will you still need me, will you still feed me
When I'm sixty-four"