Las apariencias engañan

Ahora que estoy durmiendo en la casa fija mientras saco los papeles del Colt, me he ido infiltrando con hábitos tan burgueses y despreciables como ver televisión, por eso no se extrañen si parezco comentarista de la tele. En fin, anoche dieron uno de esaos programas-denuncia con cámara escondida donde mostraban los engaños en los talleres mecánicos. Con todas las fallas de esa clase de programas, que rara vez son justos y casi siempre dan una imagen falsa y sensacionalista de la realidad, lo que me quedó claro una vez más es el amor por las apariencias que es tan común en Chile.

Make no mistakes porque las apariencias engañan. Yo tengo muchos amigos que no saben nada de mecánica pero confían ciegamente en los talleres con enormes y lujosas instalaciones, llenos de sofisticada maquinaria y mecánicos limpiecitos con delantal blanco. En realidad lo que compran es una apariencia de seguridad y no es toda la culpa de los concesionarios que los engañen una y otra vez, sino de la propia tontera de un mercado snob y mal informado. Según su modo de ver las cosas mientras más caro, más confianza. Como decía Mefistófeles a los estudiantes "con tal de que brilles exteriormente, todo irá a las mil maravillas".

Y pasa algo muy parecido con los médicos. Años atrás un amigo que es médico bien exitoso en esta ciudad me contaba que cuando recién llegó a trabajar arrendó una pequeña oficina de dos piezas en el centro para su consulta, venía con todo el idealismo y cobraba barato e incluso grátis si alguien se veía muy necesitado, andaba en un auto de segunda mano pero tenía un problema: los clientes los podía contar con los dedos de una mano y muchos se atendían una vez con el y no volvían más.

Hasta que un colega de más experiencia le hizo ver su error: la gente llega a comprar una apariencia, no le da ninguna seguridad que los atienda un doctor pobre y aunque los males sean insignificantes jamás deben salir de la consulta sin una lista de exámenes, tratamientos y remedios. Dicho y hecho, mi amigo doctor se avivó, invirtió en una buena oficina y se unió al mainstream, al poco tiempo empezó a lloverle la plata y fue uno de los primeros en aparecer con un Mercedes de focos redondos, de paquete. Yo en ese tiempo hacía clases y tenía un dolor de garganta que no se me pasaba, cuando le pregunté me dijo "¿te contesto como cliente o como amigo?", "como amigo obvio", "bueno, llevate una botella de agua mineral a la sala, toma de cuando en cuando y se acaba el problema". Santo remedio, no quise ni preguntarle que me habría recetado como cliente.

Me carga todo ese juego de apariencias y la superficialidad que va asociada a los que se impresionan facilmente, hay gente tan tonta que no es capaz de ver que detrás de la apariencia de una buena ropa, una gran oficina, un reloj o un auto caro, también puede haber un pobre diablo. Engañar a uno de esos no es mérito, es cosa de niños.