Poetas, cuenteros y verseros

Vi esa palabra hace años en el mensaje de una argentina en esos foros tipo "busco pareja" (solo estaba curioseando, ¡lo juro!), el mensaje terminaba con algo así como "verseros y cuenteros, favor abstenerse". El concepto de versero tiene que ver con el antiguo arte de la elocuencia: "facultad de hablar o escribir de modo eficaz para deleitar, conmover o persuadir".

Para que el verso, o elocuencia, cumplan con el requisito de eficacia debe darse algunas condiciones básicas: simplicidad y belleza. O sea el cuento tiene que ser tan simple que cualquier tonto lo pueda entender y tan lindo que seduzca a pesar de ser mentira. Hablar bonito y simple ha sido desde siempre la manera de convencer, usada por los políticos, publicistas y otros elocuentes profesionales.

El verso también tiene que ser cursi, lleno de lugares comunes: "puedo escribir los versos más tristes esta noche" ¿habían visto algo más cursi?, ese es el secreto de su eficacia.

¿Y a que diablos quiero llegar con todo esto? a que "son los tiempos en que la ignorancia y la apatía del pueblo son sistemáticamente organizadas por la propaganda y la elocuencia de los arengadores públicos". Así es como se crea opinión en estos años de transición mediática: ideas simples palabras bonitas, lugares comúnes. Somos un país de poetas, acuérdense, dos premios Nobel y millones de verseros buenos para embolar la perdiz con distintos propósitos.

Los verseros políticos como Ricardo Lagos, Avila o Navarro -por nombrar solo unos pocos actuales- no son los únicos. Tenemos también miles de chacoteros sentimentales que hacen de su vida un continuo verso, lleno de lugares comunes y mentiras. Tenemos un colegio de profesores repleto de verseros, sinverguenzas y mentirosos. En las dirigencias estudiantiles -aprendices de serpientes- también abunda el verso. Poesía a lo largo de todo Chile, somos el país del verso: "puedo escribir los versos más tristes esta noche".

Los periodistas verseros, comentaristas políticos de todos los colores que esconden detrás de elocuentes palabras un pago en efectivo o en especies de sus patrocinadores, no siempre visibles. Los vemos hilando ideas y manejando los lugares comunes de la forma más linda para dejar caer -casi inadvertidamente- el mensaje, el recadito subliminal disfrazado de opinión: "puedo escribir los versos más tristes esta noche"

Chile es un país obsesionado con el verso ¿saben por qué han tenido tanto éxito los programas sobre la farándula? el secreto está en los opinólogos, en su mayoría pobres diablos como cualquiera de nosotros, sin una apariencia ni habilidades especiales, tienen el don de de la elocuencia, pero de la elocuencia rasca; el arte de decir cosas que escandalicen y conmuevan a la gente. Puros verseros baratos.

Nuestra actual presidenta -Michelle Bachellet- no es versera, habla mal, no tiene ese indefinible dejo llamado prestancia mediática, se le nota cuando está insegura, confundida o conmovida y por eso me cae bien, a pesar de que aborrezco a su sector político y creo que ha cometido tantas estupideces como cualquiera de sus predecesores, por lo menos no es actriz de una maldita telnovela como fue Ricardo Lagos, a quien no me cuesta nada imaginarlo maquillandose, o mirándose en el espejo durante largo rato antes de ponerse frente a una cámara.

Me gusta la gente que es más de lo que parece; el tipo feíto y con cara de tonto que resulta ser muy sofisticado, el chiquito tímido que es experto en artes marciales, me revienta el verso y las opiniones formadas de puros lugares comunes, lindamente hilados. Es cuestión de pasear un poco por los blogs para darse cuenta como está metido el verso en la mente de las personas: lo que supuestamente es "irreverencia" (que asquerosa palabra) resulta ser lo más políticamente correcto que existe, puro verso: "puedo escribir los versos más tristes esta noche"...

En fin, poetas, cuenteros y verseros de Chile, que quieren que les diga, ¡váyanse al diablo!. Eso...