Amante de honores y codicioso de gloria

A veces, cuando me cuesta quedarme dormido, o cuando voy por la mañana en el auto a Tacna, o cuando estoy haciendo una fila que nunca avanza, me pongo a pensar en el futuro. Pero es una idea que me espanta y la borro rápidamente de mi cabeza, en el futuro seguramente me voy a estar retorciendo de dolor o lleno de incomodidades justo antes de estirar la pata, así es que mejor ni me preocupo por adelantado, pase lo que pase prefiero no gastar mi tiempo pensando en eso.

Entonces pienso en un futuro más cercano, lo que tengo que hacer en un rato más o en unos días, en los negocios que estoy intentando y fantaseo que todo va bien y me lleno de fama y honores, ya que siempre he sido amante de honores y codicioso de gloria, pero eso también aburre porque generalmente la experiencia me ha mostrado que casi nunca las cosas pasan como uno espera.

Entonces me queda una tercera línea de defensa que nunca me falla: mirar los buenos ratos que he pasado y los desastres de los que me he salvado, count my blessings dicen los gringos y yo tengo muchas cosas buenas que contar. Algunas veces me he sentido El Rey del Mundo por una frase adecuada que me han dicho ¡que poco cuesta hacer que alguien se sienta bien a veces!

Otras veces he sido muy felíz, sin darme cuenta hasta muchos años después, en el momento ni lo he notado, pero ahora recuerdo cuando los miles de veces que me debo haber juntado a tomar con mis amigos, la verdad es que buena parte de mi felicidad se la debo al alcohol y los amigos ¡que bien lo he pasado chupando!. Otra fuente de felicidad es el ocio, estar tirado al sol sin nada de que preocuparse, o nadando en la piscina, eso si que es vida. Para que hablar de las mujeres, los piropos de una mujer -cada vez más raros a estas alturas- son otra caricia al ego y fuente de gran felicidad.

La felicidad más corta -aunque intensa- es cuando he recibido una buena cantidad de plata, algunas veces, después de un proyecto afortunado, he tenido la suerte de ir al banco y sacar un maletín lleno de billetes y he sido felíz contándolos una y otra vez en ordenados montoncitos, de allí en adelante puros problemas: como guardarlos, como gastarlos, el miedo a que se me pierda el depósito a plazo, la preocupación a medida que me los iba gastando. Sin embargo igual sueño frecuentemente con que vuelvo a dar un manotazo de esos.

Creo que todos tenemos una sed enorme de reconocimiento, la plata la buscamos principalmente para ser reconocidos, pensar que es tan barato repartir honores. Me gustaría ser dueño de alguna prestigiosa universidad o algo por el estilo, para repartirle títulos y honores a todos mis amigos. Una buena tradición en Arica es esa de nombrar hijos ilustres, no significa nada concreto y la mayoría mueren en la inopia, pero con el honor de que algún alcalde los nombró hijo ilustre. Recuerdo algunos: Juanito Guillén el primero, Carlos Salas, Pedro Ariel Olea, Tito Watson, ¡cuando yo sea bien viejo me encantaría ser amigo del alcalde de turno para que me nombre hijo ilustre!, pobre como rata, pero ilustre, como buen ariqueño neto jaja.

Leo en la Estrella una noticia de último minuto:

Un joven universitario de 19 años se lanzó hace unos instantes desde la cima del Morro.

Según las primeras informaciones, el estudiante oriundo de La Serena, llegó pasadas las 16.40 horas a la cima del peñón, desde donde tomó contacto con Carabineros para comunicarle la decisión de acabar con su vida.

Acto seguido, se lanzó, cayendo a pasos de la avenida Comandante San Martín.

Personal policial se encuentra en el sector investigando las causas que llevaron a tomar esta trágica decisión.

¿Que le habrá pasado? tal vez no lo reconocieron lo suficiente.