Por algo será

Ayer pasé casi una hora esperando en el Terminal de Tacna, tratando de conseguir en que venirme. La situación económica está pésima debido a una combinación de cambio desfavorable y los problemas del paro los chilenos dejaron de viajar de un día para otro. Llegar a Tacna durante las protestas costaba más de US$ 7, hoy se puede ir por US$ 2 sin problemas, el bus en que me vine por primera vez viajaba con la mitad de sus pasajeros.

En fin, durante la larga espera en el Terminal pensaba como me había encariñado con la ciudad y la gente, es probable que deje de trabajar allá porque no me resultó ninguna de las ideas con que llegué. Al final lo paso muy bien pero ya no tengo mucho que hacer en Tacna. Pero seguramente voy a extrañar mucho a mis amigos y a la ciudad en general. Somos tan parecidos y tan diferentes que cuando tenga plata seguro que me instalaré en Tacna -por lo menos- una temporada todos los años.

No tengo una visión idílica del Perú ni mucho menos, tienen multitud de defectos, pero que diablos, me siento como en la casa. Eso pensaba en el Terminal ayer entre la bulla de la gente, los niños mendigos que ofrecen cantar una canción si les regalo una moneda y yo por centésima vez les digo que no, deberían haberse aburrido, pero siguen, en una de esas...

Las dos Tacnas se ven por todas partes, los puneños impenetrables, ambiciosos y trabajólicos. Los criollos relajados y gustosos de la buena vida, mucho más parecidos a los ariqueños, por algo la mayoría son descendientes de italianos: Chiessa, Lombardi, Cuneo, Gambetta, Solari y tantos otros. Los cambistas, choferes, comerciantes de los mercadillos son todos de Puno o Cusco. Los comerciantes tradicionales en cambio son criollos, esos son los únicos que a veces dan boleta cuando les compra.

La actitud hacia los chilenos es ambivalente, no hay que olvidarse que somos el enemigo hereditario y hemos tenido a lo menos dos grandes guerras. Por un lado somos los judíos de América Latina, los expansionistas insaciables que se quieren anexar al Perú. Pero también admiran el método chileno, la organización, la policía, el orden, ser profesional chileno es allá una ventaja de entrada. Eso hablando en general, porque las relaciones personales son siempre buenas, los peruanos son cariñosos y amigueros por naturaleza, incluso los más antipáticos se desarman rápidamente después de un par de cervezas.

Si tuviera que elegir entre las características que me gustan del Perú diría que son alegres y sanos, creo que es una sociedad menos competitiva que Chile donde la gente es más transparente y se preocupa menos de las apariencias. La movilidad social en Perú es muy poca y no depende de la plata, así es que todos parecen más o menos conformes con el puesto que les tocó por nacimiento. Me cuentan que en el Club Arequipa no se admite a nadie que no pertenezca a un determinado grupo de familias y es impensable que un cholo -aunque sea trillonario- ponga un pié allí, mientras que otros que están en la más completa miseria pero con el apellido correcto, llegan como a su casa.

Muchas costumbres en Perú son como las de Chile en los sesentas, políticamente parece la mayoría de la gente tiene todavía un vago ideal socialista, existen muchos prejuicios sociales como el de las mujeres fáciles y las decentes, los hombres mujeriegos, la moralidad de los políticos y muchas de esas ideas que ya no existen en Chile desde hace tantos años. Algunas cosas en Tacna me hacen sentir como en la máquina del tiempo.

En fin, ayer en el Terminal me entró la nostalgia y eso que todavía no me echan. Por algo será.