La Cultura Combi nunca debe morir

En Perú se ven niños trabajando por todas partes, las Combis, pequeños furgones para el transporte público, son una buena muestra de ese modelo de empresa tan peruano que involucra a toda la familia donde el padre maneja y el hijo o la señora cobran. Hay muchos otros ejemplos similares en las tiendas comerciales, restaurantes, construcciones, etc.

El trabajo infantil es algo que escandaliza a la gente de buen corazón que lo ven como algo muy cercano a la esclavitud, conversaba con una amiga norteamericana que pertenece a una de esas organizaciones y me decía que después de ver la situación en terreno ya no está muy convencida, es simplemente un asunto de prioridades. Especialmente cuando la educación es mala y en gran medida inútil, cuando el trabajo resulta una mejor preparación para la vida de los niños. Si pudieran decidir por si mismos muchos niños preferirían trabajar en lugar de estudiar, pero existe todo el peso de las convenciones e incluso las leyes que obligan a seguir el camino, a menudo absurdo, de estos idealistas.

Es la ideología del bienestar social, terriblemente hipócrita, pretende que los administradores del estado deben mantener un nivel de bienestar a los más pobres sacándole impuestos a los más ricos y luego repartiendo esa plata. Los teóricos del bienestar social sueñan -como Brunner- en un mundo donde todos son ingenieros, doctores, arquitectos, por eso dicen que el único camino hacia el bienestar es la educación. Obviamente eso es una majadería que no necesita mucho argumento para derrumbarse ¿que hacemos con la basura cuando todos seamos profesionales? ¿quien reparará las cañerías o abrirá zanjas? ¿tendremos acaso que importar esclavos?

Estos idealistas, teóricos del bienestar, son normalmente profesionales con complejo de culpa que suponen que lo mismo que resultó con ellos es válido para todo el mundo. Lo que no dicen es que en el fondo de su corazón desprecian los trabajos humildes pero necesarios, más aún desprecian a la gente humilde y eso se refleja en esta especie de amor fraternal que pretende que los trabajos humildes no debieran existir. Hablan de igualdad de oportunidades, cuando desde nuestro nacimiento todos enfrentamos oportunidades desiguales. Su concepto de igualdad es que todos sean como a ellos les gustaría.

Perú tiene hoy una enorme ventaja económica sobre Chile y sobre muchos otros países del mundo: todavía no ha sido colonizado por las ideas del bienestar social. Me contaba mi amigo Fernando que en las obras civiles trabajan familias completas: padre, madre, hijos, abuelos, mucha gente no se jubila nunca y los viejitos mueren en la obra porque nunca se resignan a quedarse en casa esperando que les llegue su día. Esa es una gran riqueza de todos los países que emergen y cuando los teóricos del bienestar social se imponen el país se va al hoyo como estamos viendo hoy en Chile, no hay nada más dañino que esa falsa filantripía, basada en el desprecio a los trabajos sencillos.

Estaba escuchando recién un discurso de Alan García llamando a formalizar a las pequeñas empresas, que se vaya al diablo. Está loco, lo que quiere matar es una de las ventajas más potentes del Perú que es la iniciativa individual que mantiene las narices del estado lejos de los negocios de las personas. Si tuviera la oportunidad le diría: Oye Presidente, no seas sonso, hay que copiar lo bueno, no lo malo pues...