La plata dulce

Un día de descanso después del largo sábado en Tacna, mañana a las 6 AM estaré de nuevo en pié para salir al duro laburo, tomar el taxi -previo regateo de precios- preparar algunos números para una reunión del miércoles, hacer teatro hasta la tarde y volver cansado como perro a Arica, espero poder arreglar luego alguno de los autos y con eso se soluciona el 50% de mis problemas.

Un comentario de Luko Diaz en Región 15 me trae a la mente la siguiente reflexión. La municipalidad y el gobierno regional, desde la llegada de la democracia se convirtieron en agencias de empleo con una serie de intrincados compromisos que cruzan todo el espectro político.

Los tratos son del tipo “trabaja en mi campaña y yo te doy un puesto fiscal, tendrás tu sueldo pero me tienes que ayudar dentro del partido a mantenerme en la dirigencia”, ese sería el "trato tipo A”, tanbién hay un "trato tipo B” que es más o menos así “pasa plata para la campaña y cuando yo esté en el cargo te pasaré contrato para que recuperes esa plata y todos ganemos mientras yo esté en el poder”.

Así el objetivo fundamental de la administración pública ya no es servir a los intereses públicos sino a los intereses particulares de los políticos en un sistema de intercambio de favores, es algo que se ve en todo el espectro. De hecho el sector público es el segundo mayor empleador de la Región y ese ha pasado a ser su principal objetivo: dar trabajo fácil y bien pagado a los amigos.

En este estado de cosas un buen funcionario público es el que trabaja para los intereses del político que lo puso en el puesto. Un buen empresario es el que pone plata en las campañas y al ganar la elección se reparte la plata de los ventajosos contratos.

El problema es que esos "buenos" funcionarios y empresarios son muy malos para los intereses generales, mientras el empleado público dedica su tiempo y esfuerzo a defender a su padrino a los empresarios les suben los costos de los proyectos por la cantidad de gente entre la que tienen que repartir las utilidades. Un problema adicional es que cuando la autoridad reparte estos proyectos entre los que financiaron su campaña pasa a ser socio en la ejecución y no puede controlarlos porque se perjudicaría a si misma.

Ahora que se acercan las elecciones ya tenemos a los empresarios financiando campaña y a los activistas haciendo mérito para la eventualidad que su padrino resulte elegido, la maquinita está en marcha y cada cual pelea por conseguir un buen trabajo fiscal o un buen contrato en una ciudad con dos dígitos de cesantía, no voy a hacer cuestión moral de esto y me parece bien que cada cual busque beneficiar sus propios intereses, así ha sido siempre, lo malo es que tengamos este sistema que permite hacerlo con tanta facilidad y sin consecuencias para nadie.