Era interesante!

Antes de empezar a escribir esta apología al alcoholismo debo recordarles -una vez más-que tengo en mi currículum a dos amigos muertos de cirrosis. Uno de ellos estuvo agonizando un año completo y al final -estuve conversando con él unos minutos antes de su muerte- se veía igualito a una momia de Chinchorro. O sea, el que me diga que el trago es el más peligroso de todos los vicios, le encuentro toda la razón.

También debo reconocer que en mi desviada juventud, entre los 15 y 18 años, fuí un bebedor más que excesivo porque no recuerdo un solo fin de semana que no lo haya pasado botado de borracho. Mala cosa.

En fin, ese es mi disclaimer para apaciguar a los enemigos del copete que leen estas incoherencias. El alcohol en exceso es malo, igual que el agua que en abundancia nos puede matar ahogados. La cosa es cuanto es excesivo.

Y antes que me olvide, otra consecuencia muy desagradable del alcohol: hay personas que tienen "mala cura" y cuando toman se ponen violentos u odiosos. Debe ser porque el trago derriba nuestras inhibiciones y nos mostramos tal como somos cuando borrachos. Recuerdo a don Orlando, un vecino nuestro cuando yo era chico que salía furioso a perseguir a la familia con enormes cuchillos -era carnicero- y a otro caballero encantador en Chiloé que sufría de alcoholismo y a veces pasaba un mes borracho, destrozando y aterrorizando a la familia y a quien se le acercara. Terrible cosa.

Pero también existimos muchos alegres bebedores, para quienes compartir unos tragos nos hace sentir contentos y hablar más francamente sobre cosas que habitualmente no tocamos. Para eso basta unas pocas cervezas, un par de botelas de vino barato, dos piscolas o cualquiera de esos atentados al hígado, estómago y cerebro llamados cócteles.

La verdad es que nunca he sido muy gourmet para los tragos y ni me hablen de clases de cata o tonteras por el estilo, a mi lo que me interesa es quedar maharishi y no hay un solo trago que pueda catalogar de "rico" para mi gusto, menos aquellos dulces. Claro que unos son menos malos que otros y prefiero un vino caro y aterciopelado antes que uno barato y ácido.

En fin, iba a escribir algo muy interesante pero con toda esa interminable y latera introducción ya se me olvidó de que se trataba ¿será que la ingesta excesiva me ha matado las neuronas?. Lo siento, no estoy llegando a nada con todas estas incoherencias. Tal vez algún otro día me acuerde que es lo que iba a escribir, pero les juro que era interesante. En serio.