La segunda etapa

¿Por que le doy tantas vueltas a la historia de mi casa?. Porque soy igual que esos padres insoportables que insisten en mostrar fotos de "su niño" y no se cansan de hablar de cada una de las gracias de los mocosos molestando a todo el mundo, aunque a los demás no les interese un maldito pepino todo el asunto.

Mi casa se parece a un hijo, aunque me ha costado mucho más hacerla de lo que me costó hacer al Tomás Jr. Hay otras diferencias pero creo que esa es una de las más notables.

Habíamos quedado al fin de la primera etapa donde entre el Vitamínico, el gordito, el francés y sus boys, los camiones para transportar las rocas, el arriendo de máquinas y las innumerables bolsas de cemento, kilos y kilos de fierro, ripio, arena sin sal (gracias al francés aprendí la importancia de no ahorrar en el precio de la arena), piedra de cantera y mil otras cosas me gasté en poco tiempo dos veces más de lo que había pagado por la casa original.

Y así fue como quedé de nuevo en cero pesos, esperando dar otro manotazo para seguir con la construcción. Pero como esos eran mis años de suerte al poco tiempo volvieron a llegar los millones a mi bolsillo. Como el francés ya no estaba partí a buscar algunos peruanos indocumentados para seguir con la construcción.

Así fue como llegaron cinco peruanos directamente desde Puno-city a instalar su campamento en mi casa: dormían, comían y trabajaban ahí mismo. Eran igual que niños chicos, apenas daba vuelta la espalda se ponían a jugar o a descansar porque les pagaba por día, desde el primer momento trataron de estafarme, cambiando el trato, quejándose que ganaban muy poco, que no podían trabajar, que estaban enfermos o tenían que ir a ver a su señora con urgencia. Igual me caían bien, a pesar que sentía como se reían de mi a mis espaldas no tenían malicia, para ellos era como un desafío sacarme la plata a cambio de nada.

Al final me puse firme, apliqué mano dura reestableciendo el principio de autoridad y se pusieron por fin a trabajar duro, al poco tiempo habían perfilado la mitad del tercer nivel terminando el radier y una jardinera. Gracias a lo que aprendí mirando al francés pude supervisar bien los trabajos y me dejaron todo muy bien a un precio adecuado. Entonces me quedé otra vez sin plata.

Pero no hay segunda sin tercera así es que hice otros proyectos y con plata en el bolsillo nuevamente, encontré a Fernado "el gato", un peruano de Piura que trabajaba normalmente de contrabandista pero sabía muy bien el asunto de la construcción. Ese fue uno de mis mejores trabajadores, acordamos el precio por trabajo terminado y me dijo que solo necesitaba un ayudante para terminar de perfilar el terreno y hacer los departamentos del tercer nivel.

Dicho y hecho porque entre el y su ayudante trabajando del amanecer hasta la noche terminaron todo ese enorme trabajo. Fernando era callado y como perro para trabajar, en un par de meses tenía todo listo y la segunda etapa de mi casa, según mis dibujos, ya estaba terminada.

Lo único que nunca pude resolver fue la escala de acceso desde la calle al segundo piso, así es que para entrar a la casa había que subir usando una escala de mano, estuve muchos años subiendo por esa fiel escalera de palo, hasta que las circunstancias me obligaron a construir una "normal". Pero eso es el cuento que vino más adelante.