La maldita primavera

Si mis amigos, hoy domingo 3 de septiembre por fin se terminó en nuestra ciudad el odioso invierno: el sol entibió las playas, salieron a volar los parapentes, los niños -y no tan niños- encumbran volantines en la Isla del Alacrán y todo se ve más alegre. Como yo cuento mis años en veranos a partir de hoy empiezo este nuevo año de mi aporreada vida en este Valle de Lágrimas.

La verdad es que el sol había aparecido mucho antes, este invierno fue muy templado y apenas si tuvimos un par de días sin sol, los parapentes tambíen han volado todo el año ¿cual es la diferencia entonces?. No lo tengo muy claro pero hoy hubo algo en el aire que anunció que se había terminado el invierno ¿me creen chiflado? no es así señores, porque en el supermercado me encontré con Norman y la Nileta y lo primero que me dicen fue "¡empezó la época de playa!".

Y claro, hoy por la tarde me instalé en mi puesto de observación en El Laucho, justo frente al Océano Pacífico . Aunque no había mucha gente ya estaba Popeye, el Abuelo Dinamita, el Cangrejo del Laucho o como quieran llamar al veterano atletico que a partir de hoy no se va a perder ni un solo día de playa como lo viene haciendo todos los veranos, desde que tengo memoria. También me encontré con la linda Paola que me contaba que viene llegando del Valle del Elqui adonde se fué a invernar. ¡Temporada de tangas!. Rubén Darío escribió en su "Canción de otoño en primavera"

¡Juventud, divino tesoro,
ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...

La primavera es también la temporada de suicidios. Hace un par de semanas una dueña de casa ariqueña se levantó de madrugada, mientras todos dormían y se fue al Morro, llamó por teléfono a Carabineros anunciando que se iba a suicidar apenas llegaron se tiró al vacío. ¿Que habrá pensado en ese momento? muy poca gente se atreve a decidir el minuto de su muerte y de estos la mayoría lo hace en primavera.

Cuando yo era niño la primavera era temporada de circos: dos grandes competían en Santiago; las Aguilas Humanas, en el Teatro Caupolicán y el Buffalo Bill, que se instalaba en una carpa en la Alameda, creo que era en un sitio eriazo donde hoy se levanta la Torre Entel. Santiago era todavía más provinciano que ahora y los circos eran un rito anual al que todos iban, bueno, en esos tiempos también era el máximo lujo ir a comer un "Pollo Dorado" al local del mismo nombre. Desde que me vine a Arica se terminó la asociación primavera-circos, porque acá vienen en invierno. Pero ya estoy chocheando.

En fin, se me viene a la cabeza esa abominable canción de Yuri sonando en una lejana tarde en la atorrante fuente de soda "Lusitania" (todavía existe), tomábamos cerveza con un amigo recién gorreado y dos veteranas coperas, campeonas para el trago que, a esas alturas, ya se veían más o menos:

Si, para enamorarme ahora
volverá a mi
la maldita primavera
que sueño si
para enamorarme basta una hora
pasa ligera la maldita primavera
pasa ligera me hace daño sólo a mi.

"¡Traigase otras cuatro!" mi amigo estaba recién pagado. Además recién se había enterado de la traición de su mujer y yo me pegaba las puñaladas por no haber atinado con la linda Monica cuando me dió la oportunidad, o sea éramos dos los que teníamos motivos para ahogar las penas. Y las ahogamos completamente: pasa ligera la maldita primavera. Pero eso es otro cuento.